En este increíble asunto del precio de la energía eléctrica en España lo único que queda claro es que no hay energía suficiente; en España, no hay energía suficiente para enfrentar los problemas, entendido esto de una manera comedida y sin pretender recurrir a métodos extremistas. Debiéramos analizar si es posible tratar de solucionar el problema con los medios a nuestro alcance y, siempre, con la referencia de la injusticia social que el actual sistema comporta.
Para ello tratemos de recurrir a un somero recordatorio histórico. El sector eléctrico español, como ustedes saben, está compuesto por varias empresas privadas, en alguna de las cuales el Estado era accionista mayoritario: concretamente es el caso de Endesa. En el lejano año de 1944, el Instituto Nacional de Industria (INI) creó de la nada ENDESA, acrónimo de Empresa Nacional de Electricidad, Sociedad Anónima, uno más de los casos en que el Estado buscaba una solución a la falta de iniciativa empresarial, sea esta por las razones que fueren. Aquella Endesa experimentó a lo largo de los años un notable crecimiento produciendo energía y poniéndola en el mercado de aquél país que demandaba dicho bien, fuera para el consumo doméstico o el empresarial. Ya en el año 1988, bajo el gobierno de Felipe González, del Psoe, se empezó el proceso de privatización como medio de recabar fondos a los que emplear en otros menesteres. Es decir, el Estado crea una empresa necesaria para completar un sector privado escaso y cuando los tiempos van cambiando empieza el proceso de privatización al que acudirán capitales privados nacionales y/o extranjeros atraídos por el señuelo de un mercado protegido y con una rentabilidad notable – Mazzucato comentaría a gusto este otro ejemplo dentro lo que ella ha señalado en sus estudios. El mismo partido recurre a idéntico procedimiento en 1994, y el nuevo gobierno de José María Aznar, del Partido Popular, lo completa en otras dos ofertas públicas de venta en lo años 1997 y 1998, completándose la transformación de una empresa pública en privada con la venta a otra empresa pública, en este caso italiana ENEL (Empresa Nacional de Electricidad, curiosamente otro acrónimo pero con el mismo significado)
Cabría añadir que en el consejo de administración de la antigua Endesa se encuentran nombres como el de Rodolfo Martín Villa, José María Entrecanales, Manuel Pizarro o Borja Prado, o que una de las primeras medidas tras la venta a su homónima italiana fue un reparto de dividendos tal que hizo que la cifra de la transacción se aminorase escandalosamente, por no hablar de los consejeros provenientes de los sucesivos gobiernos socialistas y populares en un caso más de lo que conocemos como puertas giratorias. Así que lo que no era bueno para un país como España, disponer de una empresa pública con el poder que ello supone, si lo era para un país como Italia; cosas de la vida.
Y ahora, en el colmo del desatino, el gobierno de Pedro Sánchez ha optado por la reducción del IVA para que el consumidor pueda tener un precio algo rebajado hasta finales de año. En ese período más los trimestres que se añadan, la Hacienda Pública verá reducidos sus ingresos en el mismo importe que se ahorren los consumidores, en tanto las empresas, que son las que fijan los precios según ese curioso procedimiento consistente en admitir como precio general el más alto de los que se oferten en el mercado, cosa que atenta contra la libre competencia y la libertad de mercado yendo radicalmente en contra del progreso industrial, de las fuentes productoras de energía más competitivas y favoreciendo las más ineficaces, seguirán obteniendo unos más que notables beneficios. Es decir que para ese viaje no necesitábamos alforjas. El Estado tiene ante sí la posibilidad de poner en el escenario energético español un nuevo actor más acorde con los nuevos tiempos simplemente aprovechando la disminución de costes en diferentes sistemas de producción de energía; nuevo actor que obligue a los participantes del oligopolio energético nacional a reducir sus márgenes y ofrecer un producto más limpio y económico a los consumidores.
Pero para eso hace falta algo más de energía, que decíamos al comienzo de este comentario.
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