A
VUELTAS CON CATALUÑA (3)
El
rey estuvo bien, anoche cumplió con su papel, es decir, leyó con un buen tono y
una perfecta dicción el texto que le habían preparado.
¿Quiénes?
Los del gobierno, los mismos que preparan las intervenciones de Rajoy, pongo por
caso, tal y como dicta la propia Constitución Española, pues ya sabemos que el
rey reina pero no gobierna. ¿Qué quiere decir esto? Que presta su figura –y
ciertamente tiene buena figura- para los actos oficiales, sean éstos de
protocolo, de celebración o de luto. Ahí pronuncia unas palabras que le han
preparado o, en ocasiones, le ha preparado su casa civil, su secretario si lo
prefieren, previo visto bueno del gobierno. Esto lo sabemos todos desde
siempre, pero es muy conveniente repetirlo. ¿Por qué? Porque tiene sus ventajas
y también algún inconveniente, para la institución monárquica, me refiero.
Entre
las primeras está la seguridad de que si cumple con el gobierno al hacer lo que
éste espera de él, se asegura automáticamente seguir ocupando la morada que
habita con el frigorífico lleno. Pero se puede generar así un pequeño
inconveniente, si en un momento dado hubiera una disociación entre los
intereses del gobierno y los del pueblo gobernado. Y, claro, si el pueblo
considera que el Rey está más de parte de aquél puede intentar cambiar la
relación de fuerzas. Y esto, si se concretara, no le interesa a la institución
monárquica, que se mantiene por vínculos sanguíneos que no garantizan nada, y
que, a la larga, cansa al pueblo que puede preferir un sistema republicano, a
cuyo representante, el Presidente de la República, se le puede elegir para uno
o varios mandatos, y del que se espera que encarne los intereses de toda la
ciudadanía, de los que le han votado y de los que no; es decir, que en muchos
casos, actúe de árbitro.
Y
ésta forma de actuar es la que no se dio anoche en el discurso del Monarca. Se
olvidó de la mala gestión del gobierno en el desarrollo, más que decenal, de
esta crisis, de la equivocación de pensar que se puede, in eternis, invocar a una Constitución que ya no despierta
adhesiones, que no se puede dejar de lado a los millones de votantes, dentro y
fuera de Cataluña que claman por una solución negociada que él podría haber
patrocinado, etcétera.
De
modo que ayer fue un mal día, y cada fecha que pasa nos acerca a un escenario
que nadie se atreve a visualizar, porque, del otro lado, el President
Piugdemont adelantó que su gobierno presentará al Parlamento Catalán la
aprobación de la Declaración Unilateral de Independencia, que no puede conducir
a ningún puerto seguro.
En
estas estamos.
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