Ante
los resultados de las elecciones en Cataluña, telefoneo a Lucas para que me
aclare un poco la situación:
-Hola
Lucas, ¿cómo estás?
-Déjate
de milongas. Tu lo que quieres es que te hable de lo de Cataluña, ¿o me
equivoco?
-No,
hombre, no, pero también me intereso por ti.
-Pues
mira, estoy muy bien, y si quieres que no se te olvide nada, apunta:
-¡Joder!
-Los
catalanes han demostrado ser más listos que sus dirigentes, lo cual tampoco es
que sea una cosa del otro jueves, o que sea patrimonio exclusivo de los
catalanes. Se han reafirmado en el independentismo o como queramos llamarlo y
les han dejado un regalo envenenado, que tendrán que desenvolver con sumo
cuidado y cocinar a fuego lento.
-Y
eso, ¿cómo es?
-Pues
mira, al poner en ridículo a Artur Mas, al que le han birlado doce diputados,
le dejan, por otro lado, varias opciones, tantas como posibilidades de pactos
tiene. Si quiere hablar de su programa nacional, tiene una mayoría con los de
Ezquerra y los de Izquierda Unida; con estos dos más otro grupo nuevo que ha
sacado tres diputados, tiene mayoría más que suficiente para esos programas
políticos; en cambio, si quiere gobernar el día a día, tiene al Partido
Popular, con el que también logra otra mayoría para aprobar toda la política de
recortes sociales, política que los populares apoyarán por coincidencia
ideológica y por intereses en el gobierno de Madrid. Podrán añadir a los de
Ciudadanos que querrán tener su protagonismo. Así podrán ir desarrollando los
dos grandes bloques, el de la crisis y el nacionalista, apoyándose, ora en
unos, ora en otros.
-¿Y
si la otra parte no quiere?
-¿Por
qué no va a querer?, les interesa a todos.
-¿Y
dónde dejas a los socialistas?
-Se
lamerán sus heridas y aprovecharán para definir qué quieren ser. Tendrán tiempo
para eso.
-Joder,
Lucas, me dejas helado…
-Tú
querías que te contara mi opinión, ¿no?
-Vale,
vale, ¡hasta luego, Lucas!
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