Me
ha parecido entender que algunos diputados de entre los elegidos el 20 de
diciembre dirigían a la silla vacía del ministro en funciones Morenés las
preguntas que traían preparadas para la fallida comparecencia de éste.
Imagino
que tendrían que ver con la marcha del presupuesto en estos meses
transcurridos. En la anterior entrada de este blog hablábamos de los
Presupuestos; pues bien, es de todos sabido que el ministerio de Defensa se ha
distinguido en esta última legislatura por sobrepasar el gasto anunciado en
porcentajes medios del cincuenta por ciento. Con la excusa de que eran gastos
que ya estaban comprometidos, o que eran complementos necesarios, ese ministro
ha cumplido perfectamente con sus colegas de la industria armamentística de la
que él mismo procedía y que para eso le pusieron en el cargo; nadie tira
piedras a su propio tejado.
De
modo que no tiene nada que extrañar el hecho de que no haya acudido a la
comparecencia: tampoco lo hacía estos años atrás o la salvaba de cualquier
manera.
Lo
que sí me parece extraño es que los diputados de la oposición de la anterior
legislatura se prestaran al juego del partido del gobierno consistente en
ningunear al Congreso. Sí, ya sé que enfrente tenían una mayoría absoluta y
ante eso poco se puede hacer, pero unos escaños vacíos de manera permanente
habrían llamado mucho la atención y el mismo desplante en todo tipo de actos
oficiales es una denuncia ante todas las instancias del Estado que, incluso para
un gobierno como el que hemos soportado, habría sido difícil de justificar. Si la
mayoría parlamentaria no tiene en cuenta a la oposición, lo normal que es que
ésta no se preste al juego de los actos públicos, los desfiles, el día de la
bandera o de las fuerzas armadas, la onomástica del Rey, la apertura del año
judicial, y un largo etcétera.
Alguna
vez hay que pegar un golpe en la mesa. ¿O no?
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