En el número tres de la revista OP Machinery, correspondiente a octubre pasado, ha vista la luz el artículo siguiente. Confío que les resulte de interés.
Como
es bien sabido, Tirso de Molina nos legó en su obra, El burlador de Sevilla, la figura del convidado de piedra, que
también va asociada al título de la arriba
citada. Esta figura se usa en el lenguaje común para definir a aquél cuyas
opiniones no son tenidas en cuenta, o que asiste a las reuniones sin tomar una
participación activa e, incluso, sin haber sido claramente invitado.
Nosotros
tenemos un presidente que muestra unas maneras muy especiales. Se han dado
casos, en reuniones de la comunidad europea, en los que han sido Monti u
Hollande quienes parecían representar los intereses españoles. A la vuelta de
la última reunión celebrada en Bucarest, el presidente español ha contestado
con un escueto nadie me ha preguntado por
eso a la pregunta de los periodistas españoles que querían saber si se
había tratado del rescate bancario español. Por si acaso los otros entran al
trapo, él no aborda el tema. Podríamos decir que es el típico convidado de
piedra, en la acepción que mencionamos más arriba.
Ya
saben lo que se dice de los gallegos: si uno se los encuentra en una escalera,
no hay manera de averiguar si suben o si bajan; Rajoy es gallego y si lo
anterior es cierto, poco paisanos suyos podrán presumir de serlo más que él. Es
un hombre que está permanentemente de perfil, un hombre gris y opaco, muy al
aire de los tiempos que corren y de esta estación del año.
Después,
hace declaraciones que le definen. Hablando de la negativa alemana a los
cuarenta mil millones de euros del rescate bancario ha dicho que no es una
cifra tan importante. Como han recordado varios comentaristas económicos, esa
cifra supone el ochenta y cinco por ciento de la recaudación total del IVA; si
esto no es tan importante, ¿por qué nos ha subido los tipos? También la cifra
en cuestión equivale a entre ocho y diez años de revalorización de las
pensiones, con subidas de precios como las actuales; si no es importante ¿por
qué no las revaloriza? Es una cifra algo mayor que el servicio de la deuda del
próximo ejercicio; si no es tan importante ¿por qué nos preocupamos por la
prima de riesgo?
Ha
redondeado sus declaraciones diciendo que, al fin y al cabo, el mencionado
rescate no urge, no es cosa tan urgente. ¿Ustedes lo entienden?
Ahora
bien, el convidado de piedra, en el genuino sentido que utiliza Tirso de
Molina, era la estatua, ¡de piedra!, de Don Gonzalo de Ulloa, a quién Don Juan
Tenorio había quitado la vida tras seducir a su sobrina. Cuando éste vio la
sepultura de su víctima, empujado por su arrogancia, lejos de arrepentirse, se
burló de la escultura y le invitó a cenar. Pero a la cita, se presentó, en
carne mortal el propio Don Gonzalo,
quien, en venganza, le arrastró a los infiernos.
Muchos
de nuestros conciudadanos tienen ya un pie, y otros los dos en el infierno
económico y social en que nos encontramos. Hay ya un consenso generalizado en
que la austeridad a ultranza no genera sino más pobreza. Y muchos sospechan que
en las decisiones de este presidente pesan más las razones de partido que las
de país, como puso de manifiesto ante las elecciones andaluzas. ¿Será capaz,
como Don Gonzalo de Ulloa, de arrastrarnos a todos a los infiernos? ¿Será
también convidado de piedra en la
versión de Tirso? Es decir, ¿en las dos acepciones del término?
Según
sus acérrimos seguidores este hombre es muy capaz.
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