jueves, 24 de septiembre de 2015

En campaña (y 2)







A la intervención de la banca privada –que están en su derecho, ojo- en la campaña de las autonómicas catalanas, y que comentábamos en el post anterior, se ha unido la del banco de España, lo cual es bastante más discutible.
También, la de Javier Tebas, presidente de la liga de fútbol profesional, o si se quiere, la patronal de los equipos de fútbol, de las empresas del fútbol, para entendernos, que igualmente están en su derecho. Se me ocurre que si la improbable secesión catalana produjera el efecto de sacar al Barcelona de esa liga, y de rebote, a la paralización del negocio en todo el país, haría un gran servicio a los españoles: quizás entonces los cerebros ibéricos dejarían de pensar sólo en el futebol.
Pero lo que de verdad me tiene fascinado es lo dicho por el ínclito Arzobispo de Valencia y Cardenal de la Iglesia, Antoñito Cañizares, quien ha convocado a una vigilia para el viernes por la noche para rogar por España. Me recuerda a aquello que se contaba sobre las videntes del “milagro” de Fátima, a quienes la aparición les decía eso de ¡ay, pobre España, pobre España! Luego, ya hemos visto lo que ha pasado y hemos empezado a comprender. Se empezó por la ley del divorcio, se siguió por la del aborto y se ha acabado con la del matrimonio homosexual. Menos mal que el PP presentó recurso ante el Constitucional para cada una de ellas y la cosa no ha ido a más. Menos mal que el mismo Rajoy  asistió al ágape del ex alcalde de Vitoria pero no asistió a la ceremonia civil. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Volviendo a lo del Cañizares -que ha permanecido callado como un mudo ante los millones de parados, los recortes, los desahucios, los despidos masivos, la corrupción, la emigración económica, la creciente desigualdad social, etcétera, por no hablar del maravilloso ejemplo  de pobreza dado por su conmilitón el Rouco Varela- me maravilla que este tipo de personas  se preocupen siempre por España, pero nunca por los españoles o por los catalanes. Pero la duda que me corroe es para qué necesitamos rezar, si es sabido, que la Divina Providencia hará lo que sea mejor para su amado país y no nos va a dejar a última hora en la estacada.
¿O es que no hay confianza en la cuadrilla?

sábado, 19 de septiembre de 2015

En campaña








La banca, con La Caixa y el Sabadell a la cabeza, ha entrado de lleno en la campaña de estas elecciones autonómicas catalanas que, con los soberanistas primero y los españolistas después, se han convertido en plebiscitarias, al margen de su discutible, inseguro e improbable encaje legal.
Así que ahora, el panorama se complica, pero si a algún catalán le sirve mi consejo, yo consideraría las siguientes opciones antes de depositar mi voto:
-       Cancelar mi cuenta corriente en el banco o caja implicada en esta campaña, si la tuviera en él, sea cual fuere el resultado de las elecciones.
-       Reclamar, vía judicial, al mismo banco, el reembolso de las ayudas que les dimos (Esas que según Rajoy, nos van a ser devueltas)
-       Presentar una propuesta en el Congreso para que, en adelante, las entidades financieras, puedan presentarse a las elecciones. Así quedaría mucho más claro quién gobierna.
De paso, y por aclarar las cosas, le pediría a una de esas entidades mencionadas, qué razones, estrictamente profesionales, le llevan a contratar a un miembro de la Familia Real, en las condiciones en que lo hace.
Y, ya que hablamos de condiciones, le pediría también a la otra entidad que nos explique por qué mantiene a un empleado en su plantilla, con las prebendas de que goza, si no fuera por su estrecha relación con los asuntos financieros de la Real Federación Española de Futebol.
Pero, por supuesto y por encima de todo, ustedes voten a quien quieran; en muchos casos, eso explica cómo nos va.

viernes, 11 de septiembre de 2015

El rapto de Europa



Artículo que acaba de aparecer en la revista OP Machinery, correspondiente a los meses de agosto y septiembre:





EL RAPTO DE EUROPA


Según la mitología griega, Europa, joven y bella princesa fenicia, fue raptada y llevada a Creta por el mismísimo Zeus, disfrazado de toro. Allí engendró varios hijos, uno de ellos, Minos, dio origen al Minotauro, otro mito de actualidad.
Sea como fuere, su nombre pasó a bautizar el nuevo –por  entonces- continente, hasta que muy recientemente, unas decenas de años tan solo, los naturales de los países en que se dividió aquél, comenzaron a considerarle como algo más que un mero accidente geográfico –un apéndice peninsular de Asia. El concepto de Europa devino para esas poblaciones algo más que un concepto político, algo más que un mercado abierto construido con el evidente propósito de lograr un espacio comercial para una industria que no podía soportar verse constreñida a la estrechez de las viejas fronteras nacionales. Para esos ciudadanos, digo, Europa podía significar algo más que la mera superación de las fronteras e incluso la aspiración de que no hubiera en el futuro más guerras europeas como las que se dieron en la primera mitad del siglo XX.
Ese era el mito que los europeos fuimos construyendo, accediendo de paso a ciertas cotas de bienestar que antes nos parecieran deseables, y en ese concepto pudimos recordar a aquella virginal princesa que nos dio el nombre.
Pero hemos mencionado también el mito del Minotauro: este ser, mitad hombre, mitad toro, exigía el tributo de las más hermosas doncellas, a las que devoraba en su laberinto. Y hoy en día, este segundo mito se impone sobre el primero. En el laberinto financiero que algunos han construido, el mito de Europa nos ha sido arrebatado. No sabemos bien quién o quienes han perpetrado el rapto, pero es evidente que ya no está en nuestro altar. Y de nuevo ha sido bajo la apariencia de un toro manso, en forma, esta vez, de un maná incesante de préstamos a bajo interés que Europa no ha podido al fin devolver. Los servidores del sistema espurio dan con una mano lo que luego han de reclamar con la otra, dejando a los deudores en una situación de la que no pueden salir de ninguna manera.
Cuando escribo estas líneas, estimado lector, 20 de julio, Grecia acaba de recibir un tercer rescate, el cual ha empleado íntegramente en cancelar deudas anteriores; es decir: el Minotauro ha exigido sus doncellas y los griegos han satisfecho el tributo. Consecuencia: deben lo mismo y son más pobres. Cuando estas líneas vean la luz, a mediados de septiembre, cualquier opción ha podido tomar carta de naturaleza. Grecia seguirá en el euro o estará fuera, nadie lo sabe. Lo único que se puede pensar, con la mayor de las verosimilitudes, es que toda esa ceremonia de la confusión del anterior fin de semana, no habrá servido para nada excepto para escenificar el enorme poder del Minotauro: el hombre con cabeza de toro ha sido identificado, en nuestra cultura actual, con otra cabeza de hombre sobre un cuerpo en silla de ruedas, símbolo de los tiempos.
Entretanto, los griegos entregando sus tributos seguirán sufriendo y los corifeos del Minotauro, nos dirán lo mismo que hasta ahora: las deudas hay que pagarlas, cada uno cosecha lo que siembra y los manirrotos no deben quejarse; el que la ha hecho, que la pague.
¿Dónde ha quedado el mito de esa Europa, madre común, con la cual nos habíamos identificado? ¿Quién, en sus cabales, quiere seguir en esa Europa nueva? ¿Dónde estará el nuevo Teseo que acabe con el Minotauro? ¿Aparecerá por algún lado, en forma humana, de partido, de país?