Ha
aparecido con su porte impresionante, con su aplomo ante el micrófono y las
cámaras, y con el retraso preciso para hacer su presencia más esperada. Y ante
la debacle del sistema judicial español, que en palabras de otro aprendiz de
prestidigitador, se ha pegado un tiro en un pie, nos ha prometido que los
españoles nunca más tendrán que pagar el Impuesto de Actos Jurídicos
Documentados (IAJD en la jerga jurídica), y en cambio, será la banca quien lo
hará. Con estas cuatro palabras se ha desvanecido la tormenta y los titulares
tipo “la banca siempre gana” han perdido todo su sentido. Se acabó lo que se
daba, dicho en plan castizo.
Los
que no somos juristas nos preguntamos para qué hemos esperado estas dos semanas
en las que han corrido ríos de tinta –incluso este humilde blog se había sumado
a la moda- si la solución era tan sencilla y la teníamos tan a mano. Para qué
hablar de lo malos que son los bancos, de posibles connivencias entre éstos y
algún sector del sistema judicial; para qué hablar de los miles de millones que
podían estar en juego dependiendo de la retroactividad del ISJD; para qué
discutir si el impuesto lo debe pagar el que da el dinero o el que lo recibe… ¿Qué
importa eso ahora?
¿Hemos
de creer que con ese decreto-ley que se va a aprobar, la banca no va a
repercutir ese importe en otra partida de gastos, o en la cuota mensual que el
comprador se obliga a pagar, y, quizás, cobrar una comisión por tener que
recurrir a la artimaña que se invente? ¿Hemos de creer que esa autoridad
independiente que se va a crear será capaz de evitar que la banca se salga con
la suya? ¿Apostamos algo, como le gusta decir al ministro de asuntos
exteriores? De hecho, la bolsa ha registrado avances en la cotización de los
bancos después del gran aviso. ¿Se deberá solo a que no hay retroactividad?
Finalmente,
¿qué guarda en la chistera el gran prestidigitador? ¿Cómo va a hacer que la
banca sea quien pague? A mí, lo único que se me ocurre es que elimine de raíz
el dichoso impuesto, y lo sustituya por otro nuevo sobre los beneficios bancarios,
en línea con lo que reza en su proyecto de presupuestos generales. Y que no se
vea afectado por créditos fiscales y otras argucias semejantes; al fin y al
cabo, que la banca y las grandes empresas tengan el mismo trato fiscal que las
pequeñas y los particulares.
¡Eso
sí que sería un buen golpe de efecto, aunque seguramente tenga menos glamur!
No hay comentarios:
Publicar un comentario