A finales de 2008, en un tono humorístico y estilo bíblico, escribí este suelto que se publicó en el número de abril de 2009 en la revista Euroequipos y Obras.
Me parece de actualidad ante los ríos de tinta que están corriendo, a propósito, no solo de las últimas elecciones en Euskadi y Galicia, sino, en general, de la propia situación del partido socialista y de sus resultados en las elecciones generales de noviembre del año pasado.
Por aquellos días, las doce tribus de Israel encontrabanse
harto revueltas. Grandes plagas se cernían sobre el mundo y la necesidad y aún
el hambre se percibían como una amenaza no muy lejana. Las doce tribus, si no
eran en realidad diecisiete, por la gran división que en ellas habíase
producido, reñían entre si como hijos malcriados que deseando escapar de la égida
del padre, buscan ansiosamente mejorar su situación, aún a costa de perjudicar
la casa común. Egipto tenía nuevo faraón, del que se decía que era negro,
quizás de origen nubio, y aunque muchos tenían puestas en él sus
esperanzas, otros veían en estos hechos
el anuncio claro y meridiano de que las desgracias no harían sino aumentar. La
huida de Egipto, el retorno a la tierra prometida, se antojaban como la única salida razonable para el pueblo
elegido, tarea que no estaba exenta de grandes peligros e incomodidades.
Así pues, en aquél tiempo dijo Zapatero a sus
discípulos: “¿No sería más prudente dejar que estas plagas que Yahvé nos envía
las administre Rajoy? El pueblo de Dios sufrirá las consecuencias, y al final,
cuando vayan a llegar las vacas gordas, harto ya de sufrir, dirigirá hacia
nosotros su mirada ansiando que suavicemos el trato, dispuesto a compartir las
migajas de la recuperación, y nos votará en las elecciones de dentro de cinco o
seis años. Por eso, en verdad, os digo que no debéis de preocuparos por el
escaso apoyo que tendremos en el Sanedrín. Los fariseos del PP nos ayudarán a
desalojar a los zelotes del PNV, luego nos ganarán las elecciones que tendremos
que convocar cuando no podamos gobernar en minoría y de ellos será la
responsabilidad de cruzar el Sinaí. Al final, la tierra prometida será nuestra,
dado que Rajoy no discierne quienes son en realidad sus adversarios, si
nosotros o los más de entre sus propios saduceos”.
Estas palabras causaron gran conmoción entre los
discípulos, hasta el punto de que algunos parecieron caer en gran desaliento.
Pero Zapatero continuó hablando y les dijo: “En verdad, en verdad os digo que
se avecinan grandes cambios, y este momento de vacas flacas será largo y
difícil. El pueblo de Yahvé ha experimentado gran crecimiento, mas este tiempo
ha llegado a su fin. Veréis que será más difícil criar a los hijos, los
graneros quedarán esquilmados, las cosechas serán más parcas y de ellas habrá
que comer, por lo que el excedente será mínimo, no alcanzando para todos, y en
muchos lugares no quedará semilla para la siembra. Por eso habrá que hacer
durar más tiempo todas las cosas, y los asnos morirán de viejos en los surcos
antes de que los hijos de Israel puedan siquiera pensar en comprar otros más
jóvenes. Porque ¿qué padre de familia no dudará en administrar bien su hacienda
ante semejante situación? El pueblo elegido nos ha acompañado en estos años de
abundancia, mas es seguro que nos volverá la espalda ahora que la situación ha empeorado.
Entonces, os pregunto, ¿no será, acaso, más prudente que guardemos nuestro
caudal político para mejor ocasión y que sean otros los que conduzcan al pueblo
en estos tiempos de incomodidad que se avecinan?”
Y siguió hablando Zapatero: “Cruzar el desierto del Sinaí
no será tarea fácil y las aguas del Mar Rojo andan encrespadas. Muchos
perecerán en el camino y las madres nos culparán de la pérdida de sus hijos.
Dejad que Rajoy tome el mando, organice la marcha, reparta las pocas
provisiones que tengamos, que no llegarán para todos y se enfrente al
descontento de la gente. Al llegar a la tierra prometida aún habrá que arar la
tierra y esperar la cosecha, que con la ayuda de Yahvé será buena. En ese
momento Egipto asimismo habrá mejorado y el trato con el faraón beneficiará a
nuestros comerciantes. Esto nos traerá riqueza y así, cuando nuevamente se
convoquen elecciones el pueblo elegido nos llamará, pues en su memoria quedará
sólo lo más reciente y estaremos listos para administrar los años de bonanza”
Así habló Zapatero de modo que todos tornaron a discurrir qué hacer para que todo
así ocurriera.