viernes, 6 de septiembre de 2019

Notas de agosto (y dos)






Uno. Recuerdo muy bien que cuando de niño en La Cavada veíamos bandadas de gaviotas remontar el río Miera, distante del mar en línea recta no mucho más allá de diez o doce kilómetros, tomábamos su presencia como un aviso claro de que se acercaba un temporal de norte en el Cantábrico. En aquél entonces, las gaviotas no tenían una vida tan propicia para desarrollar su población. Poco a poco, esa situación fue mejorando para ellas, y paulatinamente fueron dejando la agreste costa y adentrándose en tierra firme. Hace muchos años que supe que apoyándose de vertedero en vertedero, alcanzaban puntos tan al sur y tan tierra adentro como Aranda de Duero, que yo sepa.
Ahora las vemos a diario sobre los contenedores de basuras, picoteando las bolsas que sobresalen, y sobrevolando y posándose en las playas, por muy concurridas que estén, al acecho de cualquier resto de comida. Ignoro qué rapaces puedan ser sus depredadores, pero si usted las ve de cerca estará viendo un pájaro fuerte, de enormes alas, y no menor pico. Por otro lado he sido testigo de cómo una gaviota atacaba a un pollo de otra especie, que se defendía como podía entre las barcas depositadas en un varadero.
Como ven en la foto de inicio, una gaviota tiene bien apresada una rata, y la leyenda inferior nos indica que fue obtenida en el centro de San Sebastián, dando por hecho que cazó viva a su presa, cosa que no se nos antoja fácil.
Siempre me he preguntado si llegará el aciago día en que osen atacar un bebé humano en su plácida siesta sobre su carrito; ojalá me equivoque y ese día no llegue nunca.


Dos. No son las gaviotas los únicos seres vivos en mostrar una apetencia tan voraz. La sed insaciable del clero español por acumular riqueza, haciendo caso omiso de las palabras del Papa Francisco, y de lo que se supone que ha de ser el objetivo de la Iglesia Católica mientras existan pobres sobre la faz de la tierra, ha hecho que solo en las dos últimas décadas los bienes inmatriculados por la Iglesia tras el empujón proporcionado por Josemari Aznar, asciendan a unas 30.000 propiedades puestas a su nombre, entre catedrales, iglesias, ermitas, abadías, casas parroquiales, escuelas, plazas o solares, que han sido registrados a nombre de la Iglesia Española merced a un procedimiento, cuando menos irregular.
Para una más completa información pulsen aquí:


Tres. La presión fiscal en España está en en el entorno del 34% del PIB, un 8% menos que la media europea, lo que viene a suponer unos 80.000 millones de euros menos de ingresos para financiar el gasto público. Es decir 80.000 millones que no pagan los que más tienen – cosa que no sucede en Europa, con quien queremos compararnos-, y cuya carencia repercute en el bajo nivel del gasto público del Estado.
Obviamente, si a esto añadiéramos el rendimiento de esos bienes públicos que la Iglesia se ha apropiado, el Estado Español (ya saben, España somos todos) dispondría de más medios con los que paliar las necesidades de la gente más necesitada y reducir la rampante desigualdad de la sociedad española


Cuatro. El nuevo gobierno de la Comunidad de Madrid incorpora, como era de esperar algunos ilustres representantes de la derechona corrupta madrileña. El más mediático es el magistrado Enrique López, aquél que fue detenido de noche por una patrulla municipal tras saltarse un semáforo en rojo en pena Castellana. Para colmo de males, cuadruplicó la tasa permitida de alcohol.
Como era de prever se encargará de la cartera de Justicia. Como dijo otro de su partido: ¡Viva el vino!


Cinco. Los grandes países, junto con otros que no son lo son tanto pero que aseguran una mayoría en los resultados, aunque uno se pregunta si realmente fuera precisa tal mayoría, acostumbran a reunirse de siete en siete, de diez en diez o de veinte en veinte, según los objetivos de la cumbre. Ustedes recordarán cumbres tras el estallido de la burbuja de 2008 a las que los llamados anti sistema acudían con afán de boicotearlas con sus manifestaciones, cosa que nunca ocurría.
Ahora hemos asistido al espectáculo de la cumbre de Biarritz que ha sido una cumbre de siete. USA, Canadá y Reino Unido, para asegurar una mayoría anglosajona –esto no tiene nada que ver con el idioma-, más Francia, Alemania, Italia y Japón. Unos cuantos anti sistema han querido aproximarse sin conseguirlo. No hacía falta: los anti sistema estaban dentro. Un tal Trump, un Boris Johnson, un Salvini y el joven Trudeau ya conformaban mayoría; en frente, el Petit Napoleón francés, la Merkel en funciones y un japonés que ha pasado desapercibido. ¿Resultado? Ninguno.
Lo dicho, los anti sistema ya estaban dentro. Esta gente domina el mundo, se cisca en los principios del sistema económico que dice defender, y nadie sabe a dónde nos conduce.
Solo hay consenso en que a nada bueno. Al tiempo.


Seis. Si el lector circula por la autopista Bilbao-Behobia, dentro del término municipal de Mendaro, sentido Bilbao, podrá ver en medio de una doble curva, a escasos metros de la calzada varios carteles que no podrá leer salvo que se arriesgue demasiado, y la figura de un violinista sentado en un taburete interpretando una pieza que tampoco podrá escuchar.
Si es asiduo, - mi caso-, imaginará que es la forma de protestar por el ruido generado por el tráfico incesante de vehículos que afecta a la vivienda sita tras el músico. Inmediatamente surge la pregunta: ¿fue primero la construcción de la casa o la de la autopista? Es decir, lo del huevo o la gallina. Hoy en día, una pregunta bastante irrelevante, pues vivimos en una sociedad que bien puede permitirse levantar una pantalla que aminore la emisión acústica y dé satisfacción a ese vecino y a tantos otros.
Mas no es este el motivo que me ha llevado a escribir esta nota. A lo que parece, nuestro violinista, aprovechando la reciente cumbre G-7 de Biarritz colocó un nuevo cartel con la leyenda Help Trump. Y a fe mía que con enorme acierto, pues le proporcionó gran visibilidad – aunque no deba inferirse de este hecho una pronta solución a su problema-, hasta el punto de que el dispositivo de seguridad americano montado para la ocasión detectó la petición, lo comunicó a los servicios de seguridad españoles, y una pareja de la Ertzaintza visitó a nuestro hombre. La respuesta de éste es de libro: ya que va a construir un muro con México, quizás no le importe construir otro aquí delante.
Me surgen dos preguntas: la primera es qué grado de vigilancia, terrestre y aérea (pues no se descarta la acción de algún dron) hemos de soportar los españoles, metiéndose en nuestra soberanía nacional por el simple hecho de que al Presidente Macron, se le ocurriera montar la citada cumbre al lado de la frontera española, hecho que ha originado enormes pérdidas por estos problemas de seguridad, no solo en territorio francés, sino también en el español, teniendo un país como Francia que es más extenso que España -que yo sepa esas medidas de seguridad llegaron tan lejos como hasta el Valle de Arán; la segunda es si piensan ustedes que la idea de nuestro violinista tendrá repercusión en solucionar su problema. Yo me inclino por la negativa en este segundo caso.


Siete. Del bello Pedro, qué voy a decirles que ustedes no sepan.










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