Este artículo se ha publicado en la revista OP Machinery, en su número de enero del corriente año.
El
día de los Santos Inocentes despertamos con la noticia de que el Tribunal de
Cuentas había encausado a Ana Botella, esposa del ínclito Aznar y alcaldesa que
fue de Madrid (por designación oficial, al acceder a dicho cargo sucediendo a
Gallardón que subió otro peldaño hasta ser ministro, o se ganó el cargo de
ministro por dejar vacante el de alcalde, vaya usted a saber) y a varios
conmilitones suyos, por la venta de un par de miles de viviendas sociales a eso
que ustedes llaman un fondo buitre.
Es decir, la típica inocentada del 28 de diciembre. De un lado porque mucho ha
tenido que cambiar el Tribunal de Cuentas, organismo ineficiente donde los
haya, y claro referente del enchufismo nacional, hasta con prácticas
endogámicas para cubrir sus vacantes de personal; y del otro por la
personalidad de los enjuiciados.
Pero
resulta que el Ayuntamiento de Madrid, a cargo de Manuela Carmena, había
denunciado por fraudulenta la venta de esas 2.000 viviendas en el ya lejano año
de 2012 al fondo Blackstone y a otro fondo de Goldman Sachs, (uno de los
máximos responsables de la crisis de 2008) misma operación que el gobierno de
la Comunidad de Madrid de la época había también llevado a cabo, en este caso,
con 3.000 viviendas. No tiene nada de extraño, pues, que el citado Blackstone esté
considerado como uno de los mayores “caseros” de España. Paralelamente, también
se dice que estos fondos son propietarios de en torno al 30% del valor bursátil
español. Es decir, se están quedando con España, con la aquiescencia oficial y
por intereses personales, pero son los catalanes los que quieren acabar con
nuestra patria. A los catalanes les podemos enviar los tanques; a estos otros,
¿qué les enviaremos?
Bien,
hagamos un poco de historia y no nos desviemos del caso: en algún momento
anterior al estallido de la crisis, tanto el ayuntamiento de Madrid como el
gobierno de la comunidad autónoma, decidieron con buen criterio, acometer una
serie de promociones inmobiliarias para poner a disposición de familias con
menos recursos viviendas sociales en régimen de alquiler. Podemos recordar algunas
imágenes de televisión con Esperanza Aguirre, con aquella sonrisa suya,
entregando la llave del piso a la familia que, cumpliendo los requisitos
establecidos, se había hecho acreedora a su disfrute pagando un alquiler
asumible. Con el estallido de la crisis, las cuentas públicas entraron en
barrena, así como las privadas, y tanto Ayuntamiento como Comunidad –ambos
gobernados por el Partido Popular- tuvieron la “feliz idea” de ofrecer a la
venta dichas promociones inmobiliarias a los únicos que podían estar en
condiciones de comprarlas. Y lo hicieron. En esos momentos, ambas entidades
estaban presididas por Ana Botella e Ignacio González, hoy recién salido de la
cárcel por otro delito. Ellos son los primeros responsables de una operación
ilegal, tramitada sin cumplir los preceptivos pasos administrativos. Vean parte
de la sentencia, en el caso de la Comunidad –válida, a estos efectos, para el
caso municipal- de mayo del 2018 que se fundamentaba en que no se justificaba
la razón o el porqué dejaban de ser
necesarias dichas viviendas que cumplen una labor social, como es la de
proporcionar a clases desfavorecidas una vivienda digna. Podría haber
estado justificada si no hubiese existido
una demanda y las viviendas estuviesen desocupadas, algo que no sucedió pues
las casas estaban ocupadas en un ochenta por ciento. La sentencia también
destaca que la operación no fue aprobada
por el Consejo de Administración del Invima, cuando era un requisito necesario
en una operación de estas características, que supone, una alteración de todo un programa de actuación.
Es
decir, se venden unos pisos alquilados en determinadas condiciones de alquiler,
sin cumplir los condicionantes de concurrencia, transparencia, e información
pública, ni el derecho de tanteo por parte del inquilino, sabiendo que lo
primero que va a hacer el nuevo propietario es elevar el alquiler a su antojo
para rentabilizar su inversión, pisos que han sido construidos para ser
alquilados, sin modificar su condición de pisos sociales. Muchos de los
inquilinos se vieron obligados a dejar su casa al no poder pagar el alquiler, otros
fueron desahuciados, y en definitiva se llevó
a cinco mil familias a una situación personal y patrimonial que para los
responsables de este desaguisado la querría yo.
¿Será
casualidad que el hijo de Ana Botella y José María Aznar sea el presidente de
Cerberus, el mayor de estos fondos buitres americanos que operan en España? Si
quieren saber más tecleen las palabras aznar y fondos buitre y quizás
encuentren algo. Cuando escuchábamos Sspaña va bien entendimos mal; a
nosotros nos va bien y nos irá mejor, eso era lo que nos estaban diciendo, y a
fuer de ser justos, hemos de reconocer que era cierto.
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