Segunda y definitiva parte de este artículo aparecido en OP Machinery, en su nº de marzo del corriente año.
EL
CUARTETO DE ALEJANDRÍA (2)
Si
leyeron la primera entrega sobre esta obra espero haber despertado su interés lo
suficiente como para que se sumerjan en estas líneas. Al margen de las
connotaciones psicológicas tan abundantes pero de cuyo comentario no me siento
capaz, paso a otros aspectos que me han llamado la atención y que enlazan con
la actualidad de nuestro tiempo y nuestros días.
Las
continuas referencias a las ciencias ocultas, al estudio de la Hermética y la Cábala
entre iniciados locales, (que despierta las sospechas del contraespionaje
inglés), con esa hermandad de estudiosos gnósticos que volveremos a encontrar
en el Quinteto de Avignon, identifica a los judíos y justifica una historia que
al final es de amor aunque en su inicio
tenga objetivos más terrenales. Y siguiendo con los judíos, un personaje
advierte que si dejas entrar en tu vida
al zorro judío te comerá vivo, en tanto que el copto más representativo dirigía
una conspiración tendente a cobijar al Egipto independiente bajo la protección
del nuevo estado que se estaba afianzando en Palestina: esta es la
contradicción que señalaba más arriba.
Pero
Durrell no es mucho más compasivo con los europeos. Nos señala que el día de
Francia y Gran Bretaña ha pasado, anticipa cómo la descolonización europea no
acierta en sus designios -cosa que comprobaremos en el proceso de
descolonización que se sucede en los años siguientes a la publicación del Cuarteto, con enormes problemas de
fronteras y disputas entre los nuevos países- al no confiar en los coptos y
fomentar el rigor de un nacionalismo
basado en una religión fanática. Posiblemente Inglaterra pensara que podría
mantener su influencia más fácilmente en un Egipto peor administrado por las
élites árabes, dedicadas al expolio del país en un clima de corrupción
generalizada. Después, Nasser, alejandrino él mismo, creará la República Arabe
Unida, se enfrentará a la antigua metrópoli en la guerra por el Canal de Suez y
será la cabeza del régimen político que ha llegado hasta nuestros días en la persona
de Mubarak. Me apetece imaginar cómo hubieran sido las cosas si esa idea que Durrell
pergeña se hubiera consolidado, si los coptos hubieran quedado al frente del
país, en alianza con la pujante Israel. ¿Qué Oriente Medio hubiéramos visto en
ese caso?
Y
entretanto, aquella religión fanática de que habla se ha exacerbado hasta el
extremo del yihadismo militante, y el brazo armado de Al Qaeda, cual moderno
cruzado, pretende extender por la fuerza la fe verdadera. Justamente estamos
viendo ahora cómo los extremistas musulmanes, alcanzado el poder
democráticamente, se aprovechan para gobernar a su conveniencia. ¡El eterno
dilema de si la democracia debe impedir el asalto democrático del poder por los
que se apoyan en el sistema para acabar con él desde dentro! Y debiéramos
preguntarnos también qué sentido tiene ese pretendido orgullo con el que el
Ministro español de Defensa ha señalado que la única ayuda que ofreceremos a
los franceses en el conflicto de Malí sea un Hércules de transporte. ¡Claro, mientras
tengamos al ejército francés que nos haga el trabajo sucio no necesitamos
mancharnos las manos! Porque el avance yihadista por el norte de África es
incontestable, al margen de los intereses particulares de Francia en el uranio
de Niger.
En
fin, son mil seiscientas páginas en la edición de Edhasa que yo he leído, y les
juro que no se aburrirán; eso sí, es literatura, verdadera literatura, una
novela escrita con una enorme riqueza de léxico, que habla de todas estas cosas
que se comentan y que tiene pasajes de una enorme riqueza. Sólo hace falta una
atención constante, pero el placer de su lectura les arrastrará y pervivirá
mucho más allá de las horas que dediquen a sus páginas.