jueves, 6 de noviembre de 2025

Una de lápidas

 








 Hay miles de lápidas, inscripciones, señales, en fin, que buscan llamar la atención del caminante. Nos indican el nombre del lugar o alguna característica del mismo, y sobre todo algo que sucedió ahí. Todo ello para atraer la atención del caminante por las razones que fueran.

Échenle una mirada a la lápida de arriba. Cumple con la acepción más común, cual es la de informar de una muerte. Pero veamos cómo, en lugar de sobrevalorar la vida, la fama, o la bondad del muerto, que no van los tiros en esa dirección sino en otra muy distinta, lo que se enaltece son esos mismos atributos, pero en otra persona. O sea, el colmo.

Les explico: resulta que en medio de un parque hay un hermoso palacio en el que acostumbraba a pasar unos días en el verano una reina española. Frente al palacio, al pie de la carretera vivían unos ciudadanos normales. Y estando en frente, no tiene nada de particular que prestaran sus servicios a la familia real. Los varones se ocuparían de cuidar el jardín, los animales, los carros, etcétera, en tanto las mujeres andarían por los aposentos y los salones cuidándose de su limpieza; está claro que la cocina dependería de gente traída de Madrid que conocía bien el oficio. Y, como todo en esta vida tiene su fin, uno de los primeros llegó al suyo. Y este uno había trabajado varios años para la reina. Y algún secretario tuvo la feliz idea de labrar unas letras en una lápida y colocarla encima de la puerta del fallecido, para que fuera vista por todos los paseantes por el camino y - esto entre nosotros - para mayor gloria real. Hay que reconocer que la lápida está muy bien redactada, como pueden ver. Sólo la fecha antes que la reina, cuya magnífica presencia honra el domicilio del muerto, y garantiza el destino de su alma, asistiendo al viático. La reina tiene nombre, por supuesto, no así el muerto, que solamente tiene categoría de servidor.

Hoy, este tipo de sucedidos no son muy distintos a los del pasado. Como decía aquél, siempre hay clases. Y no digamos si hay una monarquía de por medio.

 

 

 

 

 


2 comentarios:

  1. Me has dejado con la curiosidad..., tendrás que llevarme a ver esa lápida, vale?

    ResponderEliminar