Como
decíamos en el artículo anterior, el leitmotiv de esta campaña no es otro que
la ruptura de España. Así lo hemos podido constatar hoy de un somero
seguimiento de los telediarios.
De
un lado, hemos visto lo atareados que están los parlamentarios catalanes en sus
afanes. Desde luego creo lícito preguntarse por el costo para el erario público
de toda esa gente, con sus sueldos y demás prebendas, hasta, al menos, el nueve
de enero.
Menos
mal que en España las cosas siguen su curso normal. Hemos visto cómo Rajoy
prendía al pecho izquierdo de Casillas la medalla de oro al mérito deportivo,
cómo la reina entregaba a la Policía la bandera de España, que es de suponer
que la había perdido o se la habían robado, y con qué seriedad daba cuenta
Rajoy al rey de no sé qué asunto relacionado con los desmanes catalanes. Por
cierto, sería un mero efecto visual, pero me ha parecido que la silla del rey
estaba en un plano superior a la del presidente del gobierno.
Y
nos han contado también que se avecina el estreno de una película sobre Los
Juegos del Hambre. No, no, no se confundan, esto creo que es una serie
americana de televisión y no tiene nada que ver con la creciente situación de
miseria y pobreza por la que pasan tantos y tantos españoles; ya saben ustedes
que estamos en plena recuperación económica.
Lo
dicho, la campaña, o precampaña para ser más exactos, sigue su curso: hablan de
lo que han decidido que van a hablar.
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