Se completa aquí la trilogía sobre la pérfida Albión. Esta entrada se ha publicado en el número de abril de la revista OP Machinery, aparecido en el corriente mes de mayo de 2015.
En esa manzana contigua, aún enfrente de la
iglesia, pared con pared con el pub El perro de Pavlov, hay un pequeño
establecimiento en el que uno puede adquirir una aceptable variedad de revistas
de índole militar y, lo más importante, alistarse en la Royal Navy, la Royal Air Force, o en el Army. Y en el escaparate se pueden comprobar
los requisitos para entrar, el primer sueldo que se puede cobrar, o la carrera
a la que se puede tener acceso con un desempeño normal. España acuñó aquello de
la espada y la cruz; bien pudiéramos decir que el equivalente inglés fuera la
espada y el comercio y los intereses, o algo parecido. Para imponerlos y
defenderlos necesitaban la espada. Y como de una u otra manera tienen aún sus
colonias, Inglaterra sigue necesitando de un ejército potente que defienda sus
intereses, aunque le cueste el 2,2 de su PIB, siendo el cuarto país en volumen
de gasto, tras USA, China y Rusia; al menos lo necesitan sus grandes empresas y
su capital financiero, y tiene una ciudadanía sumisa que lo paga.
Esta
manzana es de enormes dimensiones. En la calle opuesta a esta en que nos
encontramos, a casi unos trescientos metros, llamada Paseo de la Reina,
podremos encontrar una tienduca que alberga a la asociación de los veteranos
Gurkhas, los británicos olvidados, como ellos mismos se autoproclaman. Estos
hombres, de origen nepalí, sirvieron al ejército inglés, en el que fueron
utilizados como fuerza de choque y donde sobresalieron por su demostrada
habilidad en abrir las tripas del enemigo. Fueron utilizados por última vez en
la guerra de las Malvinas, luchando contra los pobres soldados argentinos a los
que la dictadura había enviado a morir por la patria. Hay muchas versiones y
desmentidos, y se dice que los Gurkhas fueron empleados, drogados, en un ataque
desesperado contra un promontorio bien defendido que al final tomaron pero con
cuantiosas bajas.
Lo
que sí parece claro es que alguien les prometió en algún momento de los
doscientos años de estrecha colaboración con el ejército inglés, un retiro
similar al de los soldados ingleses, según unos, la nacionalidad británica
incluso, según otros. Lo cierto es que da cierto reparo verlos en su local
reivindicativo, con unos rostros que denotan una mezcla de cansancio y amargura.
Pero nunca de resignación, por lo que es prudente no hurgar más en esa herida y
continuar nuestro recorrido por la manzana.
Pues
bien, damos la vuelta a esa manzana, volvemos frente a la iglesia tantas veces
citada, y entramos en el centro comercial de segunda del que hemos hablado
anteriormente. El centro tiene dos plantas, y, en la segunda, donde las rentas
son más bajas, encontramos un hermoso local con un parecido a los ambulatorios
de nuestra sanidad. Tiene un pequeño servicio de urgencias, y los vecinos
pueden acudir para consultas médicas. Si es la primera vez que se acude hay que
registrarse, como es lógico. El impreso, exige datos que podemos esperar, como
edad, sexo, estatura, peso, que si fumas o has fumado, si bebes y en ese caso
cuanto, y por supuesto, si tienes un problema con las drogas. Luego tienes que
definirte racialmente, y como el inglés es más conciso en estos menesteres,
permítanme ponérselo en ese idioma:
White (British), Other White, Indian, Pakistani, Black Caribbean, Black
African, Mixed, Others (Please State). Qué quieren, a mí me gustó. El centro
sanitario, como el centro comercial en el que está ubicado, abre de lunes a
domingo, de 8 de la mañana a 8 de la noche, todos los meses del año.
Hemos
hecho un recorrido urbano que, sin paradas, nos llevaría poco más de diez
minutos a un paso normal. Y hemos encontrado unos buenos ejemplos acerca de una
sociedad no tan diferente de la nuestra; eso sí, con unos objetivos
estratégicos distintos. Fue patria del liberalismo, ahora los derechos
individuales están subordinados a los del capital. A esa situación nos encaminamos nosotros.
Pero también, a muy pocos metros de todo lo expuesto, si es sábado, uno puede
toparse con una concentración contra el fracking
y otra contra el TTIP. Afortunadamente, hay de todo.
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