He tenido que hacer una selección entre las muchas notas que noviembre me había dejado. Han quedado estas
Uno.
La ciudadanía extremeña ha llevado a cabo una manifestación masiva –que no es
la única que han celebrado, incluida alguna otra en Madrid- en protesta por el
estado en que se halla la vía férrea –si se le puede llamar así- y el pésimo
servicio consiguiente.
Ustedes
no ignoran que desde 1982 los partidos que se han turnado en el gobierno de
España han sido el PP y el PSOE, igual que en la propia comunidad extremeña,
donde el primero de esos dos partidos gobernó en la anterior legislatura. Dicho
esto, ¿imaginan ustedes quienes estaban al frente de la manifestación? ¡Bingo!
Los dos máximos representantes de ambas formaciones, uno de los cuales es el
presidente actual y el otro el anterior. ¿Y contra quién iba la referida
manifestación? Contra ellos mismos. Increíble, ¿no?
¿Es
tolerable tamaña desfachatez?
Dos.
De un lado, un comentario que escuché en la radio, el pasado viernes día 23 de
noviembre, de mañana, junto a mi mujer; de otro lado, una película que vi,
también con mi mujer, el mismo día, en la segunda cadena de TVE, después de
cenar.
En
la radio, alguien hacía una recomendación para que cualquier mujer agredida
sexualmente acudiera a denunciar el caso a comisaría, incluso antes de ir al
hospital. Nos pareció razonable, siempre y cuando las lesiones sufridas se lo
permitieran.
La
película, titulada Sólo mía, dirigida
por Javier Balaguer, interpretada por Sergi López y Paz Vega, estrenada en 2001
y gestada desde 1995, trata con acierto y plena vigencia el siempre candente y
penoso delito de las agresiones machistas. El personaje interpretado por Paz
Vega recibe de su abogado la misma recomendación que hemos referido cuatro
líneas atrás, a lo que responde: y si me ha roto la mandíbula o las piernas, ¿cómo lo hago?
Han
pasado veinte años y la (mala) solución que se ofrece sigue siendo la misma;
está claro que no sirve, y en el camino llevamos más de mil mujeres muertas, e incontables
heridas, amén de la misma cantidad de hogares
destrozados e hijos sufriendo. ¿No hemos aprendido nada? 972 mujeres asesinadas
por sus parejas desde 2003, cuando empieza el conteo, más 27 menores muertos; en
este año, 45 mujeres y 3 menores.
El
nuevo partido político Vox, que es posible que acceda al gobierno de Andalucía,
tiene un particular punto de vista sobre la ley española de violencia de género
y ha prometido derogarla cuando llegue al poder del gobierno de la nación.
¿Podemos pensar que estamos lejos de esa posibilidad?
Tres.
El piloto de bólidos, Fernando Alonso, ha participado en su última carrera. La
prensa y la televisión han dedicado al asunto la mayor atención: ya no correrá
más (se dice). Se dice también que España ha perdido a uno de los mejores
deportistas de su historia.
Cabría
preguntarse un par de cosas, a saber: ¿Es un deporte conducir un bólido de
carreras? O bien, ¿Es deporte una actividad que te puede proporcionar unos
ingresos de decenas de millones de euros al año?
La
otra pregunta, ¿es española la persona que fija su residencia en otro país para
pagar allí menos impuestos? ¿Aunque se envuelva en la bandera española y/o en
la asturiana?
Otras
preguntas, aunque no tengan que ver con este señor del que estamos hablando.
¿Qué pintan miembros de la familia real española presenciando ese tipo de
espectáculos? ¿Qué pensarán de eso los miles de españoles con contratos por
horas, o con salarios de miseria, o con pensiones ínfimas?
Cuatro.
Segundas partes nunca fueron buenas, nos advierte un viejo adagio español. El
ministro de Asuntos Exteriores del actual gobierno, que se ganó una merecida
fama de intelectual en su anterior época como ministro, parece estar en una
situación de cuesta abajo y sin frenos.
Primero
fue su disposición pública a hacer apuestas sobre asuntos políticos; recientemente,
tras mantener una –digamos controversia- con un colega, adversario suyo en el
Congreso, que motivó la expulsión temporal del mismo, y al que acompañaron sus
compañeros de partido, permaneció sin motivo aparente alguno, de pie en su
escaño, para que pasaran uno a uno ante
su mayestática presencia, camino del exterior de la cámara de los diputados;
ahí, ante un gesto imperceptible de uno de ellos, en el que nadie vio lo que él
denunció, acusó a ese mismo diputado de haberle escupido. Quizás su jefe de
gobierno le haya agradecido estos hechos si su propósito fuera romper
definitivamente amarras con un grupo parlamentario cuyos votos son
imprescindibles para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. En este
caso –que todo es posible en política-, debiéramos preguntarnos qué sentido
tiene continuar con esta legislatura.
Pero
lo más grave que nos ha dejado este ministro, ha sido la constatación pública
de su particular puerta giratoria.
Mientras los españoles se batían en su lucha contra la crisis, nuestro hombre
se empleaba como consejero en Abengoa, con un sueldo por encima de los 200.000
euros anuales. Desde su puesto en la comisión de retribuciones es admisible
pensar que facilitara a su presidente de consejo y máximo accionista el cobro
de una indemnización en torno a los 12
millones de euros y otros seis al consejero delegado. Lo que sí ha trascendido
es que se apresuró a vender acciones de su ex esposa horas antes de que la
empresa presentara concurso de acreedores.
La
falta de ética es tan evidente que uno se pregunta por qué el partido al que pertenece
no borra definitivamente de su nombre los dos vocablos centrales.
Cinco.
Por abrumadora mayoría (PP, PSOE y Ciudadanos) el congreso de los diputados,
permitirá a los partidos políticos enviar propaganda electoral al teléfono
móvil sin consentimiento previo del ciudadano y sin que éste les haya
facilitado nunca sus datos.
Prepárense
pues, ya que vamos a tener dos campañas electorales el próximo año, para
soportar el bombardeo de propaganda electoral que se avecina y que tendremos
que sufrir, sin comerlo ni beberlo. Uno se las prometía muy felices ante la
posibilidad –desechada, claro- de que las candidaturas nos llegaran al buzón,
en un único sobre, enviado por la autoridad electoral. Ahora recibiremos todas
y cada una de las listas electorales, por separado, en el buzón y en el móvil,
por si fuera poco; amén de las ocurrencias que cada partido tenga para motivarnos,
que serán muchas y variadas.
Pero
lo más grave es lo que se niega que pueda ocurrir. Todos sabemos a estas
alturas lo que son las fake news, las
noticias falsas; sabemos que su uso no ha sido ajeno a los resultados del Brexit, al triunfo de Trump, y alguno
otro proceso electoral; sabemos también que Steve Bannon, que no fue ajeno a
esto y a las prácticas mucho más sibilinas y efectivas que puso en marcha la
extinta Cambridge Analitycs, anda por el viejo continente en su campaña por
facilitar el triunfo, al precio que sea, de la extrema derecha; hay quienes
dicen que el partido a ayudar en esta campaña en España es ese nuevo (viejo)
que ha dado la sorpresa en Andalucía… Uno se pregunta: ¿hacía falta poner
alfombra roja a esta gentuza para que ejecuten sus designios? ¿O es que éstos
son compartidos por más gente?