Podríamos
definir la forma república
como el estadio superior de las formas de gobierno a lo largo de la
Historia. La forma adulta podríamos decir, o también la más
respetuosa con la población, que con
ella adquiere la categoría
de ciudadanos, abandonando la de súbditos; el state of the
art, que dirían
los estudiosos de esa evolución. La
República Ateniense - que también esto debemos a Grecia- fue
finalmente derrocada por los
que aspiraban a otra forma de gobierno, digamos más expeditiva.
Esta
ha sido una constante en la historia de la humanidad, la disputa
entre la democracia y la dictadura. En muchas ocasiones, en la
segunda opción se ha aligerado el yugo y se ha llegado a un
compromiso entre el monarca y la ciudadanía: monarquía
parlamentaria, se llama. Hay una forma monárquica, se mantienen
el monarca y la dinastía, pero la política se lleva
democráticamente: el rey reina, pero no gobierna. El ejemplo típico
lo constituyen las monarquías europeas, donde hay una democracia
plena, en unas
monarquías
de palacios y castillos. España está englobada en este grupo, pero
debemos preguntarnos por qué tenemos un Rey que lee discursos
escritos por “negros”, para que después sesudos comentaristas
analicen las palabras del monarca.
Amigos
de esos países se extrañan siempre
de que en España continuemos con esa dinastía históricamente
tan dada al vicio y a la
corrupción, que se ha
reencarnado en
esa figura que se conoce como el rey emérito. Obviamente, la familia
reinante tiene una carencia
de legitimidad
de origen
por la dictadura de la que es continuadora y
deudora. Dictadura, no lo
olvidemos, que llegó al poder tras un “alzamiento” de fuerzas
militares con apoyos católicos, monárquicos, terratenientes y partidos políticos de derechas. Esta
urdimbre de fuerzas reaccionarias siempre
pesará en la actual
monarquía española, por muy moderna
que quiera aparentar. Y, siendo imaginativo, yo recomendaría al
monarca que propusiera el cambio de la actual monarquía a una
República, de la cual él mismo fuera el Presidente por el plazo
legal que se establezca, cuatro o cinco años; transcurrido
el plazo,
podría optar a una segunda y
última presidencia, con el sueldo que se establezca para ese
desempeño, si superara las elecciones correspondientes contra el
candidato que llegara avalado por una consulta popular; quizás
ganara y se convirtiera en un caso insólito en la historia. ¿Por
qué no? Lo que no tiene sentido es que, por un mero hecho de
filiación se pueda heredar un trono. Es
algo que no se sostiene, y debemos recordar que
al menos una vez en el siglo
XIX, en esa familia se
llegó a reinar sin ser hijo del rey, sino de uno de los múltiples
deslices de la reina.
En
fin, hemos venido a este
mundo por un impulso vital que en su recorrido
de miles de millones de
años en esta tierra busca
mejorarse y en ello se empeña. Y nosotros, vida
consciente, debemos tratar de
que esa
mejora se desarrolle, y en
nuestra vida en sociedad
nadie sea más que otro, haya
nacido donde haya nacido, y que todos los humanos tengan las mismas
oportunidades. Para eso debemos construir una sociedad justa y
equitativa e implantar las medidas conducentes a ese objetivo.
Consecuentemente,
en este 14 de abril que nos recuerda la fecha en que se proclamó la
Segunda
República Española, quiero desear a todos ustedes dicha y
felicidad. Con el saludo que a muchos nos identifica: ¡Salud y
República!
Sé
muy bien que este saludo no será compartido por todos; a los que no se
sientan identificados, les deseo “solamente” salud y felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario