Según
los chinos toda crisis alumbra una oportunidad (o algo así). Y un
accidente, algo que suceda y nos afecte, cualquier cosa que alcance
nuestro ánimo, que nos mueva y nos haga pensar, debe ser, también,
una oportunidad para mejorar las cosas que hayan sido concernidas.
En
el colapso del vertedero de Ermua (perdonen que insista en llamarlo
así; los vecinos de Ermua saben el porqué) lo que ya no tiene
arreglo es la vida de los dos hombres fallecidos. Las emisiones
producidas por la combustión de productos que no debieran haber
llegado al vertedero producirán o no, depende de los casos, miedos,
molestias e incluso daños físicos; los vecinos que acostumbraban a
darse su paseo por la presa de Aixola lo harán ahora por otro sitio;
el vertedero seguirá siendo fuente informativa por años, y se
seguirán vertiendo, valga la redundancia, opiniones y
recomendaciones de todo tipo; así que pasen muchas lunas (como
decían los pieles rojas) la justicia emitirá su fallo, y hasta sea
posible que los responsables, que alguno habrá, ya no puedan ser
condenados o recibir su condena. Pero, volviendo al comienzo, la
oportunidad en este lamentable caso debiera cimentarse sobre varios
puntos, que según mi humilde opinión, pudieran ser como los que se
apuntan a continuación:
Uno.
La gestión de un vertedero debe ser llevada desde la esfera de lo
público, empezando por la recogida de los residuos, sean los que
sean y con los medios que sean precisos, de modo que el ingreso que
se obtenga de su recogida sea para las arcas públicas.
Dos.
Si los ciudadanos pagamos por el servicio de recogida de basuras (y
esto no debe cambiar), la recogida de residuos industriales,
reciclables o no, debe ser pagada por las empresas productoras de los
mismos, y los precios de recogida deben ser directamente
proporcionales a la peligrosidad del residuo y su manejo.
Tres.
Los precios de venta de los materiales obtenidos tras la labor de
reciclaje en el vertedero, o en las plantas ad hoc serán
fijados en razón inversamente proporcional a su grado de utilización
directa por las empresas que los adquieran: cuanto más costoso sea
el proceso de reutilización para las empresas demandantes, menor
será el precio, y viceversa.
Cuarto.
Los residuos no reciclables deberán ser tratados en plantas de
valorización de dominio público y su aprovechamiento irá asimismo
a las arcas públicas.
Quinto.
Consecuentemente, se legislará de acuerdo con lo anterior.
Todo
esto viene a cuenta de que la Consejería de Medio Ambiente del
Gobierno Vasco, - máxima responsable de lo sucedido en el vertedero
y sin un conato de dimisión- ha deslizado la idea de que debiera
introducirse una tasa ecológica.
A su vez,
el máximo representante de la patronal se ha preguntado, con razón,
dónde
van a verter sus deshechos. La Administración debe dar una
respuesta adecuada y rápida,
y la adopción de medidas como las descritas – o
mejores, por supuesto- hará
que la producción de vertidos industriales aminore en
el futuro, si
se empieza, como
debiera
ser, por el diseño, la
mejora de los procesos
industriales y
la reutilización de
materiales reciclados. Entretanto, la industria en su conjunto debe
ser invitada por las Administraciones Públicas a sumarse
al proceso de financiación
de los nuevos vertederos.
Nunca
ha habido tanto dinero ni tan barato como hoy en día, pero la
Administración tiene dificultades debido al encorsetamiento de la
política presupuestaria. En vez de tasas, la industria puede aportar
esa financiación necesaria y un ramillete de ideas sobre su
recuperación parcial en el futuro; no olvidemos que se beneficia de
carreteras y otras infraestructuras por
las que no paga, y en su propio interés debiera sumarse a la
solución para no ser solo parte del problema.
Obviamente
este es un programa de máximos, que
no se acabará en un día. Pero en un día se debe empezar.
¿O
esperamos a que haya más derrumbes?
Una lástima, es terrible que haya sucedido ese accidente por no tener controlada esta actividad. Es durísimo para las familias y para los vecinos de Ermua. Esa sensación de impotencia...
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