Pues
sí, aunque parezca mentira, este modesto blog que empezamos – y
digo empezamos porque sin vosotros yo no habría hecho nada – allá
por el mes de junio de 2011. He de decir que mis escasos
conocimientos en estos menesteres me llevaron a perder el resultado
de aproximadamente un año; de cualquier manera estamos hablando de doce
años y medio publicando entradas, como se dice en esta jerga. Y en
este período este blog ha recibido de todos vosotros más de 120.000
visitas, que se dice muy pronto. En algunos casos os conozco
perfectamente, en muchos más no tengo ni idea de quienes sois, y
tampoco si repetís o no. Imagino que habrá de todo. Por mi parte he
aportado casi 500 entradas – articulillos me gusta llamarlas –
que han generado 200 comentarios, entre los vuestros y los míos. Ni
qué decir tiene que me gustaría que esa cifra fuera mayor, pues es
lo que hace el blog más interesante al hacer múltiples las ideas.
Repito que no es preciso que los comentarios sean nominales; nadie,
empezando por mí, tiene manera de enterarse de quién escribe, sin
embargo las distintas opiniones son lo interesante, y cuantas más,
mejor.
Así
que muchísimas gracias por dar vida a este blog, y salud y fortuna
para todos.
Y
como agradecimiento, os adjunto una pequeña reseña de una película
que vi anteayer y que no merece que pase sin ser vista. Su título es
El
viejo roble
Títulos
como este son frecuentes en los viejos pubs ingleses que
tienen la virtud de mantenerse como el primer día. El pueblo en el
que The old oak, se sitúa
está cerca de Durham, en el nordeste de Inglaterra, cerca ya
de Escocia, y sabemos que es pueblo costero, con minas que se
sumergen en el Mar del Norte, como es tradicional en la minería
inglesa, hoy desaparecida.
Esta
información nos indica que se trata de uno de esos pueblos que hace
unos años sufrió un accidente en una de sus galerías, con la
pérdida de la actividad minera subsiguiente, que llevó a la
población a un declive total y absoluto que aún no ha acabado del
todo. Y en ese desastre murió, entre otros, el padre del
protagonista de la película, que actualmente regenta el dichoso pub.
Y
aquél modus vivendi acabó prácticamente también con el sindicato
minero, con la política que se vivía en el pueblo, y hasta con la
solidaridad de los ex trabajadores. Nada que no hayamos visto en
otras partes del mundo, incluida España. Pues bien, a ese pueblo
vienen acogidos, no sabemos bien por qué institución, unas pocas
familias de sirios huidos de la terrible guerra que asoló su país;
una situación muy parecida a la que sufre ahora Palestina, sobre
todo en la franja de Gaza, solo que éstos no pueden huir a ningún
sitio. Esta es la trama de la película, dirigida por Ken Loach, con
guion, como casi siempre, de Paul Laverty. Esto significa para
muchos, entre los que me incluyo, la garantía de ver una peli nunca
exenta de calidad y mensaje. Y por supuesto así es. En su crítica, Boyero la tacha de sentimentalismo en las escenas finales. Y quizás
no esté exento de un poco de razón, pero lo que yo he visto es la
conjunción de los sentimientos de solidaridad por encima de todo, y
de los aspectos raciales incluidos; al fin y al cabo, los problemas
son los mismos para los pálidos ingleses que para los morenos
sirios. Tienen las mismas necesidades y un mismo adversario, por
diferente que sea la cultura y el idioma.
En
definitiva, película recién estrenada a no perderse. Ya no vamos a
ver muchas así, su director Ken Loach anda cerca de los noventa
años.
Un
saludo para todos vosotros!