lunes, 28 de junio de 2021

A vueltas con la electricidad





En este increíble asunto del precio de la energía eléctrica en España lo único que queda claro es que no hay energía suficiente; en España, no hay energía suficiente para enfrentar los problemas, entendido esto de una manera comedida y sin pretender recurrir a métodos extremistas. Debiéramos analizar si es posible tratar de solucionar el problema con los medios a nuestro alcance y, siempre, con la referencia de la injusticia social que el actual sistema comporta.


Para ello tratemos de recurrir a un somero recordatorio histórico. El sector eléctrico español, como ustedes saben, está compuesto por varias empresas privadas, en alguna de las cuales el Estado era accionista mayoritario: concretamente es el caso de Endesa. En el lejano año de 1944, el Instituto Nacional de Industria (INI) creó de la nada ENDESA, acrónimo de Empresa Nacional de Electricidad, Sociedad Anónima, uno más de los casos en que el Estado buscaba una solución a la falta de iniciativa empresarial, sea esta por las razones que fueren. Aquella Endesa experimentó a lo largo de los años un notable crecimiento produciendo energía y poniéndola en el mercado de aquél país que demandaba dicho bien, fuera para el consumo doméstico o el empresarial. Ya en el año 1988, bajo el gobierno de Felipe González, del Psoe, se empezó el proceso de privatización como medio de recabar fondos a los que emplear en otros menesteres. Es decir, el Estado crea una empresa necesaria para completar un sector privado escaso y cuando los tiempos van cambiando empieza el proceso de privatización al que acudirán capitales privados nacionales y/o extranjeros atraídos por el señuelo de un mercado protegido y con una rentabilidad notable – Mazzucato comentaría a gusto este otro ejemplo dentro lo que ella ha señalado en sus estudios. El mismo partido recurre a idéntico procedimiento en 1994, y el nuevo gobierno de José María Aznar, del Partido Popular, lo completa en otras dos ofertas públicas de venta en lo años 1997 y 1998, completándose la transformación de una empresa pública en privada con la venta a otra empresa pública, en este caso italiana ENEL (Empresa Nacional de Electricidad, curiosamente otro acrónimo pero con el mismo significado)

Cabría añadir que en el consejo de administración de la antigua Endesa se encuentran nombres como el de Rodolfo Martín Villa, José María Entrecanales, Manuel Pizarro o Borja Prado, o que una de las primeras medidas tras la venta a su homónima italiana fue un reparto de dividendos tal que hizo que la cifra de la transacción se aminorase escandalosamente, por no hablar de los consejeros provenientes de los sucesivos gobiernos socialistas y populares en un caso más de lo que conocemos como puertas giratorias. Así que lo que no era bueno para un país como España, disponer de una empresa pública con el poder que ello supone, si lo era para un país como Italia; cosas de la vida.


Y ahora, en el colmo del desatino, el gobierno de Pedro Sánchez ha optado por la reducción del IVA para que el consumidor pueda tener un precio algo rebajado hasta finales de año. En ese período más los trimestres que se añadan, la Hacienda Pública verá reducidos sus ingresos en el mismo importe que se ahorren los consumidores, en tanto las empresas, que son las que fijan los precios según ese curioso procedimiento consistente en admitir como precio general el más alto de los que se oferten en el mercado, cosa que atenta contra la libre competencia y la libertad de mercado yendo radicalmente en contra del progreso industrial, de las fuentes productoras de energía más competitivas y favoreciendo las más ineficaces, seguirán obteniendo unos más que notables beneficios. Es decir que para ese viaje no necesitábamos alforjas. El Estado tiene ante sí la posibilidad de poner en el escenario energético español un nuevo actor más acorde con los nuevos tiempos simplemente aprovechando la disminución de costes en diferentes sistemas de producción de energía; nuevo actor que obligue a los participantes del oligopolio energético nacional a reducir sus márgenes y ofrecer un producto más limpio y económico a los consumidores.


Pero para eso hace falta algo más de energía, que decíamos al comienzo de este comentario.


lunes, 21 de junio de 2021

Autovías (1)




Es posible que recordemos lo que se conoce como el método alemán; ése que consiste en que el Estado otorga a una empresa el derecho a construir una obra pública – pongamos, una autovía- respondiendo ésta de la financiación necesaria, para recuperar esos fondos mediante el cobro del peaje correspondiente durante el tiempo pactado – digamos unos años. Al final de ese período, la empresa se ha resarcido del dinero invertido, ha obtenido los beneficios que buscaba, y entrega la obra funcionando a su propietario el Estado.


Este sistema tiene la enorme ventaja de que el Estado no precisa adelantar el importe de la obra, pudiendo por contra emplear ese dinero en otros menesteres que el electorado le está continuamente reclamando, como sabemos todos. Y además cumple – cosa muy importante- con el mandato divino de que todo ese tipo de obras deben ser llevadas a cabo por la iniciativa privada, que sabemos de sobra que es muchísimo más eficiente que el Estado, cuya misión aquí en la tierra debe reducirse al mínimo posible. Así y solo así, alcanzaremos una sociedad en la que el Estado, prácticamente desaparecido, se encargue solamente de sancionar, en el buen sentido de la palabra, los actos humanos y los empresariales. Es decir, determinar qué obras hay que hacer, firmar la concesión y, ¿por qué no?, extender la validez de la misma ad libitum; lo mismo sirve con la sanidad, la educación y todo lo que se nos ocurra. Todo se puede y se debe privatizar.


Es posible también que recuerden las concesiones – según el referido método alemán- de varias radiales en la Comunidad de Madrid, otra en Murcia y alguna que ahora no recuerdo dónde. Estas obras se realizaron tras unos estudios de densidad de tráfico que resultaron más pobres que la realidad subsiguiente; unido al hecho de que las expropiaciones de los terrenos fueran notoriamente más caras que la previsión realizada llevaron los referidos proyectos a una cruda realidad de bancarrota de las empresas que se habían lanzado a la acción. Ahí estaban esas tristes autovías sin tráfico alguno – recuerdo haber circulado por una de ellas en la periferia madrileña- hasta que el Estado, que para eso si sirve, para sacar las castañas del fuego en beneficio al sector privado, socializando las pérdidas, cosa que se ha hecho en España un año sí y otro también, hubo de intervenir y quedarse con el muerto.


Y ahora, al cabo de los años, el presidente de la asociación de empresas constructoras y concesionarias de autovías ha venido con la idea de que para proceder al mantenimiento de las autopistas que su asociación explota (y que van bien), el Estado (otra vez) debiera establecer un peaje para esas autopistas que ellos van a entregar al Estado pues finaliza el plazo de la concesión y quedarán libres. De lo contrario, afirma con una loable preocupación, el déficit público sufrirá las consecuencias. No dice nada de que ellos se ofrecerán para, cobrando ese nuevo peaje, correr con el gasto que origine el mantenimiento de las mismas, pero seguramente ustedes comprenderán que ellos están capacitados para encargarse de tal tarea dura y desagradecida.


Gracias a los avances de la medicina y al desarrollo del transporte – frase que vale para cualquier artículo o discurso- la humanidad ha ido progresando desde los más lejanos tiempos. Sobre la parte de la medicina tenemos ejemplos actuales como la actual pandemia; sobre el transporte continuaremos la semana próxima.


Permanezcan atentos.




 

sábado, 12 de junio de 2021

Embriones, clonaciones y futuro (1)

 Este artículo se ha publicado en la revista OPMachinery, en su número del mes de mayo.



Estamos habituados a dar por ciertas cosas que no lo son. Las tradiciones, las viejas creencias de siempre están lo suficientemente arraigadas como para que se admitan sin que sea preciso revisarlas ni mucho menos discutirlas. Admitimos como ciertas, verdades “eternas”que no tienen mas allá de unos pocos cientos de años, cuando los procesos científicos ni siquiera eran proyectos. Muchas de estas verdades conformaron en el pasado la base de no pocas religiones. Y claro está, eso no se discute, pertenece al dominio de la religión y algunas de ellas son verdades “reveladas”. Naturalmente despreciamos las de otras creencias para reafirmarnos en las nuestras, las únicas verdaderas, ya que nos han sido reveladas por Dios, el creador de todas las cosas.


Como es sabido, dos de los teólogos más importantes del cristianismo, San Agustín (354- 430 ) y Santo Tomás de Aquino (1225-1274), defendieron en sus escritos que el embrión humano no poseía alma en tanto no tuviera forma humana. Y no fue hasta 1869 bajo el papado de Pío IX (1846- 1878) cuando se decretó que los embriones poseían alma desde el momento de su creación. La decisión fue tomada después de examinar un embrión con un rudimentario microscopio de la época y poder ver que había personas diminutas dentro. Tal cual. De modo que el asunto quedó muy claro, la autoridad del Papa refrendó la interpretación de lo que aparecía a través del microscopio. No quedaba lugar para la duda y no había otra opción que condenar el aborto: la vida de la madre y la del feto son igualmente valiosas y sagradas, y en consecuencia, no se debe ir contra ninguna de las dos vidas. Esta postura es hoy en día la postura oficial de la Iglesia, es decir, lo que va a misa. Y asunto concluido.


¿Recuerdan ustedes a la oveja Dolly? Seguro que sí, pero quizás no sepan que su nombre provenía de una cantante de folk americana que tenía un buen par de tetas. Como Dolly se creó a partir de una célula de la glándula mamaria de otra hembra, a sus creadores se les ocurrió ese nombre como homenaje a los hermosos atributos de aquella cantante que aún vive.


El proceso de creación de la oveja Dolly se produjo en 1996, en Escocia, y murió en 2003. Fue sacrificada porque presentaba un proceso degenerativo que la llevaría a una muerte segura, pero los científicos determinaron que ese proceso es bastante frecuente entre la población de esa raza ovina y no se pudo certificar que su fatal enfermedad prematura tuviera que ver con el hecho de que había sido clonada. Por el contrario había alcanzado la media de edad si se tenía en cuenta la edad del animal del que procedía su célula. Tuvo tres partos, con uno, dos y tres corderitos cada vez.


Por otro lado, la creación de carne a partir de células madre extraídas de músculos de animales domésticos, vaca, pollo, cerdo, hace años que se ha demostrado posible; el consumo humano de proteínas provenientes de esa carne podría ser un método rápido para aliviar el hambre en el mundo, disminuyendo de paso la cría intensiva de esos animales, con su correspondiente efecto contaminante y su posterior sacrificio, las más de las veces, en condiciones poco edificantes por decirlo de una manera suave. De modo que el proceso a la vida mediante la clonación de células tiene ya unos años de experiencia, y no se puede descartar que haya habido otros casos de clonación y el procedimiento se encuentre más desarrollado. Pero las consideraciones éticas han dejado estos estudios en punto muerto, como se verá más abajo.


Hace muy pocos días en la revista Nature, donde se publican los avances científicos, se dio la noticia de que unos investigadores de universidades americanas (Texas) y australianas (Monash) han creado estructuras similares a los blastocistos humanos a partir de cultivos celulares. Los blastocistos son embriones en un estado de desarrollo avanzado, unos días después de la fecundación del óvulo. Para entenderlo más fácilmente, los blastocistos son los embriones que se utilizan en la fecundación in vitro.


Pero de esto hablaremos el próximo día.










sábado, 5 de junio de 2021

Obsolescencia y reciclaje




 Como ustedes saben, obsoleto es aquello que ha dejado de usarse, que no tiene mucho valor o sentido hoy en día; en jerga “cheli” llamaríamos obsoleto a aquél individuo un tanto pasado de moda, un poco out.

A nadie se le escapa que en tiempos de efervescencia tecnológica como los actuales, la aparición de soluciones mejores, más rápidas, con mayor capacidad, más económicas, etcétera, se produce un día sí y otro también en cualquier campo que imaginemos. Los fabricantes de cualesquiera objetos, sobre todo los de consumo duradero, como los electrodomésticos, se ven impelidos (y se aprovechan de ello) a introducir esas soluciones novedosas, lo cual les lleva a programar una obsolescencia tecnológica en sus productos finales que hace más corta de lo que sería de desear por parte de los usuarios la vida de esos aparatos. Otras veces, el propio desarrollo del software tan vertiginoso como exigente para su adaptación, lleva al teléfono móvil que ustedes manejan a su necesario cambio: ha quedado obsoleto.

Esto, que es bueno para la industria no lo es tanto para el consumidor; y no lo es, definitivamente, para el futuro de nuestro planeta. Nuestra “necesidad” de estar al día tecnológicamente, implica un aumento desaforado del consumo de ciertos materiales, como el coltan (por ejemplo) y esto lleva consigo a la muerte de miles y miles de personas cuya culpa ha sido nacer en los países donde esos materiales se encuentran.

Esta, aunque sea tan esquemáticamente expuesta, es la forma en la que el mundo viene funcionando: se inventa un producto, se consiguen los materiales, se fabrica, se vende,…, y se envía al vertedero cuando ya tenemos otro más actual. Podríamos decir que damos por supuesto que el mundo no tiene límites; si nos hacen falta más materias primas, se buscan, el planeta tierra es infinito, y si los propietarios de tal o cual material ponen dificultades, se les elimina aunque sea por medio de una guerra; lo que importa es que la industria sea rentable.

Pero habrán visto ustedes que su último coche, por ejemplo, tiene un determinado porcentaje de material reciclable; cuando el auto vaya al desguace, una parte del mismo podrá ser transformada y reutilizada para otro coche u otro producto: no hará falta una nueva mina. Hoy en día crece el número de productos que se fabrican con material reciclado, se diseñan para que se puedan reciclar, y hay una industria pujante que florece con esta idea. Pero no debe parar aquí la cosa. La concienciación de las personas ha de fomentarse desde la escuela y esto pasa por conseguir que los próximos consumidores tengan un interés por el consumo más contraído – una menor propensión al consumo, que dicen los economistas-, que nos preguntemos cuántos pantalones necesitamos comprar cada año si aún los de los años pasados están en perfecto estado de uso. Ello nos llevará a una menor necesidad de dinero, a valorar mejor otras opciones que el mero consumo o el mero comprar. Comprobaremos un día, si seguimos esta tendencia, que somos más felices, que necesitamos menos, que vivimos más independientes del gran capital, que el medio ambiente habrá mejorado, que se contamina menos, que no hacen mella en nosotros los cantos de sirena de la publicidad engañosa y tampoco de la política que no esté al servicio de las personas, que no necesitaremos más vertederos para que ganen unos y mueran otros…, y recordaremos aquello de la obsolescencia programada de la que hemos empezado hablando como el gran engañabobos al que el antiguo sistema nos quería llevar.

¿Veremos ese día?… de nosotros depende, solamente de nosotros.