A
VUELTAS CON CATALUÑA (5)
Puigdemont
ha contestado, y colijo que hay una aplastante mayoría que estima que debiera
haber sido más claro en la respuesta. Veamos: a mí me sorprendió sobremanera
que el gobierno español no hubiera entendido sus palabras ante el parlamento
catalán. ¡Hombre!, Rajoy no es precisamente una mente poderosa, y además ha
sabido rodearse de personas menos brillantes que él –observen que ésta es una
táctica para evitar la posibilidad de que alguien le haga la cama- pero la
declaración de Puigdemont fue clara: asumo el mandato de las urnas del 1 de
octubre, pero pido al parlamento catalán que establezca una moratoria en su
aplicación. ¿Se votó la declaración de independencia? No. ¿Dónde está la duda?
Un no independentista y persona muy brillante como Josep Borrell, lo había
advertido antes de la votación: Si el parlamento no se pronuncia a favor, no
puede hablarse de declaración de independencia. En vez de eso hicieron otra
cosa, como retirarse a otra sala donde los partidarios firmaron un documento
que podrá obligarles a ellos, pero nada más. De modo que a mí me queda
perfectamente claro. Otra cosa sería que Puigdemont hubiera adjuntado a su
misiva de esta mañana una copia certificada de la sesión del parlamento de ese
día 10, pero los de Madrid no se lo habían pedido.
Sospecho
que éstos, que no son tan tontos, querían dejar claro quién manda, y por eso le
pidieron algo que él no tenía porqué declarar, pues, con razón o sin ella -y yo
creo que sin razón-, sí tiene derecho a defender y mantenerse en sus principios
políticos. Esperemos al siguiente gambito.
Lamentable
y gravísimo lo ocurrido con los incendios en Galicia (y en Portugal) El
presidente gallego, Feijoo, uno de los que siempre se postulan para suceder a
Rajoy, ha declarado, lleno de razón, que Galicia no se quema sola. Y es cierto,
Galicia se quema –se ha quemado muchas veces- por la falta de una política de
defensa de los montes, por el abandono del campo que se hace selvático y más
propenso a las llamas, por la escasez de medios para limpiar los márgenes de
las carreteras y para hacer más cortafuegos, por la falta de una ley que prohíba
un uso distinto al terreno quemado y la venta de esa madera, por el despido de
casi quinientos trabajadores de los servicios de montes, etcétera. Porque hacer
esto que decimos arriba es mirar por España, aunque no se lleve bandera alguna.
Con
rostro apesadumbrado Rajoy ha llegado ya a Galicia. ¡Menos mal!
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