domingo, 15 de marzo de 2020

El vertedero de Ermua





Según los chinos toda crisis alumbra una oportunidad (o algo así). Y un accidente, algo que suceda y nos afecte, cualquier cosa que alcance nuestro ánimo, que nos mueva y nos haga pensar, debe ser, también, una oportunidad para mejorar las cosas que hayan sido concernidas.
En el colapso del vertedero de Ermua (perdonen que insista en llamarlo así; los vecinos de Ermua saben el porqué) lo que ya no tiene arreglo es la vida de los dos hombres fallecidos. Las emisiones producidas por la combustión de productos que no debieran haber llegado al vertedero producirán o no, depende de los casos, miedos, molestias e incluso daños físicos; los vecinos que acostumbraban a darse su paseo por la presa de Aixola lo harán ahora por otro sitio; el vertedero seguirá siendo fuente informativa por años, y se seguirán vertiendo, valga la redundancia, opiniones y recomendaciones de todo tipo; así que pasen muchas lunas (como decían los pieles rojas) la justicia emitirá su fallo, y hasta sea posible que los responsables, que alguno habrá, ya no puedan ser condenados o recibir su condena. Pero, volviendo al comienzo, la oportunidad en este lamentable caso debiera cimentarse sobre varios puntos, que según mi humilde opinión, pudieran ser como los que se apuntan a continuación:

Uno. La gestión de un vertedero debe ser llevada desde la esfera de lo público, empezando por la recogida de los residuos, sean los que sean y con los medios que sean precisos, de modo que el ingreso que se obtenga de su recogida sea para las arcas públicas.
Dos. Si los ciudadanos pagamos por el servicio de recogida de basuras (y esto no debe cambiar), la recogida de residuos industriales, reciclables o no, debe ser pagada por las empresas productoras de los mismos, y los precios de recogida deben ser directamente proporcionales a la peligrosidad del residuo y su manejo.
Tres. Los precios de venta de los materiales obtenidos tras la labor de reciclaje en el vertedero, o en las plantas ad hoc serán fijados en razón inversamente proporcional a su grado de utilización directa por las empresas que los adquieran: cuanto más costoso sea el proceso de reutilización para las empresas demandantes, menor será el precio, y viceversa.
Cuarto. Los residuos no reciclables deberán ser tratados en plantas de valorización de dominio público y su aprovechamiento irá asimismo a las arcas públicas.
Quinto. Consecuentemente, se legislará de acuerdo con lo anterior.

Todo esto viene a cuenta de que la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno Vasco, - máxima responsable de lo sucedido en el vertedero y sin un conato de dimisión- ha deslizado la idea de que debiera introducirse una tasa ecológica. A su vez, el máximo representante de la patronal se ha preguntado, con razón, dónde van a verter sus deshechos. La Administración debe dar una respuesta adecuada y rápida, y la adopción de medidas como las descritas – o mejores, por supuesto- hará que la producción de vertidos industriales aminore en el futuro, si se empieza, como debiera ser, por el diseño, la mejora de los procesos industriales y la reutilización de materiales reciclados. Entretanto, la industria en su conjunto debe ser invitada por las Administraciones Públicas a sumarse al proceso de financiación de los nuevos vertederos.
Nunca ha habido tanto dinero ni tan barato como hoy en día, pero la Administración tiene dificultades debido al encorsetamiento de la política presupuestaria. En vez de tasas, la industria puede aportar esa financiación necesaria y un ramillete de ideas sobre su recuperación parcial en el futuro; no olvidemos que se beneficia de carreteras y otras infraestructuras por las que no paga, y en su propio interés debiera sumarse a la solución para no ser solo parte del problema.
Obviamente este es un programa de máximos, que no se acabará en un día. Pero en un día se debe empezar.
¿O esperamos a que haya más derrumbes?














1 comentario:

  1. Una lástima, es terrible que haya sucedido ese accidente por no tener controlada esta actividad. Es durísimo para las familias y para los vecinos de Ermua. Esa sensación de impotencia...

    ResponderEliminar