"Primero vinieron a buscar a los
socialistas, y yo no dije nada,
porque yo no era un socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada,
porque yo no era un sindicalista.
Luego vinieron a buscar a los judíos, y yo no dije nada,
porque yo no era judío.
Luego vinieron a buscarme, y no quedó nadie para hablar por mí."
porque yo no era un socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada,
porque yo no era un sindicalista.
Luego vinieron a buscar a los judíos, y yo no dije nada,
porque yo no era judío.
Luego vinieron a buscarme, y no quedó nadie para hablar por mí."
Poema erróneamente atribuido a Bertolt Brecht, quién fue responsable
de su difusión.
“Estoy en desacuerdo con lo que
dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Frase erróneamente atribuida a Voltaire.
He
querido iniciar esta entrada con dos conocidos textos. El primero, atribuido al
gran dramaturgo alemán Bertolt Brecht, nos habla de lo estúpido que resulta
hacer el Tancredo ante los evidentes
avances de un gobierno que, para decirlo suavemente, se asoma continuamente al
abismo de la dictadura. Si yo no tuviera la provecta edad que pesa sobre mis
espaldas, consideraría seriamente la salida del exilio. El segundo, una
acertada defensa de los derechos democráticos de pensamiento, manifestación y
asociación, justo cuando se concretaban, define la postura obligada para
aquellos que como yo mismo no nos sentimos nacionalistas ni, por ende,
separatistas. La libertad de opinión, el pensar como se quiera y el poder manifestarlo,
están en la base de un sistema político que se tilde de democrático.
Esta
España, o esta deriva de una España nacida de la dictadura franquista, que este
gobierno está pilotando se está especializando en conculcar los más elementos
principios que, por democráticos, le son ajenos. Incluso un tribunal de Naciones Unidas que se ocupa de los
derechos humanos acaba de advertir a las autoridades del Estado sobre la
ilegalidad de la situación de Jordi Sánchez, preso hace tres meses.
La
gran mayoría de catedráticos de derecho constitucional españoles, manifiestan
sus dudas sobre la situación procesal de aquellos que sufren cárcel por el
llamado process catalán. Yo, que no
soy jurista, no puedo entender que personas que bajo las reglas legales
vigentes han podido presentarse a unas elecciones como las del 21 de diciembre
pasado, pasen, por el hecho de haber contado con el voto de sus conciudadanos a
perder sus derechos políticos como diputados electos. ¿Para qué, entonces, se
les permite presentarse a las elecciones, hacer campaña y ser proclamados
electos? ¿Lo entienden ustedes?
Delitos
tan graves como el de rebelión y sedición, penados con el doble de años de
cárcel que en cualquier país europeo, se aplican a personas que no han recurrido a las armas, a las algaradas
callejeras, o a los crímenes de lesa patria. En tanto, unos, como el cuñado del
rey, con una sentencia firme a sus espaldas, continuan gozando de la libertad
más absoluta; y otros, engarzados, en el régimen corrupto que caracteriza al
actual gobierno siguen gozando en libertad de lo saqueado al bien común de los
españoles.
Para
terminar, les dejo un texto que sí se atribuye a Brecht y que atina en señalar
la que puede ser la principal causa de nuestra situación, y que tiene difícil
arreglo: “El analfabeto político es tan burro
que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe
que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor
de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las
empresas nacionales y multinacionales”
¿Saldremos de esta?
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