LUCAS Y LAS RADIALES
Recurro a Lucas para ver
si me explica, con esa claridad tan suya, el numerito que se ha montado con
esto de las autopistas radiales que tanto dinero nos va a costar a todos.
-Hombre, parece mentira
que os extrañéis ahora, era una operación que estaba cantada. ¿Tú has oído
hablar del método alemán en estas cuestiones de financiación de
infraestructuras?
-La verdad es que no, yo
de esas cosas…
-Es muy fácil, verás: el
Estado tiene la posibilidad, para acometer una obra, por ejemplo una autopista,
sin pagar un solo euro, de encargar a
una empresa o consorcio de empresas que haga la construcción de la misma, que
es lo suyo, pero permitiendo además que esa suma, la perciba la constructora a
través de la recaudación de los peajes correspondientes en los próximos,
veinte, treinta o los años que sean precisos. La constructora recibe en ese
período el importe de la obra, el mantenimiento de la misma y hasta los gastos
de gestión y explotación y va pagando con sus ingresos los préstamos que la banca
le haya hecho para acometer la misma y obteniendo su beneficio. Esto es lo que
llama, coloquialmente, el método alemán, con todas las variantes que quieras
introducir.
-Vaya, pues es una
solución, ¿no?
-Puede serlo, pero ya
sabes que, hecha la ley, hecha la trampa.
-¿Y aquí qué pasó,
Lucas?
-Muy sencillo: el
cálculo de costes, incluyendo el de expropiación de los terrenos, y el de
afluencia de tráfico, que es el que teóricamente iba a permitir el flujo de
caja para que la operación saliera bien, resultó fallido.
-¿O sea que los técnicos
del ministerio correspondiente erraron en sus estimaciones?
-No, hombre, no seas tan
simple, los cálculos no los realizó el ministerio…
-Pero…no me digas que…
-¡Bingo! Los números los
hicieron las constructoras
-Y claro, apuntaron muy
alto y el asunto no cuadró. Pero, entonces, son las empresas las que pierden si
las cosas no salen…
-Eres un primavera, las
empresas nunca pierden, hombre. ¿Recuerdas el caso Castor, ese depósito de
almacenamiento de hidrocarburos frente a la costa de Vinarós? Ahí metieron una
cláusula para cubrirse en el caso de que hubiera una razón de fuerza mayor que
hiciera imposible el almacenamiento.
-¿Y?
-Se produjo una serie de
movimientos sísmicos que lo hacían inviable y a cobrar.
-Y aquí, ¿qué ha pasado?
-Pues aquí se cubrieron
con otra cláusula que llaman de responsabilidad patrimonial de la
Administración, es decir, que como el Estado está detrás, si las empresas no
pagan, que lo hagamos entre todos. Y el Estado ha esperado el tiempo necesario
para que ya no haya ninguna opción y no quede otra que apoquinar.
-¡Pero bueno! Estamos
rodeados de mangantes…
-Tú me preguntas y yo te
respondo, las conclusiones son tuyas. Ahora la cuestión va camino de los seis
mil millones de euros, o un billón de las antiguas pesetas, si lo prefieres. Un
poco más de deuda, otro poco más de recortes, eso se paga fácil, recuerda que a
escote nada es caro.
-Hasta luego Lucas.
-¿Cómo que hasta luego?
Yo no he acabado…
-Ah, perdona…
-Hemos hablado de las
radiales, pero no hemos descendido a uno de los puntos clave: la subida de
coste de las expropiaciones.
-Bien, ¿y?
-Bastará decirte que una
conocida saga familiar se ha levantado ciento cuarenta millones de euros por
haber perdido unos terrenos rústicos sin valor alguno y cuyo origen fue más que
dudoso. Solo te diré que son los herederos de un gran dirigente nacional. El
fundador de un sistema y de una ideología que aún está en el gobierno. Con el
apoyo, eso sí, de los españoles
-No quiero saber más.
¡Hasta luego, Lucas!
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