martes, 27 de marzo de 2018

Las cosas reales








Primero está el rey, luego el duque, detrás el marqués, sigue el conde, aparece el barón y termina el señor. Si no me equivoco mucho, este es el orden en estas cuestiones de la monarquía; es decir, los del común, debemos obediencia al señor, y así se sigue por la escala jerárquica hasta dios, de quien todos dependemos.
A veces, aparece alguien muy dotado y merecedor, y el rey le concede un título: esa es una de sus múltiples prerrogativas. Recuerden cuando el rey anterior hizo marqués a Vicente del Bosque: había ganado para España el campeonato mundial de fútbol, ¡casi nada!
De modo que si el rey puede otorgar títulos, igualmente podrá ratificarlos, digo yo. La nieta de Su Excelencia el Caudillo reclama para sí el título al que legítimamente tiene derecho, como heredera de su madre, que lo poseyó, concedido también por Su Excrecencia.
¿A qué vienen, pues, estas quejas, a mi modo de ver, totalmente infundadas? ¿Vamos a discutirle al rey sus derechos? ¿No estamos en una monarquía?
Si alguien no está de acuerdo, que se proclame republicano. Seamos consecuentes.

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