El artículo que se reproduce a continuación, publicado en la revista OP Machinery en su nº de Junio-Julio, es la segunda entrega sobre la obra de Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina.
Siete años después es
el añadido, terminado de escribir en abril de 1978, que Eduardo Galeano incluyó
en la edición correspondiente, a modo de revisión de su Las venas abiertas de América Latina. En estas pocas páginas pasó
revista a la situación del subcontinente para ver cómo sus notas anteriores
resistían el paso del tiempo y cómo había derivado el proceso de saqueo y
empobrecimiento que él había descrito en su libro. A mí no me anima semejante
propósito –no soy quien para emprender tamaña tarea- , y esto no es más que un
guiño para completar mi modesto comentario sobre su obra, que me evita presentarlo
como una segunda parte del mismo; por tanto quien se tope con estas líneas queda
advertido de que deberá leer primero el artículo titulado In Memoriam, justamente primara parte de éste.
En
los diecinueve puntos que conforman este pequeño añadido, Galeano constata que
el subdesarrollo latinoamericano es una consecuencia del desarrollo ajeno, que
el sistema ha multiplicado el hambre, la riqueza continúa concentrándose y la
pobreza difundiéndose; pasa revista a los intentos nacionalistas como el de
Velasco Alvarado en Perú, pero también al golpe de Pinochet, el de los generales
argentinos o el de Uruguay (que hizo que él abandonara el país)
Gráficamente,
se pregunta si ¿es América Latina una
región del mundo condenada a la humillación y la pobreza? ¿Condenada por quién?
¿Culpa de Dios, culpa de la naturaleza? ¿El clima agobiante, las razas
inferiores? ¿La religión, las costumbres? ¿No será la desgracia un producto de
la historia, hecha por los hombres y que por los hombres puede, por lo tanto,
ser deshecha? Es importante contestar a esas preguntas. Sabemos que las
condiciones de fertilidad de un territorio condicionan el desarrollo agrario
del mismo, y a partir de ahí, el bienestar de la población. Así como sabemos
que en condiciones menos aptas para el cultivo, las sociedades se han visto
obligadas a encontrar otras formas de vida. Pero nadie puede tomar en serio que
en los países donde arrojas una semilla y al año siguiente tienes un árbol, la
pauta de vida de sus habitantes sea tenderse a la sombra y cuando llega el
hambre tomar del árbol más cercano. Es tremendamente injusto e insultante
pensar de esa manera cuando se ha visto a esas personas vivir y trabajar donde
eso no es posible. Ahora que España tiene de origen extranjero al 10% de su
población, es increíble que haya personas que aún piensen así.
Y,
naturalmente, que no contesten afirmativamente a la última de las preguntas de
Galeano, descritas más arriba. ¿O es que pensamos que los procesos de
colonización han cesado ya? Porque, ¿qué es sino un proceso colonizador el que
estamos sufriendo en nuestro país? Aquí podemos considerarnos afortunados por
no haber sido invadidos manu militari,
y porque la intensificación de nuestra colonización nos haya encontrado en
buenas condiciones para resistir el primer embate. Pero no nos hagamos
ilusiones, la Troika sigue reclamando más palo en tanto que la zanahoria cada
vez queda más lejos, y el futuro que se nos ofrece como país es el de un erial
de bajos salarios y nulos servicios sociales: justamente lo que Galeano veía en
su realidad latinoamericana.
Pero
el hecho de que hayan pasado casi cuarenta
y cinco años de su redacción, lleva inevitablemente a preguntarse qué
pensaría acerca de la situación de hoy. ¿Qué pensaría sobre el encuentro de
Raúl Castro con Barack Obama; qué pensaría sobre los líderes bolivarianos;
sobre la política migratoria de los Estados Unidos; qué sobre el TTIP; sobre el
Fracking; cómo escribiría un libro que se llamara Las venas abiertas de África; qué diría sobre la guerra del coltán
o la cuestión del petróleo en Sudán; o sobre el brote de nacionalismo de
Sudáfrica, identificando a los inmigrantes de otros países tanto o más pobres
que ellos, como los causantes de sus
desgracias; qué pensaría sobre la insolidaridad de Europa retratada
vergonzosamente en el Mediterráneo?…
En
fin, háganse ustedes más preguntas. Y si encuentran otra respuesta que no sea
la voracidad del sistema económico y su lógica de acumulación sin fin, por
favor, díganmelo.