Ya tenemos el cierre fiscal español encima de la mesa: un déficit del 8,51% del PIB. No se sabe de nadie que haya saltado al vacío al conocer la noticia, pero sí puedo decirles que he creído notar un acentuado sentimiento de abatimiento entre mis compañeros de gimnasio esta mañana. Frases como, esto se va a pique, esto no hay quién lo remedie, estamos aviados, han sido la constante. Después he leído el comentario del ministro español de economía: el año pasado se hizo poco esfuerzo. Es decir que el gobierno del año pasado hizo poco esfuerzo, a pesar de que el partido que a él le ha puesto de ministro se pasó la legislatura echando en cara al anterior gobierno las pocas o muchas medidas de recorte que promulgó. Curioso, ¿verdad?
Ya hemos señalado en estas mismas páginas que el anterior partido gobernante cometía la mayor de las estupideces al erigirse en gestor de la crisis. Perdió con ello las elecciones y cada día que pasa es percibido por el electorado como el responsable de todos los males. Hay que reconocer que el nuevo gobierno sabe gestionar la situación presentándose como el único que puede arbitrar las medidas que irremediablemente tiene que adoptar, tratando de convencernos de que son las únicas posibles y, además, de que siente tener que tomarlas. Es como el médico que te pone una inyección de caballo y te dice que no hay otra medicina mientras te seca las lágrimas que el dolor te produce.
Pero aún no he oído a nadie explicar el desaguisado del déficit. Y se me ocurre que en un ejercicio en el que el consumo ha descendido enormemente, ha tenido que resentirse, por esa misma causa, la recaudación por IVA y la de Sociedades. Que con el aumento del desempleo también habrá bajado la recaudación por IRPF. Que si sólo las empresas exportadoras han sido las que han hecho un ejercicio menos malo, igualmente el IVA habrá disminuido, dado que ellas lo soportan pero no lo repercuten.
Razonamientos de este tipo pueden añadir ustedes unos cuantos más; lo único que seguiremos oyendo es que no se ha hecho suficiente esfuerzo: implícitamente, que no se ha reducido el gasto lo bastante. Nadie habla de que con esta política la carrera de los ingresos fiscales está perdida de antemano, de que a mayor recesión, menores ingresos fiscales y que las curvas del gasto y del ingreso tendrán un comportamiento asintótico y siempre la segunda por debajo de la primera, garantizándose, de facto, el propio déficit.
Esto lo sabe nuestro ministro de economía, economista brillante donde los haya –recuerden que trabajó en Lehman Brothers-, entonces, ¿por qué no lo dice? ¿Qué pretende, seguir machacando el ánimo a los españoles, como les contaba de mis compañeros de gimnasio? ¿Es esto la economía del miedo, de que hablan algunos?
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