Ha
habido un par de noticias en las últimas cuarenta y ocho horas que han sido,
para mí, muy reveladoras de una nueva situación.
La
primera es que el gobierno español va a extender la asistencia sanitaria a los
“sin papeles” o “ilegales”, que de ambas formas se les conoce. Ya saben, esos
ciudadanos de otros países que han venido a España a operarse de cataratas y
otras dolencias; al menos así se les conocía en ciertos círculos por los que
suele transitar la derecha mediática y política española.
La
segunda consiste en que la abuela de Lanzarote que entró en prisión por
defender –de la única manera a su alcance- la vivienda en que reside con sus
hijos y nietos, a todos los cuales mantiene con su exigua pensión, saldrá el
viernes de su celda merced a una medida de gracia del propio Presidente Rajoy.
Esta
mañana, en la playa, un vecino de sombrilla me transmitía la idea de que, sea
cual sea el resultado electoral del próximo otoño-invierno, la sociedad
española está ya ganando algo, pues parece que el partido del gobierno
dulcificará un poco sus políticas, a juzgar por ciertos comentarios.
Como
este convecino es un hombre biempensante y estamos de vacaciones, le di amablemente la razón, y me guardé la respuesta que a ustedes no puedo hurtar:
¡Cómo se nota que ya estamos en plena campaña electoral!
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