lunes, 4 de noviembre de 2019

El dedo y la luna (1)





Unos dicen que fue cosa de Confucio, que era chino; otros que es uno de tantos proverbios orientales. En realidad no nos importa, pero hay que reconocer que, ciertamente, cuando el sabio señala la luna, el tonto se queda mirando el dedo; como si lo importante fuera el dedo, cuando lo que importa es la luna.
Viene esto a cuento del caso de Greta Thunberg. ¿Cuantas veces han escuchado ustedes que si no parece normal, que si padece el síndrome de Asperger (sea esto lo que sea), que quién o quienes estarán detrás de ella, que es una cría, que su padre la está promocionando en beneficio propio, que no es posible que con su edad sepa, pueda, analice, piense? ¿Que, que, que?
Claramente se trata de maniobras de dispersión; mientras tratamos de encontrar respuestas ellos ganan tiempo; mientras nos fijamos en el dedo nos escamotean la luna, si ello es posible. ¿Quienes? La respuesta es obvia: aquellos que están personalmente (económicamente) interesados en que las cosas sigan como están. No exactamente como están, porque no son tan tontos y saben que eso no es posible porque nos deslizararemos por la cuesta abajo del desastre. Pero mientras, ellos siguen engordando sus bolsillos. Como todos tenemos memoria sabemos que las cosas van cambiando, pero nos dirán que la ciencia, la tecnología, el progreso en suma, nos darán la forma más eficaz (que nos parecerá entonces básica, ¿cómo no lo habíamos pensado?) para salir del atolladero. Los coches ya no contaminan como los de antes, ¿qué tiene que ver el gasoil de hoy con el que quemaban aquellos camiones de antaño? Si se ha mejorado tanto en eso, lo mismo va a ocurrir en todo lo demás, es indudable. Lo dicho la tecnología lo arreglará todo.
Los que no tienen conexión económica con el desastre (la inmensa mayoría, claro) pensarán lo mismo porque en su interior se rebelarán ante el hecho de que ahora que ya puedo conducir un SUV de cuatrocientos caballos, ¿me van a decir esos gilipollas que contamina? ¿Qué renuncie a ese crucero para ver las maravillas de los emiratos del golfo? ¿Que no vaya a esquiar estas navidades a Colorado?
De paso recordamos a los ecologistas: es posible que en algún sentido tuvieran razón, pero ¡qué diablos! eran unos aguafiestas. Como los de ahora.
Pero la realidad es bien distinta, ya no podemos hacernos los tontos y mirar de reojo la luna, corremos el peligro de perderla de vista para siempre. Esto ya no da más de sí, estamos por encima de nuestras posibilidades, ya hemos conseguido consumir el planeta entero, y es esto precisamente, lo que Greta viene a decirnos: no importa si es de su cosecha o se lo están soplando. Lo cierto es que tiene razón. Y ahora ¿qué?
Algunos están comprando tierras en Nueva Zelanda y sitios así, en la esperanza de que la marea no legue tan lejos y poder sobrevivir. Otros (los mismos) pretenden que los desahuciados de la tierra sean los que carguen con el daño, al fin y al cabo están habituados, no conocen otra cosa. Pero es posible que en su desesperación vengan a beber de nuestra agua. ¿Muros, cañones? ¿Qué otra cosa podremos emplear?



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