jueves, 19 de marzo de 2020

El coronavirus (2)






Bien, el coronavirus ya ha alcanzado su pico, en cuanto a la actuación del Estado, me refiero. Repasemos: ya hemos llegado a la declaración estatal – ¡qué mal se lo han tomado los nacionalistas!- del estado de alarma, y por delante solo nos quedan el de excepción y el de sitio; el de excepción lo conocimos en la universidad a finales de los sesenta; esperemos no conocer el de sitio.

Pero vayamos a lo que empiezan, o pueden empezar, a significar las medidas tomadas.
Desde casa puedo ver la plaza en la que desemboca el tren de cercanías que une la frontera francesa con Bilbao, y que la coalición Pnv-Psoe que gobierna la ciudad y la provincia – perdón, territorio histórico- se ha empeñado, contra la opinión de muchos ciudadanos (entre los que me encuentro) en convertirla en una estación más de un recorrido sin cul de sac que se llamará Metro; ya saben, el Topo será en adelante, el Metro, algo mucho más moderno, cómo vamos a compararlo si prescindimos del dinero invertido. Esa plaza, digo, que escupía miles y miles de viajeros - se estima del orden de los dos millones de pasajeros anuales- está ahora prácticamente vacía.

Decíamos en el anterior comentario del día 8 (El coronavirus), en su punto número 6, algunas de las cosas que podríamos llegar a ver. Algunas dichas con más convencimiento que otras pero, sustancialmente, que la FED y el BCE era posible que abrieran la manguera. Ambas nos han sorprendido, ya que esperar de la FED que habilite fondos que alcanzan el billón de dólares, e incluir una paga en metálico a cada ciudadano, es más de lo que mentes tan calenturientas como la mía podrían llegar a concebir. ¡Cómo tiene que ver el panorama el pelopanoja, cuánto han tenido que insistirle sus secuaces para tomar tal medida en la patria del neo liberalismo! ¿Y que el BCE, con Christine Lagarde al frente, tras su paso por las trincheras ultra reaccionarias del FMI, venga a hacer lo mismo? ¿Que vaya a comprar deuda publica y privada por importe de 800.000 millones de euros? Dicho así es casi más de lo que podríamos pedir – aunque creo que debiera ser solo deuda pública.

Pero, como me ha hecho la lengua un cura y no me hartaré de pedir, hay alguna cosilla que me gustaría añadir. El gobierno italiano, de derechas, no lo olvidemos, ha prohibido por ley el despido de trabajadores a causa del coronavirus. Aquí se autorizarán los ERTES, que se van a convertir en el objeto del deseo de todas las grandes empresas, cuando debiera estar limitado a los autónomos y a las pequeñas. Con el riego añadido de que no haya fondos para satisfacer todas las demandas, con lo cual, los que se queden en puertas serán, con toda seguridad los autónomos y las más pequeñas; es decir, como siempre legislamos para los más fuertes. Y que conste que me ha dejado gratamente sorprendido la presteza, profundidad y alcance de las medidas sociales y económicas del Consejo de Ministros del día 17.

En el punto siete de la entrada citada (El coronavirus, día 8 de marzo) apuntaba yo a no seguir la misma senda, tan trillada, que acostumbramos. A este respecto, me gustaría que la ministra de Transición Ecológica llegara a tomar una parte más activa en las políticas de gobierno y fuéramos preparándonos en lo que, entiendo, debe basarse nuestro futuro.
Ustedes lo saben y ella también.




2 comentarios:

  1. No sabía que iban a poner metro en San Sebastián.
    Respecto a las medidas adoptadas por la pandemia, me sorprenden profundamente las medidas adoptadas por casi todos los dirigentes mundiales tanto a nivel social como económico.
    No lo veo del todo claro, ni con la gripe aviar ni con el ébola se reaccionó tan al unísono de manera tan rotunda. Es posible que los gobiernos, con sus sistemas de inteligencia secreta, tengan alguna información que no se transmite al ciudadano de a pie. Sólo se le alerta del peligro y se le protege. Iremos viendo.

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  2. No sabía que iban a poner metro en San Sebastián.
    Respecto a la pandemia, estoy perpleja de las medidas que se han adoptado casi al unísono por la mayoría de los países del mundo.
    Ni con la gripe aviar, ni con el ébola se hizo nada parecido.
    Pienso que los gobiernos, con sus servicios de inteligencia, están alertando y protegiendo a sus ciudadanos, sin acabar de sembrar el pánico. Iremos viendo.

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