viernes, 12 de diciembre de 2025

Miles de lápidas

 









Contrariamente a las lápidas individuales, son miles las que después de la guerra iniciada por los partidos de derechas, más el ejército, el clero, el capital y la ayuda militar ítalo-alemana, guerra que tuvo lugar entre 1936 y 1939, fueron los ganadores quienes quisieron dejar constancia de ciertos hechos y otros detalles, cosa que explica la existencia, como se reseña al principio, de miles de esas lápidas en el interior y el exterior de las iglesias; lápidas en las que aparece el nombre sagrado de José Antonio Primo de Rivera, fundador del partido llamado Falange Española tradicionalista y de las JONS (Juntas de ofensiva nacional y sindicalista), partido de extrema derecha que quiso seguir las huellas de Mussolini, que, a su vez, siguió las de Adolfo Hitler.

 

Aparte de todo eso, aparece el lema Caídos por Dios y por la Patria, y la promesa pétrea de mantener presentes a esos caídos. Todo ello en la bandera junto al Yugo y las Flechas. Los muertos son exclusivamente los propios, claro está.

 

Seguramente nada de lo mencionado pudo nunca ser patrimonio de los combatientes del bando contrario, que seguramente no eran merecedores de honra alguna. Ya saben, republicanos, socialistas, comunistas y toda la variedad de rojos que defendieron la República legalmente constituida, que no contó con la ayuda de ninguno de los países democráticos, léase, Francia e Inglaterra, principalmente. Pero curiosamente, ciudadanos de esos países y de Estados Unidos y otros más, formaron las Brigadas Internacionales, para ayudar al bando republicano. Igual que sus compañeros españoles lucharon y los que cayeron fueron ejecutados y arrojados a pozos y cunetas, como si no fueran personas. Es probable que Dios - o sus representantes en la tierra - no les tuvieran en consideración, lo cual ha permanecido hasta estos tiempos nuestros, en los que aún afloran los huesos de muchos de aquellos infelices y nunca se sabrá el destino de los demás.

 

Hemos mencionado al principio la duración de la guerra, pero no está de más recordar que durante decenios se mantuvo la represión de la dictadura franquista sobre aquella parte de la población española que perdió la misma. No fue hasta el año 2007 que se promulgó la Ley de Memoria Histórica, y en 2022, la Ley de Memoria Democrática. La lápida que inicia este relato está cosida a una pared en el interior de una iglesia (no diremos dónde) y me inclino a pensar que antes estuvo a la intemperie y fue esa ley de Memoria Democrática de 2022 la que consiguió sacarla de la calle y, supongo yo, ponerla a buen recaudo en la iglesia; así se cumple la Ley, dado que la iglesia no es espacio público propiamente dicho.

 

¿Qué dirá ese Dios Misericordioso sobre este punto?