Acabamos
de saber que el gobierno planea otorgar la tarjeta de residencia a todo aquél
que acredite la compra de un piso por, al menos, ciento sesenta mil euros. Y
que la medida está enfocada hacia los mercados ruso y chino.
El
secretario de Estado de Comercio que ha dado la noticia, ha añadido que no se
puede poner un precio más bajo porque generaría
una demanda masiva de permisos de residencia y la vivienda sería la escusa para
conseguirlos, es decir, se vendería todo el stock de pisos existente y
tampoco es eso. O sea, puede deducirse que lo que quiere decir es que, como en
otras ocasiones anteriores, se generaría un efecto
llamada. A España vendría gente de todo el mundo, compraría el piso y
¡hala! a otorgar tarjetas de residencia. Y acto seguido, todos a operarse de
cataratas.
Pero
alguna filtración ha debido producirse, porque según medios generalmente bien
informados, a los que están entrando en España vía patera, se les están
encontrando ingentes sumas de dinero y han dicho que era para invertir en el
sector inmobiliario.
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