Tras una paciente búsqueda de documentación adecuada me encontré con unos 30 recortes de periódicos sobre okupaciones, otros casi 40 de intervenciones de las fuerzas del orden para desokupar viviendas, más de 25 recortes de desokupaciones llevadas a cabo por empresas especializadas, y, exactamente 43 de declaraciones de distintos jueces, unos afirmando que una okupación se resuelve rápido, a veces solo con la visita de personal del juzgado, en tanto otros jueces afirman que no hay manera de desokupar una vivienda, que resulta realmente difícil ya que los juzgados están sobrepasados; otra docena y media de artículos sobre la Sareb, y ni les cuento las docenas de ellos sobre estas empresas de seguridad que se están poniendo las botas instalando sus aparatos. Armado con todo ese material más otros artículos que me entraban a diario, me dispuse a su análisis para poder ofrecerles a ustedes un buen resumen del fenómeno jurídico, social y económico que conocemos como okupación.
A la semana, tuve que acudir al centro de salud y mi doctora de cabecera me examinó minuciosamente y ordenó unos análisis que no revelaron mal alguno. ¿Qué estás haciendo últimamente? me preguntó, ¿estás leyendo o escribiendo mucho? Ante mi afirmativa me dijo, mira, tómate un respiro, una semana al menos y verás como te recuperas. Dentro de cosa de diez días, vuelves que quiero verte.
¿Y saben qué pasó a continuación? Al día siguiente, como por arte de magia, ahí que apareció Lucas al teléfono.
- Qué?, cómo estás?
- Bien, Lucas, bien, …
- Déjate de tonterías, hombre, he encontrado a tu mujer y me ha puesto al día, con la condición de que me calle. Así que ya estás enviándome todo el material tóxico que tengas, aunque necesites tres envíos.
A los dos días me volvió a llamar:
- Hola Lucas.
- Hola panoli.
- Qué?
- Pues eso que eres un panoli.
- Pero Lucas…
- Tú quieres que te ayude? Si no, se lo digo a tu mujer, y listo.
- No me jodas Lucas…
- Pues atento.
- A ver dime.
- ¿Tú crees que los okupas y demás son los responsables de los males de España? Tú mismo has mencionado la Constitución, los diversos intereses en juego, el juego político, etcétera. Pero fíjate que estos mismos días hemos conocido los resultados apabullantes de las grandes empresas españolas, y es en esas cifras en las que debemos fijarnos.
- Pero tú crees...
- Recuerda a ese presidente de Iberdrola, creo que era, el que se reía a mandíbula batiente llamando tontos a una parte de su clientela, porque estaban en una tarifa por la que tienen que pagar un precio más elevado; el mismo que vació los pantanos, como si el agua fuera suya, para aprovecharse del precio de la electricidad y forrarse, a sabiendas de que acababa con las reservas de agua; hoy hemos sabido que el cambio de carril no es nada fácil, y los clientes tratan, sin conseguirlo, de acceder a otra tarifa más económica. Y encima el tipo ése que se ríe públicamente de sus clientes, amenaza con recurrir ante los tribunales el impuesto gubernamental a las energéticas. Entretanto esos tribunales se resisten a cambios en su estructura interna porque con la que tienen desde hace diez años, les va mejor para defender los intereses de las grandes empresas. Lo vas viendo claro?
- A ver si yo...
- Y los resultados de las refinerías de crudo? Recuerdas a aquel gerifalte del PNV que pasó a la presidencia de Repsol? Ese sí que tomó la puerta giratoria adecuada. Ahora en Repsol se está poniendo las botas, como Feijóo no diría, porque éste prefiere que el dinero vaya a las grandes empresas que son las que le sostienen. ¿Y de los bancos? ¿Tienen que estar sufriendo los tenedores de hipotecas para que ellos ganen cantidades ingentes? ¿Y ante las medidas del gobierno para gravar esos beneficios exorbitantes nos hablan de abusos? De esto es de lo que tienes que escribir, aquí si que hay dinero. Dinero e injusticia. Aquí es donde el gobierno tiene que echar el resto, en beneficio de la ciudadanía. Es lo justo. Y si no lo hacen, perderán las próximas elecciones. Y con razón. ¿Entendido?
- Vale, vale, Lucas, te he entendido. Gracias por tu ayuda.
- De nada, panoli.
- Joder, Lucas…
- Es una broma, hombre. Hasta otra.
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