jueves, 19 de abril de 2018

Tamayo y Sáez







Ayer tuvimos acceso a dos noticias de índole política que superaron a “lo” de Cifuentes y dieron mucho que hablar en todo el país, aunque sólo se refirieran a asuntos madrileños; claro que lo que atañe a Madrid tiene repercusión en toda España.
Una apareció en la prensa escrita, concretamente en el diario El País, antaño el periódico de mayor prestigio en toda España. Se refería a un contacto entre el Psoe y la alcaldesa Manuela Carmena para que la segunda encabezara las listas socialistas en las próximas elecciones municipales. Lo primero que salta a la vista es que se trata de un ataque a Podemos por parte del Psoe, pero si nos fijamos bien puede ser que el más perjudicado sea precisamente el Psoe, al reconocer implícitamente que este partido no dispone de un candidato de valía que pueda  hacerse con el puesto y luchar contra el “mejor” candidato del PP. A Podemos le reconoce que tiene la mejor candidata posible, aunque aún no tenga ésta decidido si continuará o no en la política.
Y como hemos dicho, la noticia la publica El País, que afirma en el artículo que Carmena se encuentra de viaje oficial en Costa Rica. Uno se pregunta cómo es posible que este diario publique una noticia de ese alcance que no haya sido debidamente contrastada, incluyendo en esto, la pregunta a la propia persona interesada, a quien por estar de viaje no pudieron contactar.
Finalmente, nos tenemos que cuestionar a quién beneficia la noticia; quod qui prodest, según la alocución latina. La respuesta no puede ser más que una, el PP se presenta como el partido firme y serio, en tanto los otros dos andan en sucias maniobras pretendiendo robarse sus candidatos.
La otra noticia se difundió en las redes, con la celeridad y virulencia que les son propias. Un documento interno, presuntamente redactado por algún ayudante de Carolina Bescansa contiene claramente la idea de lograr, sin decir cómo, la eliminación política de Pablo Iglesias. Ya están estos de Podemos, como es habitual en ellos, enzarzados en luchas internas que parecen no tener fin. ¿Cómo, a un partido que no es capaz de gobernarse a sí mismo, le vamos a dar el voto para que nos gobierne a toda la ciudadanía? ¿Estamos locos? Esta es la reflexión normal de cualquier persona sensata. Ya sabemos, pues, a quién perjudica y a quién o quienes beneficia.
El documento ha sido calificado por Errejón, supuesto destinatario final, como delirante. He aquí una calificación acertada. Supongo que sabremos su procedencia y quién lo hizo circular por las redes, pero la teoría del suicidio político personal no me parece la más plausible. Esperemos.
Entretanto, quizás  convenga recordar que el origen del actual y largo ciclo político madrileño se debió a la traición política de dos diputados socialistas recién elegidos, que en el último minuto decidieron cambiar el destino de su voto y dárselo a las huestes de Esperanza Aguirre. Aquello se llamó el “tamayazo”, por el apellido de uno de ellos. ¿Recuerdan?
¿No notan cierto tufillo?






lunes, 16 de abril de 2018

El novio de la muerte






Ya han pasado las fechas de la semana santa, las fechas y los fastos, y en Sevilla celebran ya su feria de abril; procesión y pandereta.
Yo confieso ante ustedes que me encuentro todavía emocionado y sobrecogido por el espectáculo de la procesión que convocó, creo que era en Málaga, a unos legionarios, un cristo crucificado, y una amplia representación del gobierno español.
En Francia, país católico, aunque laicista por excelencia, tienen la Legión Extranjera, un cuerpo de combate cuyo nombre explica lo que es, y que se ha comportado en el frente con ardor y valentía, como se les supone. En España, país más católico, o más integrista, hubo un general tuerto, cojo y manco, más de derechas que militar, que pensó que España no iba a ser menos que Francia y tuvo la brillante idea de crear la legión española. Un general que, en una disputa famosa con Unamuno en la Universidad de Salamanca, valoró más la muerte que la inteligencia: tal era el espíritu que se buscaba en la famosa legión de extranjeros que creó. Aquellos que acudían a sus filas, no importando su pasado, gozaban de una amnistía por los delitos que hubieran cometido; “todo el mundo será lo que quiera, nada importa su vida anterior” reza parte de una canción legionaria.
Ahora, entre la famosa cabra, el paquete que lucen en la bragueta sus aguerridos soldados y el cuello bien estirado mirando al cielo, distintivos todos del legionario, esa representación del gobierno que decíamos más arriba, se mostraba orgullosa al paso de la procesión cantando “el novio de la muerte” que es su himno. Y, entre ellos, el mismísimo ministro de cultura. ¿Será que, como Millán Astray y en contra de Unamuno, valora más la muerte que la inteligencia? ¿Será esa la cultura que, como ministro, defiende? “Venceréis, pero no convenceréis” le respondió Miguel de Unamuno en la discusión que hemos citado.
Lo dicho, somos un país de procesión y pandereta.


viernes, 13 de abril de 2018

Los papeles del paraíso

Este artículo ha sido publicado en el nº de marzo de 2018 en la revista OP Machinery.




LOS PAPELES DEL PARAÍSO

Apenas hace cuatro meses y ya parece que nunca hubiera ocurrido. Al principio fue como una avalancha, arrasando en los noticieros, en la prensa digital y escrita. Llevábamos diez días desde el primer nombre, y la panoplia de protagonistas no podía ser más extensa, era como esas paletas de acuarelistas que son prácticamente redondas, para que quepan más colores, más tonos. Había futbolistas, toreros, cantantes, empresarios,… reinas, príncipes, presidentes, cardenales,…Pero vino lo de Cataluña, y…
De entre tantos, contando solo a los españoles, nos dijeron que eran del orden de los seiscientos nombres, y soltándolos a dos o tres por día, eso daría para un año, en números redondos. Pero lo dicho: llegó Cataluña y se acabó. Resulta encomiable que tantos periodistas de tantos periódicos y medios de comunicación de medio mundo, se hayan ocupado durante un año en analizar la documentación, contrastarla, hablar con los interesados, y finalmente, ofrecer esa documentación al público. ¿Y qué? Pues nada, como ocurrió con los papeles de Panamá ocurrirá ahora. ¿Quién se acuerda de los nombres que aparecieron entonces? ¿Qué efectos prácticos ha generado? ¿Ha dejado Panamá de ser un paraíso fiscal? ¿Han sido perseguidos fiscalmente aquellos nombres? ¿Acaso era desconocido para la autoridad fiscal española, o la de los respectivos países? Yendo más lejos, ¿la conciencia política del país en su conjunto se ha visto alterada? ¿Han dejado los españoles de votar a los partidos que, ideológicamente, están a favor de estas prácticas elusivas? Y cuando digo los españoles, me estoy refiriendo a todos aquellos que ni sueñan en alcanzar un techo de 10 millones de euros de fortuna personal, pues no tendría mucho sentido, a efectos prácticos, que con ese dinero, si no es todo ello en efectivo, nadie piense en esas batallas. ¿Entonces? ¿Qué? ¿Debemos concluir que este asunto, como el de la corrupción, no tiene remedio en nuestro país?
Por otra parte, ¿quién, en su sano juicio, puede pensar que la Reina de Inglaterra, por poner un ejemplo bien ilustrativo, se levantara un buen día y le dijera a uno de sus administradores –el primero que encontró en palacio, por ejemplo-: oye ponme una partida de veinte millones de libras en una de esas islas del canal? A lo que respondió el lacayo ¿le parece bien a su Majestad la isla de Guernesey? O bien, ¿quién imagina que uno de esos deportistas de relumbrón llamara al asesor fiscal y le pidiera que le matriculara el nuevo yate en Malta? ¿No será, más bien, que fue el propio asesor –es decir, el machaca de altura asignado por la empresa que le lleva sus asuntos- el que le dijo a la estrella: hay una posibilidad de ahorrarnos el IVA (o el impuesto de lujo, o lo que sea) en la compra del nuevo yate si lo matriculamos en Malta. Y eso ¿es legal? preguntó nuestro hombre; por supuesto, de lo contrario no te lo propondría; y cuando lo quieras vender, se liquida la sociedad propietaria y aquí paz y después gloria.
Así suceden estas cosas: siempre son legales. Por eso, nuestros bancos, nuestras constructoras, las empresas de la Marca España, nuestras empresas del textil, esas de las que tanto presumimos, tienen cientos – sí, sí, cientos, digo bien- cientos de empresas radicadas en la mayor parte de esos paraísos fiscales, con el conocimiento y la anuencia de nuestro ministerio de hacienda (así, con minúsculas); de otro modo no las tendrían. Ese nuestro ministerio está exclusivamente ocupado en vigilar la situación fiscal de los españolitos que viven de un sueldo, de una pensión, de unos alquileres, de unas chapucillas, ganen lo justo para malvivir o puedan permitirse hasta ciertos lujos; de esos pequeños y medianos empresarios que se queman las pestañas por su empresa: ninguno de ellos aspira a tener una cuenta en el canal famoso o en las islas de la virgen. Y como con eso que recauda no le llega al gobierno para cuadrar el presupuesto, recurre a los recortes, se come la hucha de las pensiones y se endeuda, pero de tocar a los que realmente tienen e ingresan dinero a espuertas, tranquilos, a esos no se les toca.
¡Faltaría más!