domingo, 4 de agosto de 2019

Notas de julio







1. Hoy toca hablar de una pérdida: ha muerto, a los 90 años de edad Arturo Fernández, un gran actor de larguísimo recorrido, como pueden ustedes imaginar. Y un hombre que sabía ponerse un traje. Ignoro cuantos tendría en su armario o cuantos pudo tener en su vida, pero en esta cuestión era imbatible. Tenía planta, tenía gracia, y sabía mejorar los trajes que se ponía, normalmente con un pañuelo a juego en el bolsillo superior; no desperdiciaba ese gracejo inconfundible con el que le recordaremos siempre.
A partir de ahora, su puesto pertenece (por derecho, o ¿por derecha?) a Alberto Carlos Rivera (Albert, de cuando vivía en Cataluña) quien con la juventud que atesora puede perfectamente hacernos olvidar a Arturo Fernández. Además de trajes, sabe combinar chaquetas, lo cual es muy útil a la hora de cambiárselas (sin coña, eh?).
Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que no hay, en el espacio público español, independientemente de la dedicación profesional, otro personaje capaz de lucir un traje, o un conjunto de chaqueta y pantalón, como lo hace Alberto Carlos, que se adorna, como los buenos espadas, con ese gesto tan característico suyo de asegurarse que el botón superior de la chaqueta esté debidamente abotonado y que no haya rastro alguno de una arruga, todo ello sin cambiar el gesto, mirando a derecha e izquierda, que para todos tiene mensaje.
Esto que digo se ha confirmado ya como algo inherente al panorama político español. Y parece mentira que algunos aún no se hayan enterado. Me estoy refiriendo concretamente a Abascal, el de Vox. Este hombre, con esas camisas suyas desabotonadas hasta el tercer botón, no puede ni pensar en competir con Alberto Carlos. Se le ve el tono rudo con ese torso, potente sí, pero desnudo, como aquellos viejos falangistas con su camisa azul, o esos legionarios mostrando el vello pectoral y el paquete en la entrepierna. No niego el toque viril, pero, la verdad, parece de pueblo. Y con esa pinta no puede aspirar a un puesto como el de Rivera.
La cosa se ha puesto de manifiesto con esa manía de sentarse en la misma mesa y firmar un acuerdo. Que lo haga con Casado tiene un pase, al fin y al cabo, Casado es de Avila, y eso no lo puede disimular. Pero pretender sentarse en la misma mesa con Alberto Carlos es harina de otro costal. Una cosa es formar una entente política (por el bien de España, naturalmente), pero nuestro Rivera no está para esos menesteres.
El que podría aspirar a competir con nuestro hombre es Teodoro García Egea, pero no tiene categoría suficiente, ya que solo es secretario general del PP y no creo que el título de campeón mundial en lanzamiento bucal de huesos de aceituna que ostenta sea suficiente. Por otro lado, si bien sabe vestir correctamente los trajes, roza lo sublime con los uniformes militares: hemos podido verle con su uniforme de reservista del Ejército del Aire en la entrega de despachos de la Academia de San Javier, y aunque se le veía sentado, llevaba, eso sí, unos preciosos guantes azul cielo claro, como es preceptivo.
Todos los citados salieron en la foto de la plaza de Colón, pero a una cierta distancia. O sea, juntos pero no revueltos.



2. Hemos podido leer un reportaje periodístico en la prensa local hablando sobre la evolución de las emisiones de CO2 en Euskadi entre los años 1990 y 2017, clasificadas en siete sectores contaminantes. El sector energético, el industrial, el agrícola y el de residuos son los que presentan mejor evolución, con bajadas en todos ellos, en algunos casos por la práctica desaparición de la siderurgia, o por las medidas tomadas; el sector residencial mantiene su volumen de emisiones, en tanto el de servicios la duplica, aunque opera a menor altura; solamente el sector transporte ha más que duplicado sus emisiones, a lo que no es ajeno el hecho de que Euskadi sea vía de comunicaciones por carretera con el resto de Europa. En total, el volumen de emisiones ha disminuido desde los 21.300 millones de toneladas de CO2 equivalentes a los 20.000 del año pasado. Hasta aquí la noticia.
Aunque no debamos olvidar que no somos una isla, y que importamos gran parte de la energía que consumimos, si comparamos esa evolución con la del crecimiento del PIB, uno puede sacar la conclusión de que si el crecimiento de las emisiones es inferior al del PIB, no ha lugar a preocupación alguna, o lo que es peor, puede pensarse que sea compatible el crecimiento económico, tal como lo conocemos hoy en día, con el desarrollo sostenible. Y esto puede ser muy peligroso porque puede no ser cierto. Sobre este asunto conviene volver en otra ocasión.



3. Según un informe publicado por el Banco de España los jóvenes con escasa formación vienen a ganar lo mismo hoy en día que a finales de los años noventa. No hace falta señalar, aunque esto no se señale en el informe, que los jóvenes afectados proceden, en su inmensa mayoría, de familias de clase baja; los sin formación, si proceden de una familia con posibles encuentran siempre una forma de trepar por la escala social. O sea, que se va formando paulatinamente una clase humilde que conforma el furgón de cola de la sociedad con pocas posibilidades, o ninguna, de mejorar.
Por los mismos días, se publicaba también otro informe de CapGemini sobre la evolución de los millonarios en España, aquellos que tienen un mínimo de un millón de euros disponible para invertir, que incluso si son personas de escasa o nula formación disponen de los mejores expertos que les aconsejen cómo y dónde invertir o cuándo salirse si las cosas viene mal dadas en alguna operación, por no hablar de cómo evadir al fisco.
Este colectivo ha pasado de 127.000 individuos en 2007 a 224.000 en 2018. Y el valor que atesoran ha crecido en el mismo período de 368.000 millones de euros a 637.000, o sea ha crecido un 73%, en tanto el número de ellos crecía el 76%. No hay que olvidar que la cifra que tienen disponible viene a ser casi la mitad del PIB español, lo que la economía española produce en un año, para entendernos.
Así que tenemos, en los extremos de la escala social, dos grupos bien diferenciados: los más pobres y los más ricos. La diferencia entre ambos cada año es mayor, y la pertenencia a ambos resulta vital en el futuro de esas personas.
Aminorar esas diferencias se consigue mediante una política fiscal progresiva que redistribuya las rentas.
¿Se verá eso aquí en algún momento?



4. Otra noticia que nos ha dejado el mes ha sido la decisión del gobierno en funciones de comprar 346 blindados 8x8 por 2.083 millones de euros. Yo, ya lo saben ustedes, siempre estoy con la mosca detrás de la oreja ante una posible invasión portuguesa o francesa, o quien sabe si coaligados que nos cogen en una pinza y entonces de nada serviría lamentarse.
El gobierno en funciones está en funciones como la propia palabra indica, y según una ley pertinente al caso “debe limitar su gestión al despacho ordinario de los asuntos públicos, absteniéndose de adoptar, salvo casos de urgencia o por razones de interés general, cualesquiera otras medidas”. Así que algo ha de haber con los franceses o los portugueses, o los moros, para que el gobierno en funciones se salte la norma y apruebe esa compra. Que, dicho sea de paso, es más o menos la mitad del total de blindados que compraremos en los próximos años.
Porque ya sabemos que no hay dinero para otras cosas. Salvo que sean urgentes, claro.


5. En las elecciones generales del 28 de abril, tras un meticuloso recuento por la apretada diferencia, Javier Maroto, vicesecretario del Partido Popular, perdió el único escaño que su partido podía mantener, no solo en su Álava natal, sino en toda Euskadi. Y para más inri, a manos de Bildu, los filoetarras, como él y su partido acostumbran a llamarlos. De modo que el PP se quedaba sin representación parlamentaria en esta Comunidad Autónoma, como estuvo a punto de suceder en Cataluña, salvando un acta una representante de la nobleza española que bien podría militar en Vox.
La actual situación financiera del PP ha de ser de tal gravedad debido a los resultados que cosecha, que no podía permitirse pagar el sueldo a Maroto sin recibir la correspondiente subvención del Congreso o del Senado. O sea, como decía Esperanza Aguirre, la mamandurria de siempre.
Los resultados del 26 de mayo en Castilla-León, y las componendas posteriores con Ciudadanos, permitían presentar a nuestro hombre en el paro como candidato al Senado en representación de esta autonomía.
Pues bien, la misma persona que acusaba a otros de acudir a Vitoria para registrarse como residentes durante el tiempo exigido, no menor al año, y ganarse el derecho a cobrar la Renta General de Ingresos, no tuvo empacho alguno para empadronarse como residente en casa de un conmilitón suyo en la población de Sotosalbos (Segovia), saltándose el plazo y el derecho a empadronarse, para ser nombrado por las cortes castellano-leonesas senador en Madrid.
Poco importa si finalmente se confirma el nombramiento, o por vencer el plazo para recurrir ante el Ayuntamiento - ya me entienden ustedes, entre bomberos no hay que pisarse la manguera – ya nada se pueda hacer; el caso es suficientemente representativo de la falta de vergüenza que aqueja a buena parte de nuestra clase política.
Pero lo que nunca hacen es reflexionar sobre el porqué de esos pobres resultados, por qué una persona tan conocida como Javier Maroto concita el rechazo de una provincia que tradicionalmente obtenía unos resultados más, digamos, normales. Hablamos de Maroto, pero lo mismo ocurre en las otras dos provincias donde ya no hay diputado alguno del Partido Popular.


6. Hace unos días, después que se supiera que un juez había reconocido como trabajadores por cuenta ajena y no autónomos a los ciclistas – hay que ver qué nivel de inglés tenemos al llamarlos riders – de Deliveroo, pude ver en una calle de la ciudad que habito a otro ciclista, esta vez con el contenedor de Glovo, a lomos de una bici eléctrica del parque público de alquiler.
Puede ser, no pensemos mal, que el ciclista tuviera su bici en reparación, pero el caso no deja de ser llamativo. El servicio de alquiler es deficitario y se equilibran sus cuentas con cargo al presupuesto municipal. ¿Hemos de pagar entre todos para que algunos o algunas empresas se beneficien?


7. No, hoy no vamos a hablar del Gobierno, ni mañana tampoco, como decían Tip y Coll. Tanto el Gobierno como la oposición, salvando tres ejemplos notables, a saber, Joan Baldoví, Aitor Esteban y Gabriel Rufián, me han arrancado de cuajo las ganas. Seguro que ustedes me comprenden.



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