La entrada de hoy corresponde a un artículo publicado en la revista OP Machinery, en el número de enero del corriente año.
LUCAS Y LA INFANTA
Me
encuentro con Lucas, que viene paseando, despacio, con aspecto reflexivo, las
manos en los bolsillos y la mirada perdida.
-¡Lucas!
Ya hacía mucho tiempo que no nos veíamos…
-Pues
ya sabes que yo ando siempre por los mismos sitios…será que no me buscas.
-Hombre,
sí, sé encontrarte si te necesito, lo que pasa es que este ritmo de vida es muy
complicado. Por cierto, ¿en qué ibas pensando?
-En
qué va a ser, lo de la imputación de la Infanta y las ramificaciones que tiene…
-Como
no me lo expliques…
-Verás,
bien mirado, lo que ha hecho su marido es lo que han hecho miles, diría yo, de
españoles.
-A
ver, a ver…
-Cargar
gastos particulares a la propia empresa lo han hecho miles de pequeños
empresarios, miles de autónomos, desde el coche y la gasolina hasta las
vacaciones. El asesor fiscal te dice lo que puedes meter y cuánto, todo va a
gastos, pagas menos impuestos y a vivir que son dos días.
-¿Entonces?
-Entonces
nada…excepto que Hacienda ingresa menos; la delgada línea que marca el límite
entre lo permitido y el abuso bordea la conciencia personal, y ya sabes tú cómo
somos los españoles en cuestión de conciencia. Por otro lado, me temo que eso
no sea relevante en comparación con las sumas que esconden las grandes
empresas, que tienen subterfugios legales para rebajar la cuota del impuesto de
sociedades al cincuenta por ciento de lo que se paga en Irlanda, eso de lo que
tanto nos quejamos.
-O
sea que aquí nadie paga nada.
-No
hombre, los que tenemos una nómina, los pensionistas, esos no tenemos
escapatoria. Por eso, para cuadrar las cuentas, Hacienda no se cansa de
aumentar el IRPF y eliminar los ingresos no sujetos, como acaban de hacer con
el bono de comedor, el plus de transporte y varias cosas más. Somos los que
pagamos el pato.
-Así
que…
-Así
que esa práctica no es más que la punta del iceberg; hay mucho hielo sumergido,
y eso permite vivir a muchos.
-Pues
he oído que la intención de la defensa pasa por que el marido de la susodicha
se cargue con el muerto.
-Si
esto ocurriera sería tremendamente injusto. Ella no puede argüir ignorancia, ha
firmado las cuentas de la sociedad y se ha beneficiado del pastel. Además,
¿cómo se compagina eso con lo de su trabajo en el banco?
-Ahí
me pierdo, Lucas…
-Es
simple, ya sabes que ella trabaja en una entidad conocida, en un puesto
importante, o al menos, muy bien remunerado. Ahora bien, si es tan ingenua que
no sabe lo que firma en casa, ¿cómo te explicas que tenga ese trabajo? Y aún
más ¿por qué la entidad le destina a Washington, primero, y a Ginebra después,
en un claro intento de alejarla del punto caliente? Es lógico que nos
preguntemos qué favores, pasados, presentes o futuros, paga esa entidad, y
exactamente a quién, con ese trato de favor que no dispensaría a ningún
ejecutivo, incluso de perfil superior. Es claro que estas prácticas chocan con
el sentido común. Y luego está el asunto de la donación.
-¿Qué
donación?
-Su
padre le dio 1,2 millones de euros, pero al declararlo como préstamo, se
ahorran los impuestos sucesorios. Es también cosa bastante frecuente entre la
gente adinerada; éstos nunca pagan.
-¿Entonces?
-Yo
lo veo bastante claro, esta gente son de otra pasta, creen que son especiales
porque todo el mundo les hace reverencias, y tienen derecho a todo. Su codicia
no conoce límites y se creen impunes.
-Pero,
no lo son, ¿verdad?
-No
estés muy seguro. De momento, por ejemplo, la Audiencia de Palma, ha pasado a
Madrid la patata caliente del ingreso de Matas en prisión…
-¡Joder,
Lucas!
-¿Qué
quieres? Me preguntas y…
-Vale,
vale, pero por hoy ya tengo bastante. ¡Hasta luego, Lucas!