Ha
pasado una semana en la Cumbre del Clima, hemos visto mucha gente
conocida, incluida Greta, claro está, tras su derrota atlántica
desde USA a la vieja Europa; ignoramos si esa derrota ha sido muy
diferente de la planeada; estamos en una sucesión de borrascas
atlánticas que tuerce cualquier previsión, pero al fin, su
catamarán surcó aguas lisboetas. Ya en Madrid hizo frente como pudo
a su natural aversión a las multitudes y participó en la
manifestación prevista.
La
primera semana ha transcurrido trufada de avisos de grandes
catástrofes climáticas. Esta semana es, si quieren los grandes
poderes, la decisiva: ya no hay más tiempo. La cumbre de Madrid
pasará a la intrahistoria del movimiento ecologista. La cuestión es
si pasará como una en la que no se lograron grandes acuerdos, y por
consiguiente, nada se podía esperar de ella, o, por el contrario,
por lo ambicioso de sus propuestas, por lo que, desgraciadamente,
tampoco de ella se podrá esperar mucho. Porque si somos realistas,
los científicos nos han mostrado claramente el camino, pero los
poderes, y sobre todo, los poderes económicos, no están por la
labor.
Seguramente
muchos de ustedes habrán visto las imágenes del encuentro del
alcalde Almeida con un grupo de niños. Éstos le preguntaron qué
salvaría primero, se estuviera en su mano, la Amazonía, que se
estaba quemando, o Nôtre Dame de París, que se había quemado. Eran
de ver las caras de los niños que rezumaban inocencia y felicidad,
y cómo se transformaron en tristeza e incomprensión cuando el
alcalde les dijo que salvaría la catedral porque era europea. El
mismo alcalde que basó su campaña electoral en denigrar el proyecto
de su antecesora de preservar el centro de Madrid del tráfico
automovilístico para reducir las emisiones de CO2, ahora se declara
firme defensor de aquella propuesta como si fuera suya.
Una
frase que suele repetirse por los políticos es que “trabajaremos
por defender el planeta y lucharemos para que nadie se quede atrás”.
Si algo define esta emergencia climática es su universalidad, todos
los países se ven afectados, y todos los países amparados por la
libertad de mercado, que es tanto como decir, todos los países donde
impera el sistema capitalista, son los que realmente contribuyen al
crecimiento de las emisiones efecto invernadero; países democráticos
y países no democráticos. Entre los primeros USA, Europa e India,
los mayores emisores de ese lado. Y entre los segundos, descuella
China, la fábrica del mundo, y Rusia, que no se sabe bien qué es.
Al margen, hay medio planeta de continentes y países, que si algo
les define es la pobreza y el atraso, pero también sus escasas
posibilidades de defenderse del caos que puede venir. ¿Qué
significa esa frase? ¿Que no dejaremos atrás a los pobres o no
permitiremos que los ricos pierdan parte de sus fortunas
milmillonarias?
En
fin, quedan escasas fechas para conocer el resultado de esta cumbre
de Madrid y podremos saber al fin qué rumbo tomará el planeta.
Entretanto se ha conocido la última erupción del volcán más
activo de Nueva Zelanda. Aquellos que hayan comprado tierras en ese
que dicen, último refugio para la raza humana, pueden respirar
tranquilos: esa isla está desierta.
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