Este artículo ha sido publicado en la revista OP Machinery en su número de abril.
Como
quiera que Lucas se brindó amablemente a hablarme del agua –¿será
que a este hombre se le está endulzando el carácter?- he decidido
llamarle, no sea que cambie su disposición de espíritu, y pedirle
que me hable de la dichosa agua, que cada día está en peor
situación.
-
Hola Lucas, no quiero abusar de tu paciencia pero sí que me cuentes
algo del agua, como me prometiste, siempre que te venga bien,
claro está.
-
No te preocupes, lo haré, pero piensa que hay mucho que decir del
H2O e imagino que nos tomará, sin ser exhaustivos, para dos o
tres charlas. Porque tu querrás hacerlo en varias entregas, ¿verdad?
-
Pues sí, ya sabes. Oye, ¿y eso del H2O qué es?
-
Muy fácil, hombre, se trata de la fórmula del agua, es decir, una molécula
de agua está compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de
oxigeno: eso es el agua.
-
Bien, bien, sigue.
-
Vale, has de saber que el agua está en el origen de la vida, de cualquier
tipo de vida, incluida la animal y, por supuesto, la nuestra, y sin
agua la vida no sería posible. Esto es bien sabido por toda la humanidad,
pero como al mismo tiempo siempre se ha podido disponer de agua,
nuestro comportamiento con el agua consiste en disponer y consumir.
-
Ya, claro.
-
Hace ya más de diez años, el Foro Mundial del Agua nos recordaba
que la época del agua fácil ya había acabado, denunciando que
hasta 50 años atrás las políticas del agua en todo el mundo habían
consistido en
aportar siempre más agua, en tanto que se debiera haber entrado en
políticas de regulación de la demanda, como haríamos con cualquier bien
escaso; esto, como queda dicho, hace ya medio siglo, y todavía hoy
nos limitamos a emitir consejos sobre su utilización, esperando que
el mensaje cale en la población. Entretanto, y habiéndose declarado
su disposición como un derecho para toda la humanidad, la realidad
es, sin atisbo de mejora, que unos 1.000 millones de personas carecen
de acceso al agua y otros 2.600 millones no disponen de saneamiento
básico, por lo que 1,5 millones de menores de 5 años fallecen
anualmente por esta causa. Es decir, la mitad de la humanidad tiene
muy graves problemas de falta de agua.
-
O sea que comienza a ser grave.
-
No, no, ya lo es. El principal usuario del agua es la agricultura,
que consume más del 70% del agua, en tanto el regadío por aspersión
o por goteo, que es más sobrio en el consumo no está lo
suficientemente extendido debido a su coste y a la nula política de
los poderes públicos, por lo que sigue aumentando la proliferación
de pozos de extracción clandestinos que están acabando con los
acuíferos. Si escuchamos la opinión de los agricultores, sean
pequeños productores o multinacionales del sector, nos dirán que
tienen derecho al agua como todo el mundo, que les cuesta sacarla y
que prestan un servicio al obtener alimentos para una humanidad en
necesidad. Hay algo de cierto en este tipo de respuestas, pero quizás
debiéramos preguntarnos y preguntarles dónde está escrito que
puedan obtener el agua que consumen, o que si no será cierto que el
agua, de ser de alguien, lo será de todos, y que ellos se benefician
– las más de las veces notablemente – de su exclusivo uso, como
lo demuestra que inviertan en su obtención y en su aprovechamiento
exclusivo. Pensemos simplemente en los manantiales de aguas
medicinales o simplemente potables. ¿Tiene algún sentido que esos
manantiales sean de propiedad privada? ¿no debiéramos, más bien,
considerar el agua como bien público? En fin, hay tantas preguntas
que hacerse que no terminaríamos nunca. Y esperemos que el aire que
respiramos no sea el día de mañana, como el agua, una propiedad
particular.
-¿Pero
qué me dices Lucas?
-Lo
que oyes, y aún más: pienso que entretanto si hay que regar debiera
hacerse solo en fincas de titularidad pública, nunca privadas.
-Bueno,
bueno, Lucas, ahora tengo que dejarte, pero
te volveré a llamar
si no tienes inconveniente.
-Cuando
quieras, estoy disponible.
-Hasta
luego, Lucas!