No
se sabe si por la mañana o por la tarde, mañana se producirá el encuentro más
esperado, Pedro Sánchez recibirá a Pablo Iglesias. Entretanto, hoy noventa o
cien días –qué más da- después de las elecciones, Pedro se ha reunido con
Albert, con el objetivo de “mejorar” el pacto que les une, para que sea más
fácilmente asumible por Pablo. En vez de doscientas medidas que mejoren la
situación de los españoles, el nuevo pacto podrá contener cuatrocientas o
quinientas. ¿Quién da más?
Por
otro lado Pedro ha tenido el gesto de retrasar el congreso de su partido,
perdonando la vida a sus posibles competidores por la Secretaría General, al
considerar que ahora está en una situación de debilidad que se transformará en
fortaleza y ventaja una vez que asuma la presidencia del gobierno. ¡Así está de
crecido!
En
estas condiciones, es de imaginar que Pablo se habrá preparado concienzudamente
para el encuentro de mañana con el gran líder de la transversalidad hispánica.
Es de prever que Pedro mantenga una línea abierta permanente con Albert para ir
consultando las propuestas y ganar tiempo; de este modo, el gran pacto por el
cambio se hará una realidad y tendremos un nuevo gobierno.
Pero,
por si a Pablo le sirve el consejo, yo
exigiría un encuentro con “luz y taquígrafos”, con la presencia de un notario
que de fe de las propuestas y las respuestas, y si esto no fuera posible, una
grabadora en la mochila resultaría de gran utilidad. Sería la única manera de
que Podemos no aparezca como el malo de la película, como el culpable de la
nueva convocatoria de elecciones.
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