En cuanto hay una noticia en España suficientemente grave los despachos de comunicación de los partidos políticos se ponen en marcha y emiten mensajes por Twitter que llegan antes y es sabido que el que da primero da dos veces. Poco importa que el líder se encuentre aquí o esté de viaje, sea una inundación u otro suceso con pérdida de vidas o con heridos. Nos muestran así que el líder está al tanto de todo y nada le es ajeno; lo que nos afecta a los ciudadanos él lo hace suyo y lo sufre.
Viene esto a cuento de la desgraciada historia de Nabody, la niñuca de dos años - así se les dice en mi pueblo- que desembarcó de su patera en parada cardíaca, y a la que los sanitarios atendieron sobre el mismo muelle de Arguineguín llevándola al hospital; lamentablemente, a los cuatro o cinco días, la criatura ha muerto. Pues bien, al mismo tiempo que conocíamos por los medios su fallecimiento, podíamos ver sendos comunicados de Sánchez y Casado lamentándose profundamente por la triste noticia.
Así que se cumple lo que decíamos al principio: los próceres, el que gobierna y el que aspira a hacerlo, nos confirman su pesar por esa pérdida. Nada suena tan vacuo, pero ellos ponen su más compungida expresión mientras nos hablan de la muerte de la pobre Nabody; ¡Cómo si les importara lo más mínimo! ¿Pensarán que hay, entre los que atienden los telediarios un solo televidente que les crea? Habrá quien se pregunte porqué ocurren esas cosas, otros se dirán, qué pena, podía haberse salvado la criatura, otros comentarán con su familia que la culpa la tienen los que les traen, o les animan a venir, algún otro pensará, que se jodan esos putos negros, y habrá más de uno que se dirá, pues no creo yo que al presidente le importe mucho, y si es de la otra tendencia, añadirá para su coleto, anda Pablo cállate que eso no es cosa nuestra.
Y los que conocen del asunto, dados al análisis, sabiendo que twitter no está tan extendido pues alcanza solo al 10% de la población española, pensará que qué pérdida de tiempo, si el twitter solo alcanza a los jóvenes, que estas cosas ni las leen. Y tienen razón, pero olvidan que esos tuits tienen una distribución garantizada en los telediarios de todas las cadenas, y esa es la mejor ventana.
Entretanto, las pateras siguen llegando, los recursos disponibles para alojar provisionalmente a sus ocupantes en Canarias están a rebosar, el excedente se envía a la Península y en Irún hacen cola para cruzar la frontera francesa, que es el último filtro. ¿Porqué no les dan trabajo en sus países de origen? dicen unos y ¿porqué no dejan de joder y se quedan en sus casas? dicen otros.
¿Recuerdan a Aylan, aquél niño kurdo de tres años ahogado en una playa turca? ¿Boca abajo, besando la ola, su cuerpo desmadejado? Seguro que sí.
¿Cuántos Aylan y cuántas Nabody habrán de morir para que alguien – sí, ese alguien en el que ustedes están pensando- tome cartas en el asunto y se implique, con otros, en tratar de resolver la tremenda injusticia que aflige este mundo? Porque en Turquía, en Grecia o en Italia, los campos de refugiados están cada día más poblados. ¿Cuántos tanques y cuántos cañones harán falta para detener las oleadas de inmigrantes? Hemos visto unas muestras con multitudes de hondureños tratando de entrar en México en su camino al “paraíso” del norte. ¿Qué dividendos dará la industria armamentista en esos momentos?
Me entero ahora que la madre de Nabody fue internada en un campo como es preceptivo, quizás alguien pensó que había llegado sola, pero tres días después se averiguó la filiación de la niña. Que tampoco se llamaba Nabody. ¿Qué pensaría, y sufriría, su madre entretanto?