El
informe del Em-ai-ti, que es como los
cursis españoles que saben inglés pronuncian el acrónimo MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) cuando hablan en español –vean la presentación que del mismo llevó a cabo
el Secretario de Estado de Energía, Sr. Navia- establece la concomitancia entre
las inyecciones de gas llevadas a cabo por la plataforma Castor y la serie de
seísmos en la costa mediterránea aledaña, en el año 2013. Este era el informe,
con un coste de 600.000 euros a añadir a lo que llevamos “gastado” en este
curioso proyecto -lean el artículo El Castor, entrada del 6 de mayo de 2016, en
este mismo blog-, que el Gobierno español estaba esperando para tomar la
decisión de paralizar o continuar con dichas inyecciones.
El
problema que se plantea ahora es si recuperar el gas inyectado, sellando el
yacimiento y procediendo a desmantelar la plataforma, lo cual podría provocar,
al bajar la presión durante la operación, nuevos terremotos, o bien, dejarlo
como está y encomendarse a algún santo de por ahí para que nos proteja. Esta
segunda decisión implicaría mantener la plataforma en su sitio y hacer frente,
sine die, a los gastos de mantenimiento. Como ustedes ya estarán imaginando, el
Gobierno encargará otro informe para tomar una decisión.
Lo
bueno del caso es que hasta la fecha no ha habido muertos ni heridos; los miles
de millones de euros que se irán al garete son una minucia en esta España tan
rica, que es capaz de soportar, sobre las espaldas de sus trabajadores, clases
medias y pensionistas, los desmanes de los dos últimos gobiernos (Psoe y PP)
que han causado el roto.
Cerrábamos
el anterior artículo sobre el Castor que hemos citado, señalando que los
españoles hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, pero algunos lo
siguen haciendo.
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