Este artículo ha sido publicado en el número de marzo de la revista OP Machinery.
Reclamo la presencia de Lucas porque tengo un lío en la cabeza a propósito de la economía, las ayudas, el estado del bienestar, el crecimiento, el PIB, las rentas básicas, y en fin, todo ese cúmulo de conceptos que uno no deja de escuchar aquí y acullá, y no me queda mejor opción que hacerme el encontradizo para hacerle unas cuantas preguntas
- Hola Lucas, ¡cuánto tiempo sin vernos!
- Siempre te digo que eso es cosa tuya, no tienes más que buscarme. ¿Qué te lleva a hacerte hoy el encontradizo?
- De verdad que es un encuentro casual.
- Ya lo sé, ya, pero ¿qué quieres saber hoy?
- Bueno, pues ya que estamos, me tiene muy preocupado la salida que se vaya a dar a esta pandemia, me refiero a los aspectos sociales y económicos...
- Ya, y particularmente, todo ese embrollo de la renta básica, el ingreso vital, la renta de garantía…
- Eso, eso, ¿cómo lo has adivinado?
- Hombre! Nos conocemos desde hace tiempo, pero bueno, vayamos avanzando. Si te parece hablamos de la Renta Básica, que es el concepto más amplio y el más conocido, aunque no el más aplicado, por las dudas que suscita. Como imagino que ya lo conoces, más o menos, me puedes plantear las que tengas y así vemos de resolverlas.
-Muy bien, Lucas, algo que siempre se dice es que puede desincentivar la búsqueda de empleo por parte del que la recibe.
- En efecto, es algo que siempre se dice. Te diré dos cosas a este respecto: acaban de hacerse públicas las conclusiones de un estudio llevado a cabo en Finlandia con el único objetivo de averiguar esa cuestión, y lo que nos dice ese estudio es que el colectivo de trabajadores que recibió una renta de 650 euros mensuales trató con más ahínco de encontrar otro empleo que los que no habían recibido la renta. Y, aunque no estaba entre los objetivos de dicho programa, ya no se discute que la percepción de una renta mínima faculta a quien la recibe a desdeñar puestos de trabajo mal pagados, le permite tratar de mejorar su conocimientos para acceder a otros trabajos, y sobre todo, al estar más cubierto, puede llevar una vida más digna y quedar a merced de cualquier coyuntura desfavorable. Lo que ocurre es que en este sistema que nos ha tocado vivir, nadie discute que el Estado ayude a las empresas y, por supuesto, a los bancos, pero no nos parece bien que las ayudas vayan directamente a las personas. Y desde un punto de vista económico es un tremendo error. Verás, en una situación de crisis, cuando la tasa de paro sube, los salarios bajan y las expectativas de encontrar trabajo son solo un sueño, suele ser frecuente que se apoye a las empresas, cuando lo que éstas necesitan es que haya mercado, que capacidad de producción es lo que les sobra. En esas circunstancias, todo lo que sea ayudar a los consumidores se traducirá en un incremento de la demanda que las empresas tratarán de satisfacer, lo cual, a su vez, hará que el empleo aumente y a su vez crezca la demanda. Pero esto no se hace, y ¿sabes por qué?
- Dímelo tú Lucas.
- Pues te voy a ser claro y sincero: Por la sencilla razón de que todo lo que sea dar dinero a los trabajadores es algo que repugna al sistema y la ortodoxia capitalista. Para ellos esto va contra natura, no lo pueden admitir.
- Pero Lucas…
- Ni pero ni nada, créeme, es así.
- Bueno, bueno, Lucas, oye que se me va a hacer tarde.
- Qué tarde ni qué tarde! Lo que pasa es que a ti tampoco te gusta oír las verdades.
- Vale, vale. ¡Hasta luego Lucas!
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