viernes, 27 de noviembre de 2015

Abengoa









Todo el mundo lo sabe, los que piensan que el cambio climático es la gran amenaza que tiene el mundo que habitamos, y los que siguen sin creer ni siquiera en el dicho cambio climático. Incluso lo sabe el famoso primo de Rajoy, quien en palabras de éste –vaya usted a saber si es cierto, e incluso si el tal primo existe- dijo que como vamos a poder saber cómo será el clima dentro de unos años si ni siquiera sabemos cómo va a hacer dentro de tres o cuatro días. Como imaginan, me estaba refiriendo a que el próximo lunes, 30 de noviembre da comienzo en París la Cumbre del Clima, que ha sido calificada como la última oportunidad para lograr un consenso en tan importante cuestión, antes de que sea demasiado tarde.
La apelación al desarrollo de las energías renovables como alternativa principal a los combustibles fósiles constituye una esperanza de futuro. Y es en este campo donde España ha sido uno de los países pioneros, consiguiendo una industria importante. Los principales productores de energía eléctrica españoles estuvieron en el origen de la fabricación de  aerogeneradores, de los cuales nuestra geografía está bastante salpicada. En aguas del Cantábrico se hacen, desde hace dos o tres años, pruebas para obtener energía de las olas mediante aparatos diseñados y fabricados en nuestro país (del aprovechamiento de la fuerza motriz de las mareas quedan vestigios del Medievo en algunos molinos harineros).
Y en los campos termosolar y fotovoltaico una empresa española se ha situado en lo más alto, pero ahora con su situación económica y financiera los interrogantes sobre su futuro son más que preocupantes.
Están en juego los empleos de sus miles de trabajadores, principalmente en España, claro; está en juego que España pueda mantener esa posición privilegiada en esas tecnologías; y está en juego la aportación que empresas como la mencionada pueden hacer en la lucha contra el cambio climático, demostrando que esa actividad es además rentable y una fuente de riqueza.
Y para ello será decisivo el papel que el gobierno español quiera jugar. Ya hay voces que piden la intervención, y hay voces que van hasta la nacionalización. Pero será bueno que comentemos, siquiera someramente, ciertos asuntos, aparte de la pésima gestión estratégica y financiera. Porque nos han hablado de nueve mil millones de deuda financiera, de otros cinco mil de deuda con los proveedores. Y, ¿no hay deuda con la Seguridad Social y con Hacienda? ¿No había un informe de auditoría, o el auditor no había detectado la situación? ¿No estaban depositadas las cuentas en el Registro? ¿No había detectado nada cuestionable la Comisión Nacional del Mercado de Valores, dependiente del ministerio de Economía, al permitir su cotización bursátil y al pasarla al selecto grupo del Ibex 35?
¿No hay responsables por ningún lado? ¿Qué ocurre con la responsabilidad de los consejeros y del presidente? (que por cierto, si hay un ejemplo palmario de puertas giratorias, vean la lista interminable de consejeros) ¿Por qué cobró éste once millones y medio al pasar a la categoría de presidente de honor? ¿Los va a devolver acaso? ¿Cómo es posible que los bancos –nacionales e internacionales- continuaran con sus préstamos? ¿No ha habido suficiente experiencia en épocas no tan remotas y que está en el origen de la actual situación económica y social que todos sufrimos? ¿Cómo es posible que las agencias de rating sigan rebajando su calificación, como si sólo fueran notarios del descalabro? ¿Para qué diablos sirven?

Bueno… las preguntas pueden continuar hasta la extenuación, pero ahora lo importante es lo que haga o quiera hacer el gobierno. Que mucho me temo que dejará la patata caliente para el que se forme en enero, sea del color que sea. Así que… ¡a esperar!

sábado, 21 de noviembre de 2015

Nueva campaña (4)







Ya saben ustedes que si caváramos un hoyo en España acabaríamos encontrando el centro de la tierra, y si persistiéramos en la acción veríamos la luz en alguna de las islas que conforman Nueva Zelanda, o en los mares que la circundan. Por esta razón, se dice que ese país está en nuestras antípodas; en lo opuesto a nuestros pies, que eso quiere decir la palabrita. Y debe ser cierto por lo que les voy a contar: Quizás porque no les gusta la actual, los neozelandeses, van a cambiar el diseño de su bandera, y han preparado una buena cantidad de diferentes modelos, que han sometido a votación popular. Tras varias eliminatorias, la cuestión ha quedado reducida a media docena de versiones, de donde saldrá la nueva y definitiva bandera. Ahora comprenderán ustedes lo acertado del epíteto con que obsequiamos a esas buenas gentes. ¡Tienen que estar en las antípodas para acceder a cambiar la bandera, y para hacerlo mediante un método tan democrático y participativo! Debe de ser porque, como los ingleses, no tienen constitución; así no necesitan modificarla, que es cosa sabida que es algo que no se puede hacer.
Les confieso que cuando reparo en anécdotas como la que acabamos de comentar, siento envidia de estos países sin constitución. Lo mismo me sucede con los países laicos. Pocas cosas han hecho tanto daño a la humanidad como las religiones; las guerras de evangelización y las guerras de religión han causado millones de muertos. Y lo peor es que sus disputas no han acabado. En este espinoso y lamentable asunto se llevan la palma las tres religiones del libro. Posiblemente porque han compartido un origen geográfico, porque vienen de un tronco común... ¡Quien sabe!
Ahora mismo, el presidente Hollande está hablando de guerra, parece ser que su popularidad no estaba muy allá, y la energía que ha desplegado tras los odiosos atentados de Paris puede reparar esa brecha de cara a próximas confrontaciones electorales. Desde luego ha sido de ver la forma en que se presentó en Versailles, ante la Asamblea Nacional y el Senado, atravesando un corredor entre las espadas enhiestas de una guardia de húsares, o algo así. Resultó impresionante, escuchar una voz que anunciaba “el señor presidente de la república” mientras el auditorio se ponía en pie al unísono. Ya le hubiera gustado algo así a Rajoy, pero éste sabe que sumarse a una guerra no le conviene de cara al 20 de diciembre. Sí le convienen, y mucho, la situación de Cataluña y esta mezcla de miedo, crispación y deseo de venganza que los atentados de Paris han traído a la opinión pública, como una nube grisácea de desesperanza y frustración. Para enardecer los ánimos del personal ya tiene a García Albiol, que está en su papel y la tropilla de concejales de pueblo que usan el twitter, aparte de Maroto, claro.
A Francia le llueven los pray for Paris (literalmente, una oración por Paris), que imagino mayoritarios del otro lado del Atlántico, y que ignoran que lo que menos se necesitan en este momento son las referencias religiosas de parte. ¿Qué sentido tiene rezar al dios cristiano por personas asesinadas por un musulmán, o rezar al dios musulmán por lo mismo? ¿Dónde queda el ecumenismo? Mejor me parece la apelación a la paz encarnada en el símbolo hippy que muchos han confundido con una torre Eiffel de luto.
Y entretanto, en nuestro país, la España de Cañizares y Rouco, vuelve el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla con su apelación al peligro de los refugiados sirios: no todos son trigo limpio. ¡Qué le vamos a hacer!

lunes, 16 de noviembre de 2015

Nueva campaña (3)









Esta última semana de la nueva campaña ha resultado muy especial. Empezó con el fenómeno de la polución atmosférica en Madrid, que como saben todos ustedes, es una cosa totalmente novedosa, y la alcaldesa Carmena cayó en la imprudencia de creer que los datos de última hora de la tarde iban a ser iguales a los de horas después: quedó clarísimo que el rojerío no vale para gobernar una ciudad como Madrid, y, lo que es más, que los de Podemos son los culpables de la contaminación existente y, lo que es aún peor, no tienen ni idea de cómo combatir ese problema que han creado. ¡Ay, cuando volverá la Espe!
En esas andábamos cuando el viernes nos golpeó el terrorismo yihadista con sus acciones criminales en Paris. El ruido del separatismo catalán apenas nos había permitido conocer que el gobierno portugués (amigo de Rajoy) está en un grave aprieto que lo dejará en la oposición, o que Bruselas está tratando de retrasar al máximo posible la entrega del último tramo del rescate griego para no tener que entrar en la negociación con ese país de alguna rebaja de su deuda (todo esto para no perjudicar la triunfal campaña electoral del PP). La incalificable acción yihadista, aparte del rosario de víctimas inocentes, ha tenido el lógico efecto de acaparar todos los telediarios y de despertar los viejos demonios.
Se empezó a hablar de guerra y de ser implacables en la respuesta. Y anoche, la aviación francesa destruyó un campo de entrenamiento, un arsenal militar y un puesto de mando, en la ciudad base del estado islámico. ¡Bien!, hemos dicho todos, pero también todos nos hemos preguntado, ¿Ya conocían la localización de esos objetivos? ¿Por qué no los habían bombardeado antes? ¿Ha habido víctimas civiles? ¿Es más que una mera acción de propaganda?
En nuestro país, Rajoy activó el pacto antiterrorista, y Sánchez dijo que no nos doblegarán, Rajoy que España está amenazada, en fin, que de la campaña nada de nada, como no sea la impresión que empezamos a tener de que es mejor que nos dejemos de cambios y otras historias, que los que saben de estas cosas son el jefe de gobierno Valls en Francia y el ministro del interior español (qué dos personajes tan parecidos, ¿verdad? Hasta comparten el lugar de nacimiento). Sabemos a quién beneficia el terror en términos políticos y Europa está ahora anonadada por el golpe sufrido. Así que los refugiados sirios que esperan ser acogidos, bien, gracias.
Y para remate final, los sindicatos de la guardia civil sacaron el sábado a la calle en Madrid a unos diez mil manifestantes reclamando sus derechos. ¡Hasta qué extremos estamos llegando!

martes, 10 de noviembre de 2015

Nueva campaña (2)









Como decíamos en el artículo anterior, el leitmotiv de esta campaña no es otro que la ruptura de España. Así lo hemos podido constatar hoy de un somero seguimiento de los telediarios.
De un lado, hemos visto lo atareados que están los parlamentarios catalanes en sus afanes. Desde luego creo lícito preguntarse por el costo para el erario público de toda esa gente, con sus sueldos y demás prebendas, hasta, al menos, el nueve de enero.
Menos mal que en España las cosas siguen su curso normal. Hemos visto cómo Rajoy prendía al pecho izquierdo de Casillas la medalla de oro al mérito deportivo, cómo la reina entregaba a la Policía la bandera de España, que es de suponer que la había perdido o se la habían robado, y con qué seriedad daba cuenta Rajoy al rey de no sé qué asunto relacionado con los desmanes catalanes. Por cierto, sería un mero efecto visual, pero me ha parecido que la silla del rey estaba en un plano superior a la del presidente del gobierno.
Y nos han contado también que se avecina el estreno de una película sobre Los Juegos del Hambre. No, no, no se confundan, esto creo que es una serie americana de televisión y no tiene nada que ver con la creciente situación de miseria y pobreza por la que pasan tantos y tantos españoles; ya saben ustedes que estamos en plena recuperación económica.
Lo dicho, la campaña, o precampaña para ser más exactos, sigue su curso: hablan de lo que han decidido que van a hablar.