jueves, 30 de junio de 2022

Los pinos de Roma

 



Roma, como ciudad mediterránea – poco importa que el Tirreno quede a 30 kms – tiene esa característica imagen acogedora de los lugares que reconocemos aunque hayan pasado años sin volver. Yo he guardado en mi memoria la omnipresente imagen de sus pinos, y recuerdo que poco tiempo después de mi primera visita escuché, seguramente por la segunda cadena de Radio Nacional de España, una composición que me llamó la atención y que resultó ser Pinos de Roma, de Respighi. Desde entonces Roma y pinos quedaron ligados en mi memoria. Ahora, tras una segunda visita, he escuchado de nuevo aquella composición y he aprendido que Ottorino Respighi, compuso también Fuentes de Roma, o el Tríptico Boticcelliano, sobre tres cuadros del famoso pintor del Renacimiento; se le considera el más importante compositor italiano del primer tercio del siglo XX y murió en 1936 a la temprana edad de 56 años. Los pinos y las fuentes se pueden encontrar en el paisaje romano y, supongo yo, la obra de Sandro Boticcelli, en la Capilla Sixtina, ya que fue el Papa Sixto IV quien le llamó a Roma para que engrandeciera la nueva capilla con sus obras.


Los pinos de Roma, para quienes no hayan visitado esta milenaria ciudad, aparecen por doquier entre los restos de las construcciones clásicas, sea el Coliseo, el Circo Máximo, el Foro Romano, Villa Borghese, etcétera. Y a fe mía, como ya se imaginan ustedes, aportan su personalidad y su carácter al paisaje romano. Respighi, como he dejado escrito más arriba, escribió otros poemas sinfónicos dedicados a las fuentes y a la pintura de Boticcelli, pero se olvidó de las puertas y/o de la muralla de Roma, que tan bien se incardinan en la Ciudad Eterna. París, por ejemplo dispone de las correspondientes puertas que configuraron la almendra original, y podríamos decir que sus murallas son hoy en día su Boulevard Périphérique, muy útil para el tráfico parisino; pero Roma las conserva ambas, puertas y muralla.


Otro de los aspectos urbanísticos que no he dejado de admirar en Roma se refiere a la configuración de los barrios. En nuestra España, por hablar de lo más próximo, en cualquier calle de nueva construcción, los espacios hasta el cruce con las otras calles se llenan de edificios que pueden llegar a cubrir toda la longitud de esa acera. Y si se puede, con la altura mayor posible, por supuesto. Así tenemos un edificio frontal, o varios adyacentes, que recorren toda la acera y que no dejan acceso a la cuadrícula interior, que se convierte en un “patio” inmenso. Lo que yo he visto en Roma es radicalmente diferente. Veamos: la acera a urbanizar se ha salpicado de pequeñas construcciones que dejan entre sí otras calles más pequeñas con, a su vez, construcciones similares, de modo que cuando se circula por la calle, en vez de una fachada interminable se ven pequeños edificios que dejan ver entre ellos otros similares dentro de la cuadrícula y ofreciendo diferentes fachadas a la vista, con lo que la sensación es muchísimo más placentera. Por supuesto la altura oscila entre cinco y seis pisos. Es posible que esta urbanización provenga de la época de Mussolini, es decir cuando Respighi aún vivía. Cosas de la vida.


Por último, no puedo dejar de mencionar lo que para un visitante es la gran pregunta: Cuántas iglesias hay en Roma? Según wikipedia hay más de 900, pero creo que esas son las de rito católico. Y como el Vaticano es un Estado independiente, y además pequeño, otras iglesias han sentido la necesidad de tener una sede, por muy lejana que sea su procedencia. En una visita a San Pietro in vincoli, a menos de trescientos metros pude encontrar en un pequeño callejón, en un edificio anodino, cerrado a cal y canto, la placa que reproduzco a continuación. Es posible que esta iglesia no esté entre las novecientas y pico mal contadas.






jueves, 2 de junio de 2022

De méritos, eméritos y deméritos

 Artículo publicado en la revista OP Machinery en su número de mayo de 2022



Quién nos iba a decir que incluso la guerra de Ucrania fuera a verse eclipsada por la atención mediática generalizada por el viaje del mal llamado rey emérito, aunque si bien se piensa encontraremos su pleno sentido. España es un país monárquico, por la gracia de Dios; así constaba en las monedas, mientras fuimos una nación independiente. La monarquía está en nuestra forma de estado, y es el Rey quien nos felicita las pascuas y nos envía el mensaje de año nuevo. Que la persona, providencial, que tanto ha hecho por España, haya decidido, por mor de su edad y estado físico, ceder a su hijo el ejercicio diario como monarca no cambia absolutamente nada. Él es quien tenía poder para ello y por eso lo hizo. Además, con su gesto de retirarse a un país amigo para obtener un mejor descanso y no estar continuamente en candelero, en beneficio también de su hijo, no solo no cambia un ápice las cosas sino que nos ratifica en su desprendimiento, exento de orgullo, pues debe interpretarse como un yo me aparto un tanto, que el niño aprenda a arreglárselas él solito mientras yo descanso. Y cuando se ha sentido mejor, y la llamada de su afición deportiva se ha hecho más intensa ha venido para darse una vuelta, satisfacer esa afición a la navegación a vela, saludar a los amigos, recibir el cariño y la admiración de sus súbditos, ver a la familia, cerciorarse de que todo sigue bien y volverse a su retiro. ¿Qué tiene todo esto de extraño o de malo? ¿Tan difícil es entenderlo? ¿Hay que quejarse de lo que cuesta su seguridad cuando está en su país, en su casa? ¿A pesar de que un español amigo ejemplar le haya acogido en la suya? Un gran español, por cierto, para quien desde ya solicito el título de Duque de la Vela Real y ser nombrado Grande de España; Pedro Campos se merece eso y mucho más. Parece mentira...


Estamos en una monarquía, señores. Y afortunadamente - hay que añadir- una monarquía que encarna, como ninguna otra forma de organización del Estado, la historia de España; una monarquía que nos ha dado días y siglos de satisfacciones. Repasen, por favor, nuestra historia. Recuerden que en la ceremonia del juramento real se le indica al nuevo rey que por su comportamiento Dios le premiará, y si no, se lo demandará. Sí, amigos, el mismísimo Dios será su juez, entonces, ¿quienes somos nosotros, vulgares plebeyos, para pronunciar alguna queja? ¿Acaso tenemos nosotros, que procedemos del más basto cieno, algún tipo de derecho para atrevernos a la más mínima crítica?


Como nos señala la revista Pronto, que como adivinarán es mi lectura de cabecera, el encuentro tuvo lugar en el palacio de la Zarzuela, donde pudieron disfrutar de lo que fue, un encuentro familiar. Asistieron los reyes Felipe y Letizia y otros miembros de la familia, como las infantas Elena y Cristina y algunos nietos. Victoria Federica ya había mostrado hace unos días las muchas ganas que tenía de ver a su abuelo, al que está muy unida. El reencuentro de la real pareja tuvo lugar tras más de dos años sin contacto entre ellos, aparte de las llamadas telefónicas que habrían hecho durante este tiempo. Sin embargo, aunque se vieron, no pudieron compartir almuerzo, ya que la reina Sofía acababa de dar positivo en covid. Ya lo ven, una comida familiar de una familia normal, no lo que los medios de siempre se empeñan en hacernos creer.


Y para más inri, vean quienes son los que están tratando de echar leña al fuego. Ni el PP, ni Ciudadanos, ni Vox, ni por supuesto la prensa que les defiende – la verdadera prensa, hay que decir- han visto nada extraño en todo este asunto. Ay, si el Caudillo levantara la cabeza... Felizmente, sentado a la vera del Señor, estará analizando y enorgulleciéndose de lo acertado de sus sabias decisiones. Pero como siempre los enemigos seculares de España continuarán con sus patrañas, en tanto los buenos españoles sabremos siempre donde están la verdad y la justicia.


Y todavía se atreven a discutir su inviolabilidad...