jueves, 4 de junio de 2020

Teletrabajando (y 2)







Hemos hablado del teletrabajo pero no de las videollamadas o videoconferencias. Aunque unas vienen del otro, o son una extensión, o un añadido, lo que sea más exacto, que no hace al caso, lo cierto es que se complementan. De hecho, podríamos definir teletrabajar como un compendio de tareas realizadas dentro o fuera del espacio físico de una empresa, a veces a miles de kilómetros de distancia, comunicándose con una base de datos de la empresa o con la nube, para tratar archivos, simultáneamente o no, y con otros ordenadores con los cuales se interacciona visual y/o auditivamente.
Es decir, que el teletrabajador puede hacer lo mismo que si estuviera en planta, acudir a un archivo, enviar un mensaje interno a otro trabajador, hablar con él y verle si lo desea.

Nosotros disponemos de teléfono, whatsapp y/o de skype; ese teletrabajador también puede recurrir a esas herramientas y otras más elaboradas como Teams de Microsoft, Zoom y otras, que le permitirán asistir a una videollamada convocada por su jefe para insistir en determinadas acciones comerciales, por ejemplo. Puede ser un grupo de media docena de comerciales o de varias decenas, si el caso lo requiere. Se asiste en directo, se escucha, se interviene, se pregunta, se discute, pero los integrantes del grupo pueden estar en múltiples sitios diferentes. Esta es la gran ventaja: no hay que gastar ni tiempo ni dinero para desplazarse – esto va en contra de las compañías aéreas y a favor del medio ambiente- hasta un sitio determinado que, a veces, hay que alquilar para la ocasión, y que origina otros gastos de hotel y restauración. Aparte de que en unos pocos días se organiza el “encuentro”, aunque algunos de los convocados estén en continentes distintos.

Hemos visto varias veces cómo se reunía el gobierno del país, en plena pandemia, incluso con los presidentes de las distintas autonomías; alguno habrá asistido por videollamada a un consejo de administración de una empresa, a una charla sobre no importa qué tema a cargo de un conferenciante de fuera de la ciudad. Esto, entre otras cosas, se está viviendo ahora, cuando la pandemia no nos deja movernos de la provincia, o el centro habitual para conferencias se encuentra cerrado hasta nueva orden.

El uso de las tecnologías de la información y la comunicación (Tic´s) están a nuestra disposición y facilitan la extensión del conocimiento y la cultura.
Hay nuevas herramientas para las videoconferencias, una de las cuales permite una asistencia individual de hasta 10.000 participantes.

Sea como sea, la tecnología nos va a facilitar herramientas cada vez más simples y más potentes, más fáciles de usar y de mayor alcance, sin embargo seremos nosotros quienes hagamos que estén al servicio de las personas o de otros objetivos, y que se persigan fines diferentes al bien común o a favor; el martillo sirve para clavar un clavo, pero también para aplastar un hormiguero.

Mas los teletrabajadores deben también, por su lado, mantener un contacto físico con sus colegas, y como han hecho siempre los trabajadores, pertenecer a un sindicato, aunque ahora ya no se lleve, que ya se sabe que la unión hace la fuerza y el pez grande se come al chico. El sindicato, o la sección sindical, podría gestionarse también digitalmente. Porque no olvidemos que el teletrabajo tiene sus riesgos. Puede utilizarse para practicar el bulliyng, convertirse en un nicho donde arrinconar al que caiga en desgracia; ha de ser adecuadamente retribuido, debe permitir el desarrollo de las carreras laborales, etcétera. Sin olvidar que tendrá su importancia en la extensión de las medias jornadas y, en definitiva, en la reducción de la jornada laboral y/o en el cómputo total del trabajo, objetivo que cada vez ha de estar más cerca. Por eso los trabajadores, del sexo que sean – no me gusta eso de trabajadoras y trabajadores-, deberán luchar por sus derechos, y mejor hacerlo agrupados, obviamente.

¿Habrá venido el teletrabajo para quedarse?






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