miércoles, 31 de agosto de 2011

31 de agosto








31 de agosto




Parecía lejano pero hemos llegado ya al final de este mes, a todas luces, excesivo. Por todo lo que ha ocurrido y por todo lo que hemos hecho a lo largo de sus días. Es el mes en el que hacemos cosas distintas al resto del año, sea atiborrarnos de arroz o disfrutar de sus noches. Y no creo que haya alguno capaz de afirmar que sólo lo dedica al descanso; aunque fuera así, también descansamos más. Así que repito lo del comienzo: mes excesivo.
Y como se dice vulgarmente, excesivo para todo dios, porque éste también se ha prodigado lo suyo. A nosotros nos ha enviado a su vicario, con su vestimenta blanco roto y sus zapatitos carmesí, para regocijo de todos sus hijos y algún sobrino. A los americanos del este, según dicen que dijo la nueva adalid del Tea Party, les ha enviado un castigo divino en forma de huracán, del cual los canadienses dicen que lo paren, que eso no iba con ellos.
A nosotros se nos puso la prima de riesgo por encima de los cuatrocientos puntos, y para que no vuelva a pasar estamos modificando la constitución. Hay quien dice que se debería incluir también en el mismo artículo que la tasa de paro no supere el 5%; así, trabajando más gente los impuestos serían mayores y nos resultaría más fácil equilibrar el déficit. Porque en una charleta que el ministro alemán de economía ha ofrecido en Suiza ante un nutrido grupo de economistas, con varios Nobel entre ellos, nos ha vaticinado otros siete años de sequía. ¿Será también otra maldición bíblica? Los Nobel no le han contradecido, más bien le han asegurado que esa posible extensión de la crisis será la consecuencia directa de las políticas de ajuste presupuestario que se practican, y que aunque Keynes ya no esté entre nosotros, sus teorías siguen siendo válidas. La Academia Sueca debiera plantearse si seguir otorgando los nobel de economía entre catedráticos y gentuza de ese pelaje o dárselos directamente a los ministros del ramo, que parece que saben más.
Por lo demás, en las cosas de casa, todo bien: ha vuelto la tomatina de Buñuel y el toro Ratón sigue matando gente en los encierros.
Y para los tiempos que vendrán en el otoño, les cuento lo que me ha dicho un pajarito: el nuevo gobierno después del 20-N tiene entre sus medidas para reducir el déficit la privatización de TVE. ¿Y saben quién será el comprador?... ¡Sí, señor! ¡Premio!: ¡Intereconomía!
¡Se me olvidaba! Lo del impuesto a las grandes fortunas lo dejaremos para la campaña electoral, ¿vale?