En
España llevamos cerca de un mes de campaña electoral, y aún nos
queda una semana más. Estamos ya hartos de insultos y
descalificaciones que la mayoría de los candidatos dedican a sus
adversarios políticos, la mayor parte de ellos sin sentido ni
fundamento, pero no conocemos bien lo que cada partido propone como
programa de gobierno si a gobernar llegara.
Hay
partidos que abogan por la bajada de impuestos para todos los
contribuyentes, empresas o ciudadanos, pero no nos dicen cómo la
Administración va a poder sufragar entonces, no ya sus gastos de
funcionamiento, sino los programas sociales en los que se fundamenta
el bienestar de la población. Algunos nos dicen que, sin la
distorsión que los impuestos producen en el juego económico, la
economía con la vela hinchada de esa libertad va a crear empleo
suficiente para todos, lo que permitirá a los ciudadanos pagarse
todo lo que precisen. Esto, que es el sueño del neoliberalismo, (que
vivamos de las migajas que dejen los ricos en su derroche) es algo
que no tiene constatación histórica, y otros dicen que sirven, en
realidad, los intereses personales que están tras los ciudadanos con
grandes fortunas y las grandes empresas. Continúan diciendo que los
impuestos en España son ya lo suficientemente altos si los
comparamos con los que se pagan en Europa, por lo que pretender
subirlos para poder pagar demandas sociales es ya una locura.
Pero
según declaraciones de Carlos Cruzado, presidente de Gestha, la
asociación que agrupa a los Técnicos Superiores del Ministerio de
Hacienda, citando datos de Eurostat, el organismo que produce las
estadísticas de la Unión Europea, España recauda 6 puntos menos de
PIB que la media europea, lo que supone un déficit recaudatorio de
unos 70.000 millones de euros para nuestro país, y que nuestro gasto
es “solo” 5 puntos menos de PIB que la misma media europea. Estas
cifras están al margen de la evasión fiscal que sufre nuestro
sistema impositivo, que las mismas fuentes cifran en el entorno de
otros 60.000 millones anuales, entre lo que los españoles evadimos
en impuestos directos e indirectos, en comparación también con la
evasión fiscal, digamos media, que se padece en Europa.
Estos
datos no han sido contestados en modo alguno, si acaso se recurre a
la eterna cantinela que mencionábamos más arriba sobre el carácter
distorsionador de la política fiscal. La verdad es que si en España
lográramos reducir la trampa fiscal a la mitad, dispondríamos, por
ejemplo, para pagar el doble del actual servicio de la deuda, es
decir, el doble de los intereses que anualmente pagamos para
financiar nuestro déficit fiscal.
Esto
son datos, como decimos, no opiniones. Si pagáramos los impuestos
que, de media, pagan los países con los que nos comparamos, esos a
los que ganamos en fútbol, para entendernos, podríamos gastar más
en educación, en sanidad, en pensiones, en dependencia, en
investigación, podríamos encarar con ventaja los retos del cambio
climático, el problema de las provincias despobladas, el
envejecimiento de la población, en fin, todo lo que constituye el
estado de bienestar y los retos a los que se enfrenta nuestro país.
Y sin que nuestras empresas estuvieran en desventaja con sus
competidores europeos y de otros países, pues éstas pagan lo que no
pagan las nuestras.
Por
otro lado, las grandes empresas españolas tienen del orden de
100.000 millones de euros en créditos fiscales. Para entender qué
es eso podemos recurrir al siguiente símil. Sabemos que hubo miles
de personas que perdieron la vivienda que compraron al no poder pagar
la hipoteca que pesaba sobre la misma. Perdieron el piso
irremediablemente y fueron expulsados de su hogar. La crisis afectó
también a las empresas, y muchas hubieron de cerrar: perdieron su
vivienda, podríamos decir. Pero otras, entre ellas las del Ibex 35,
pudieron convertir esas pérdidas en créditos fiscales que
descontarán de futuros beneficios; por eso se dice que muchas
empresas no pagan nada -pagan en realidad, el 7%. Las empresas
tuvieron una oportunidad para salvarse, en tanto los ciudadanos se
vieron abocados a la ruina.
En
la actual campaña electoral, la derecha una y trina (como la
Santísima Trinidad) ha optado por una política opuesta al anunciar
en caso de victoria una rebaja de impuestos, lo que llevaría a un
desmantelamiento de nuestro estado de bienestar.
Datos
y no opiniones, insisto. No nos dejemos engañar.
Por
otro lado, es obvio que invertir en técnicos fiscales no solo se
paga solo, sino que es muy rentable. Y no olvidemos que España
tiene, en relación a su población un número de inspectores,
notablemente más bajo que el de los países con los que nos gusta
compararnos, en muchos casos estamos a la mitad de inspectores por
cada 100.000 habitantes en relación a países como Alemania,
Inglaterra o Francia.
En
resumen, esos países socios y vecinos nuestros pagan más impuestos
que nosotros, con unos tipos impositivos más progresivos, puesto que
paga más el que más tiene; sus empresas pagan también más. Por el
contrario, son sociedades más igualitarias, no existe el bache de
desigualdad que tenemos en España, ni la tasa de pobreza que
nosotros padecemos.
Mientras,
aquí, como hemos señalado más arriba, los partidos que han ganado
en Andalucía, lo primero que han hecho ha sido eliminar de un
plumazo el impuesto al patrimonio y el de sucesiones. Y ello,
hablando de igualdad y de justicia social. ¿Quién es el que hereda,
el jornalero andaluz o el dueño del cortijo? ¿A quién beneficia
entonces esa política?
Quedan
como hemos dicho al inicio, unos días para el cierre de la campaña
y para depositar el voto en la urna.
No
nos dejemos engañar.
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