A propósito de la entrada anterior y como prometido en un comentario, incluyo a continuación un suelto publicado en diciembre de 2006 en Euroequipos y que habla, entre otras cosas de la religión y los hombres religiosos
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Las pasadas elecciones legislativas norteamericanas han supuesto un duro varapalo para el Partido Republicano y, especialmente, para el Presidente de los Estados Unidos. Quizás haya sido una sorpresa para muchos, pero los índices de popularidad que atesoraba Bush, junto con la evolución de la situación en Iraq, que algunos comparan con la que se vivió en Vietnam, no dejaban mucho margen para la sorpresa.
Pero lo interesante ha sido la inmediata reacción del Presidente. ¡Coño, está visto que esta gente nos lleva un adelanto terrible en esto de la democracia! ¡Con qué galanura ha felicitado a los demócratas, cómo ha reconocido su parte de culpa en la derrota, y con qué celeridad ha encontrado una cabeza de turco! Está claro que Donald Rumsfeld, como responsable de Defensa, era el primer candidato para irse de vacaciones pero hay quién piensa que no era el único. Al fin y al cabo podía ser el responsable de la campaña en Iraq, pero digo yo que alguien le autorizaría a meterse en el lío.
Entretanto, George, con su sonriente Laura –hay que ver qué simpática es esta mujer, siempre se está riendo- ha dicho que está abierto a cualquier sugerencia, supongo que incluyendo la retirada, el pago de indemnizaciones por los daños causados y las responsabilidades penales por los miles de muertos. ¿Será por eso que no quieren ni oír hablar del Tribunal Penal Internacional?
En fin, sea como sea la cosa hay que esperar a que pase el chaparrón, que en caliente las cosas se ven con cierto apresuramiento. Ya el Ejército Israelí ha calificado de “error técnico” la matanza de 15 o 20 mujeres y niños. Quizás lo que querían era matar al doble o al triple, sólo así se entiende. Pero si añadimos que eran palestinos la cosa empieza a parecer menos grave. Palestinos y musulmanes, claro, tampoco es como para preocuparse tanto. En todo caso este tipo de noticias ayudan a verlo todo con cierto distanciamiento, y pasados unos días, ¿quién se acordará de los resultados electorales? Por eso es aconsejable, y Bush lo sabe muy bien, dejar que corra el tiempo. De momento con lo de Rumsfeld ya basta.
Y para sustituirle ha nombrado a alguien proveniente de la CIA. Eso sí que es garantía de futuro pues la CIA es un semillero de auténticas lumbreras. Tuvo un pequeño fallo cuando lo del 11-S, cuando no fue capaz de detectar ni detener a los terroristas, pero bueno, ¿quién no tiene algún fallos en un mundo tan azaroso como el que vivimos? Además, Condoleza Rice, que era por aquél entonces la encargada de Seguridad, es decir, como la ministra del Interior por estos pagos, fue premiada con la cartera de Exteriores. ¿Si entonces no hubo dimisiones por qué habría de haberlas ahora cuando sólo se han perdido unas elecciones?
Aparte de que, como sabemos todos –porque George nos lo ha dicho-, fue el propio dios de Bush quién le señaló el camino de Afganistán e Iraq. Pero claro, a poco que lo pensemos no nos cuadra, ya que su dios no diferirá mucho del de aquí, y éste no se inclina por la guerra santa. Por el contrario, el de la guerra santa, el de la “yihad”, es el de los palestinos, que quizás por eso les pasa lo que les pasa. En cualquier caso, por estas razones el título de este comentario de hoy lleva la dirección electrónica de dios, pues sería muy aconsejable que ese tipo de indicaciones se reciban por e-mail. Lo escrito, escrito está y es mucho más difícil confundirse que si el mensaje es oral como dice George que son sus comunicaciones con el de arriba. Yo, humildemente, le sugiero que las próximas consultas con su dios las haga por internet.
Claro que si uno no está un día en plena facultades mentales, siempre se puede esperar al día siguiente y recuperar la normalidad. En mi pueblo había un cura –Don Gregorio, por más señas- que se negaba sistemáticamente a permitir la entrada en misa al borracho oficial de la parroquia. Cuando al cabo del tiempo alguien le dijo que éste ya no se perfumaba y que había pasado por Alcohólicos Anónimos, Don Gregorio, que ya estaba muy mayor, el hombre, tronó –quizás porque no lo entendió bien-:
-¡Pues ahora, menos. Prefiero un borracho conocido que mil anónimos!
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