Como
decíamos ayer (que
dijo Unamuno parafraseando a Fray Luis de León),
trataremos hoy de dar unas someras explicaciones sobre
los
distintos
mecanismos de ayuda social, comparándolos con la Renta
Básica
Universal.
Vaya
por delante que en
la anterior entrada
cometí un error de bulto, cosas
de la edad, quiero suponer, cuando escribí renta general de
inserción, en vez de Renta de Garantía de Inserción. Ustedes
sabrán disculparme.
Y
ya que estamos, empezaremos a explicar qué es esa Renta de Garantía
de Inserción, en adelante RGI.
Seguro
que todos hemos escuchado de boca de familiares, amigos y vecinos esa
historia tan extendida que explica que los marroquíes (sobre todo)
en cuanto llegan a Euskadi, reciben una casa, un
sueldo, e imagino (aunque esto sea
cosecha
de
mi caletre)
una rubia despampanante para su solaz. Con estas condiciones
económicas, pueden, de vez en cuando, viajar a Marruecos y llevar a
la, o las otras mujeres que tienen allí, más su respectiva prole,
ropas y ayuda en metálico que con el coste de vida marroquí les
permite vivir como príncipes. Y mientras, aquí, nosotros rompiéndonos el
espinazo para que esos moros vivan como señores -esto sería el
corolario de estas historias.
Pues
bien, la RGI vasca, que miméticamente o con algunas
diferencias
funciona
en otras comunidades autónomas españolas,
y
que entiendo que es algo parecido a lo que el ministro Escrivá se
refería, como
señalábamos en el aludido comentario, es un
sistema
al
que solo se pueden acoger ciudadanos españoles, o extranjeros, pero
que lleven un mínimo de tres años de residencia en la
comunidad
documentalmente demostrable. Sin esto no hay ayuda ninguna.
La
RGI trata de ayudar a los individuos y/o las familias, con trabajo o
sin él, que no alcanzan a cubrir el mínimo vital preciso.
Sabemos
todos que en las sociedades capitalistas modernas podemos distinguir
a los
que no tienen trabajo y/o han agotado el subsidio de desempleo, de
otros que aún teniendo un trabajo no ganan lo suficiente, por la
escasa jornada o, las más de las veces, por el escaso jornal. Estos
son
los que se llaman trabajadores
pobres,
término muy nuevo y en contraposición a los trabajadores, digamos
clásicos, de antes de los tiempos de Margaret Thatcher y Ronald
Reagan, es decir, los tiempos felices de la socialdemocracia.
A
este respecto es bueno hacer una parada y preguntarse cómo es
posible que en esa época feliz, los trabajadores pudieran llevar a
casa un salario digno, hubiera pleno empleo, y cada uno pudiera
alcanzar una vida mejor que la de sus padres, y en cambio ahora sea
todo lo contrario, y aparezcan estos trabajadores pobres, que hemos
señalado. Piensen, piensen en ello.
Volviendo
a la RGI, podemos señalar que actualmente la cobran 52.000 familias
que suponen 93.000 personas, de las cuales 22.000 son extranjeras, y
significa para las arcas vascas un gasto de 425 millones de euros, suponiendo algo menos del 4% del presupuesto total del Gobierno Vasco, menos aún de lo que esas mismas personas representan sobre el conjunto de la población vasca. Ha tenido cifras mayores en lo peor de la crisis. Y por hablar de todo ha habido algunos episodios de, digamos, uso indebido, por decirlo suavemente, pero en todo caso no ha llegado a ser una gota en el oceano si lo comparáramos con el dinero que perdemos por aquellos que no pagan sus impuestos, o pagan menos de lo que deben.
Si desean tener una información más completa y pormenorizada, está disponible en Internet, y siguiendo con las preguntas, debemos preguntarnos cómo es posible que ante tal transparencia informativa, bulos como el que hemos descrito al inicio se transmitan y calen en la ciudadanía.
Si desean tener una información más completa y pormenorizada, está disponible en Internet, y siguiendo con las preguntas, debemos preguntarnos cómo es posible que ante tal transparencia informativa, bulos como el que hemos descrito al inicio se transmitan y calen en la ciudadanía.
Y
como hemos alcanzado ya suficiente dimensión para un solo día,
dejaremos, con su permiso, el análisis de la RBU para la próxima
entrada.
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