No hay ninguna duda de que el anuncio de que la vacuna contra el covid-19 estará lista próximamente ha sido la mejor noticia que cabía esperar. El dinero, que como estamos hartos de escuchar, es cobarde, ha salido de sus refugios como potro desbocado y ha buscado ávidamente posicionarse en valores que mayormente estén relacionados con una solución final de la pandemia. Hasta aquí, todo normal. Dos noticias, una de hoy y la otra de ayer, en periódicos de total fiabilidad, me han llamado la atención, y es lo que quiero comentar en este momento.
El CEO (Chief Executive Officer, o sea el mandamás en la jerga empresarial) de Pfizer, que es la persona que vimos dar la noticia, ha ingresado en un par de días, los de la euforia bursátil, una cantidad en torno a los 4,7 millones de euros, al vender una parte sustancial de sus acciones en la compañía. El Insider trading, es decir, el negociar con información privilegiada está tan mal considerado que en algunos países es ilegal, y en otros, falto de ética. Yo no debiera vender activos bursátiles de mi compañía aprovechando el conocimiento que tengo de su evolución, como podría ser este caso. Aquí eso no ha ocurrido, y para que no ocurra, en Wall Street tienen una reglamentación para que el ejecutivo que quiera vender deje constancia de su intención. Así lo hizo nuestro hombre de Pfizer, hacia el mes de agosto. Pero me parece lícito pensar que, desde su posición, algo sabría acerca del desarrollo de los trabajos. Lo mismo hicieron algunos directivos de Moderna, que es otro de los laboratorios que están en la carrera. Y – esto me parece más sustancial- lo mismo ha hecho la vicepresidenta de Pfizer, es decir, su mano derecha, que se ha embolsado casi 1,5 millones de euros. ¿Lo hablaron? ¿Tuvieron ambos la misma idea y no lo comentaron entre sí? Piensen ustedes lo que quieran, pero espero – quiero decir que no tengo dudas-, por nuestro propio bien y el de toda la humanidad que el anuncio no sea un bulo; eso sería pasarse varios pueblos, como se dice coloquialmente.
En el juego de la bolsa a veces ocurre que las acciones de determinada compañía empiezan a subir; los que siguen la marcha del mercado se fijan y quizás comiencen a escuchar rumores que explican el movimiento, por lo que la subida de ese valor se acentúa . Cuando los que han comprado esos valores a los precios iniciales consideran que ya han ganado bastante, venden todo el paquete y realizan sustanciales beneficios. Unas veces han aumentado su cartera con acciones depositadas por los de a pié – es decir, ustedes mismos- en un banco, y otras han hecho que la propia compañía orqueste unos préstamos para financiar la operación, préstamos que se devuelven al vender. Pero fíjense que son los propios directivos de la compañía los que pueden hacerlo y ganarse un buen dinero extra. Por algo, esas prácticas se conocen como extracción de rentas, una manera sutil para no decir engaño y mangancia.
Los que parece que no son sospechosos de tales prácticas son los verdaderos artífices de la vacuna: un matrimonio alemán de origen turco, propietarios de BioNTech, que es la compañía que ha desarrollado el producto. De alguna manera, tienen un acuerdo con Pfizer, que es la que lo va a comercializar. Y la que va a ganar más dinero, claro.
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