sábado, 28 de diciembre de 2013

Manar






Es esta la cuarta vez que hacemos referencia en estas páginas a la lamentable contienda en Siria; una de las entradas anteriores se titula Homs. Pues bien, de esa ciudad, Homs, es originaria la familia de Manar Almustafa. Y esa familia sufrió los efectos de una bomba sobre su hogar, que en el caso de esa mujer dejó su cuerpo lacerado por el fuego en su noventa por ciento.
De eso ha pasado año y medio e ignoro cómo llegaron a Melilla hace ahora dos meses. Entonces solicitaron asilo político. Ahora se les ha concedido protección subsidiaria y han podido pisar tierra peninsular, poniendo rumbo a Barcelona donde Manar podrá ser tratada de sus quemaduras.
Ustedes quizás se pregunten cómo es posible tamaña insensibilidad para no haber resuelto este caso en escasos días, o si me apuran, en horas. Pero deben comprender que quién tiene autoridad y poder suficientes para ello habrá estado muy ocupado en acudir a su misa diaria, en elaborar y defender en el Congreso la ley de Seguridad ciudadana y en decidir sobre las concertinas de esa frontera.
Y es que las cosas son así, vivimos en un mundo donde el capital tiene libertad para moverse por doquier, para lograr mayores rendimientos dejando tras de sí miseria y desolación, pero donde las personas no pueden, ni siquiera en casos tan flagrantes como el que nos ocupa, trasladarse de país buscando una vida mejor.
Y nosotros, ¡hablando de Cataluña!

jueves, 19 de diciembre de 2013

Rule, Britannia!



Este artículo ha aparecido en el nº de noviembre-diciembre del 2013, en la revista OP Machinery.




Observo desde mi ventana, a tres metros de distancia, a una ardilla minuciosamente aplicada en devorar una castaña, en este otoño inglés. Está subida sobre el murete que me separa de la finca contigua, donde ha crecido el castaño; no parece preocuparse en exceso por mi presencia, pero está lejos de la familiaridad que muestran las que habitan en Hyde Park, acercándose hasta comer de la mano de los paseantes. Es hermoso verlas campar a sus anchas, por los jardines de las casas, los parques o las orillas de los canales y ríos ingleses. Pienso que esas son las cosas que más nos pueden gustar de Inglaterra, la frondosa vegetación, los sauces inmensos a la orilla de las vías de agua, el juego de exclusas que permite a las pequeñas embarcaciones cruzar el país entero. Desde donde estoy hay unas cien millas hasta Bristol, por el canal Kennet-Avon y, en el sentido opuesto, poco más de cuarenta hasta Londres, por el mismísimo Támesis, que va ganando anchura y caudal por el camino.
Lo menos agradable de este país, que dejó ya atrás sus días de gloria, me resulta el abandono de las calles en cuanto uno deja el estricto centro, la suciedad de las mismas y de sus casas y el aspecto desaliñado de sus habitantes. La basura se recoge una vez a la semana de los pequeños contenedores particulares, que, entretanto, adornan las calles.
El centro está pulcro y bien cuidado, no en vano es donde se adora a la nueva divinidad de nuestros tiempos. En esta ciudad de unos doscientos mil habitantes, universitaria, tecnológica e industrial, el centro comercial lo absorbe todo. Napoleón dijo en tono despectivo que Inglaterra era un pueblo de tenderos; ahora habría que preguntarse si no es, más bien, un pueblo de dependientes. Todo son grandes cadenas que se replican por doquier; hasta las farmacias son cadenas, por no hablar de muchos pubs, que –se me había olvidado- mantienen el encanto de toda la vida. Al margen de las dichosas cadenas, mis ojos escrutadores sólo encontraron dos carnicerías y una pescadería como establecimientos independientes. Otra cosa que me llamó la atención fueron las pequeñas tiendas para el duplicado de llaves y reparación de calzado, los establecimientos de manicuras y pedicuras atendidos por diligentes chinas y el mercadillo que montan dos días  a la semana. La abundancia de agencias inmobiliarias para la venta y alquiler de pisos es algo que nos retrotrae a tiempos nuestros no muy lejanos.
Los amantes de la música conocen una canción que se canta al final de los Proms londinenses; los aficionados al fútbol la habrán oído cantar por las gargantas enronquecidas de los supporters. Me refiero a la muy patriótica Rule, Britannia (1), cuyo estribillo incita y exige a la madre patria a que gobierne, domine sobre las olas, y promete que los británicos nunca serán esclavos. Representativa de esa época que ya pasó, cuando la Gran Bretaña dominaba los mares, ha sido ciertamente premonitoria: nunca, desde la ocasión de Hastings (año de 1066) los ingleses han doblado la cerviz ante invasor alguno; nunca la isla ha sido esclava de nadie. Ahora bien, ¿se puede decir lo mismo de sus habitantes? Ese dominio del gran capital, del cual no he pintado más que una pincelada en lo que hace referencia al comercio, ese dominio de las grandes empresas está muy cerca de someter a las grandes masas de población merced a una legislación en la que uno puede anticipar lo que nos espera a nosotros mismos. Thatcher acabó con los sindicatos y la gran masa de trabajadores de todos los colores que ha proporcionado la inmigración –otro de los aspectos más sobresalientes de la actual sociedad inglesa- propician que la esclavitud o al menos la servidumbre, pueda verse como una posibilidad.
Para disimular estas cosas sirve la democracia política formal, en tanto que la aparición de partidos ultranacionalistas y racistas que engañen al orgulloso blanco y mantengan sumisos por la amenaza a los coloreados, puede entenderse como un mecanismo sutil al servicio de los intereses de los de siempre.


(1) El estribillo de ese himno dice: Rule Britannia! Britannia rule the waves: Britons never, never will be slaves. O lo que es lo mismo: Britannia, gobierna sobre las olas: los británicos nunca serán esclavos.





viernes, 13 de diciembre de 2013

La consulta






No cabe ninguna duda de que es el tema del día. Ya no importa la crisis, ni el paro, ni los recortes en educación o en sanidad, la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones. Qué decir de la corrupción, de la falta de libertad que augura la nueva ley de seguridad ciudadana, de la pérdida de fe en nuestro futuro como país. Para qué vamos a considerar que nunca ha habido dos gobiernos tan iguales como los gobiernos del PP y los de CIU, idénticos en sus políticas neoliberales e idénticos en sus tintes nacionalistas, sólo que cada uno en su ámbito: para unos España es lo más importante; para los otros, lo importante es Cataluña. Y ambos olvidando que lo único realmente importante, y para lo que habría que gobernar, es para los españoles y para los catalanes.
Dicho esto, el anuncio de la consulta, como es lógico, les ha venido bien a ambos: les permite reafirmarse en sus creencias y la gente deja de hablar de lo que importa. Pero vayamos un poco más allá: en Cataluña se han llevado a cabo en los últimos años, en una buena cantidad de municipios, una especie de plebiscitos no vinculantes y no autorizados que han dejado claro aquello de nosaltres sols i la barretina. El ínclito Rajoy ya ha dicho que no autorizará la nueva consulta. Ahora bien, si el gobierno catalán la organiza, aunque no tenga efectos prácticos ¿cómo va el gobierno español a impedirlo? ¿Enviará los tanques? ¿La legión? ¿La cabra Blanquita?
Imaginemos otro escenario. A la pregunta de si se quiere que Cataluña sea un estado, se consigue un setenta por ciento de respuestas afirmativas. Y a la segunda pregunta, de si se quiere que sea un estado independiente, otro setenta por ciento –cosa posible, pues coincidirían votantes del sí y del no de la primera pregunta- contesta que no, que de independencia nada. ¿Qué pensarían los nacionalistas españoles? ¿Estaríamos en el mismo punto de partida que antes de la consulta? ¿Habría que seguir practicando el tancredismo político?
Entretanto, como para ese escenario aún quedan once meses –qué embarazo más largo- seguiremos sufriendo las consecuencias de la acción de nuestros gobiernos, cosa que cada día que pasa me parece que nos tenemos bien merecida.


lunes, 9 de diciembre de 2013

Qué bueno era...!







Está demostrado, no hay como morirse para que hablen de uno. Y normalmente, para que lo hagan bien. Si además, se tiene una biografía impoluta, se ha llegado a la más alta magistratura, se ha recibido el Nobel…; no hace falta más. Y es que se queda muy bien, hasta diría que se adquiere una pátina de inteligencia y de buen carácter.
Estos días hemos oído a miles comentar lo grande que ha sido Mandela; muchos hasta le han citado como Madiga, como hijos respetuosos. La mayor parte de ellos no tenían más que una somera idea de quién era; para otros, poco más que un P.N. (puto negro), pero ¡qué bien se queda haciendo loas del fallecido!
Mañana es el funeral. A un ministro checo se le ha escapado la queja por tener que desplazarse hasta Sudáfrica; recuerdo a Rajoy, que también irá, cuando dijo “menudo coñazo” por la asistencia a un acto institucional. Pero allí estarán todos, con rostros compungidos, pensando cada uno en la manera de joder al prójimo en el siguiente movimiento.
Y lo peor, es que el bueno de Mandela no se merecía tener que soportar a tanto falsario hasta después de muerto. Por eso creo que es mejor rendir los homenajes en vida, antes de que estos grandes hombres mueran. Y quiero, mediante estas breves líneas, invitarles a hacerlo.
¿A quién? Me preguntarán ustedes. Estoy seguro de que cada uno tendrá más de un candidato, a cada cual más acertado, pero, por si cuela, quiero darles el mío. Un hombre sencillo, presidente de la república en su pequeño país, que predica con el ejemplo y al que no se le conoce trampa ni cartón. Les invito a que lean y se informen sobre Pepe Mujica –hay multitud de vídeos en internet- y le dediquen por lo menos unos minutos, ahora que aún vive, ahora que aún está en el cargo. Verán que es un hombre honrado y comprometido, leal a sí mismo y a sus principios –que no tienen por qué coincidir con los suyos- y que es posible llevar hasta el final una vida coherente y consecuente.
Analizar su personalidad es un gesto de justicia con los pocos que son así, incluido Nelson Mandela.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Sonríe, que es lunes.







La escena tiene lugar en un país extranjero, en un futuro no muy lejano y muestra a dos españoles: uno ha llegado de España y el otro ya hace años que vive fuera.
Este último le dice al primero:
-       ¿Y qué tal por España?
-       No nos podemos quejar.
-       ¡Ah! Entonces, bien, ¿no?
-       No, no, te he dicho que no nos podemos quejar.
Fin de la historieta.


sábado, 30 de noviembre de 2013

Bancarios






En España hay un centenar de directivos bancarios que ganan por encima del millón de euros anuales. Así, España se sitúa en el quinto lugar en Europa, por detrás de Inglaterra, Alemania, Francia e Italia; es decir, lo normal, somos el quinto país europeo en casi todas las clasificaciones.
Pero atendiendo a lo que ganan como media, somos el segundo, sólo tras los chipriotas –los millonarios rusos pagan bien- y por delante de los ingleses –recuerden que la City es el sector de actividad que genera más riqueza para su país.
Esto habla bien a las claras de la calidad de nuestros directivos bancarios. Sus empresas lo reconocen y les pagan 2,16 millones de euros anuales.
¿Dice usted que no tiene que ver con su calidad? ¡Hombre…!
Al mismo tiempo hemos sabido que el BBVA aboga, al igual que lo hiciera el FMI, por una bajada de salarios en España del 7%, lo que se traduciría en una disminución del paro en torno al 10%, aunque también indica que esa propuesta se basa en una “visión parcial de la economía que no tiene en cuenta los efectos del salario sobre el empleo”.
Es de agradecer que uno de los bancos españoles más grandes y, por tanto, de los que más directivos tienen ganando 2,16 millones de euros, haga esa propuesta y estén, por tanto, dispuestos a apretarse el cinturón.
Ah!, ¿Que dice usted que eso no quiere decir que ellos vayan a bajarse su sueldo? ¿Que eso es para los demás? ¡Acabáramos!

jueves, 28 de noviembre de 2013

Asíntotas




En geometría se llaman asintóticas aquellas funciones paralelas que tienden a coincidir en un punto en el infinito, pero que no llegarán a tocarse, no llegarán a su intersección.
Esto mismo podemos decir de lo que yo llamo las Españas paralelas, es decir, la España que sufre, azotada por la crisis y por la solución que se ha adoptado, y la España que vive al margen de la crisis: coexisten, parece que van a coincidir pero nunca lo hacen. Podríamos denominar escrache al punto de intersección, de coincidencia, de esas dos Españas. Y de escrache podemos calificar el acto que Alfredo Pérez Rubalcaba ha sufrido hoy en la Universidad de Granada: un grupo de radicales ha reventado la conferencia que iba a pronunciar en dicha universidad.
Unos pensarán: ¡Vaya! me alegro, que pruebe su propia medicina, a ver si le gusta.
Otros dirán: ¿Qué dirá ahora de los del 15-M y toda esa tropa?
Habrá quien diga: ¡Hombre! Primero, que le dejen hablar y luego, si quieren, que le critiquen.
Yo digo: Lo raro es que no haya ocurrido antes; lo extraño es que la protesta se limite a eso; es mejor suspender una conferencia a que te desahucien del piso; lo increíble es que no llegue el momento en que los que lo pasan mal reclamen, por la fuerza, la ración diaria de alimento para sus hijos . . .
Lo importante no es lo que ha pasado hoy. Lo importante es ofrecer a millones de españoles una salida digna, y que el encuentro de las dos Españas ni sea violento ni se produzca en el infinito.

lunes, 25 de noviembre de 2013

La Avalancha








LA AVALANCHA



                

                 En cuanto dejó de sentir el vendaval producido por las aspas del helicóptero, Natalio aminoró el paso. Ya no estaba en buenas condiciones, se fatigaba demasiado, le costaba mover su corpachón enorme, la barriga cada vez más prominente. Se encaminó despacio, recuperando el resuello, hacia el pequeño promontorio desde donde se veía -se adivinaba más bien- el valle y donde le esperaba su vieja camioneta. Al llegar se aflojó del todo el nudo de la corbata y se desabrochó los botones segundo y tercero de la camisa. Sentado al volante, con la puerta abierta, se secó el sudor de su frente con la manga de la chaqueta y lentamente, con complacencia -el estruendo del helicóptero se había extinguido-, extendió una vez más la vista hacia el valle.
  Acababa de llegar de la capital. Una hora de helicóptero y tres de avión antes había vivido su triunfo. Las autoridades, con el Presidente a la cabeza, le habían mostrado su admiración y respeto. Extrajo del bolsillo de la chaqueta para admirarla, una vez más, la condecoración que le habían prendido al pecho, la más alta que pudiera recibirse desde el rango civil. El reconocimiento de la sociedad era la culminación a aquellos largos años de dedicación y esfuerzo, donde no había escatimado su entrega, en los que había envejecido en la ingente tarea de cambiar la faz de la tierra. Así lo había dicho el mismísimo Presidente en su discurso:
                 - ... este gigante, Natalio, permítame que le llame así, simplemente, Natalio, como le llama todo el mundo, este gigante, repito, cuya labor ha cambiado la faz de la tierra...
Y en efecto, así era. Donde él estaba ahora, diecinueve años atrás sólo podían estar las águilas, sobrevolando su territorio. Ahora había un helipuerto, hangares, edificios administrativos, talleres, residencias para el personal, su propio chalecito. Y todo eso era la cota + 93 respecto al fondo del cauce. Había sido necesario mover miles de millones de metros cúbicos, las cifras podían marear a cualquiera, y la obra era perfectamente visible desde el espacio exterior. Primero, construir alojamientos para los miles de personas empleadas; después, a medida que la obra avanzaba, cambiar ese emplazamiento de sitio por dos veces. Entretanto, los diarios problemas por resolver, al principio como uno de los responsables máximos de la obra, después, enseguida, a causa de la avalancha que tantos muertos causó, como máximo responsable. Repasó mentalmente aquellos momentos. Apenas podía ya recordar los rostros: El Comité de Ingenieros, al que él estaba a punto de acceder, pereció en pleno. Luego, los intrincados manejos financieros que situaron a su empresa  en la cabecera del Consorcio y entonces, su propio encumbramiento a la dirección de la obra. Recordó también algunos artículos de prensa que trataron de responsabilizarle del desastre. Volvió a secarse el sudor de la frente con la manga de la chaqueta. Cerró los ojos recordando los miles de máquinas que habían empleado, hasta el punto de que la obra había activado la construcción mundial de maquinaria. ¡Cuántos cientos de perforadoras, excavadoras, cargadoras, tractores, empujadores, motoniveladoras,  compactadoras! Cuántas miles de toneladas de explosivo, de gasóleo, de aceite. Cuántos martillos, cuántos tallantes, cuántas trituradoras, cuántas plantas de hormigón, cuántas de asfalto. Cuántos miles y miles de maquinas habían sido utilizadas. Cuántas cizallas se habían usado para reciclar aquel material. Cuántas toneladas habían circulado por la vía férrea, expresamente construida para el acarreo, que se extendía por 365 kilómetros a través del desierto.
Cuánta gente había conocido en aquellos años: obreros, capataces, topógrafos, ingenieros; asesores, vendedores de maquinaria, vendedores de material de desgaste. Cuántos de ellos habían desaparecido ya, unos de forma natural, otros, cuando la avalancha.
  La avalancha, otra vez  la avalancha, no se la quitaba de la cabeza, después de tantos años, ahora que la obra estaba terminada, ahora que él acababa de recoger el reconocimiento unánime, ni que él fuera responsable de algo como se empeñaron en demostrar, sin conseguirlo, aquellos malditos diarios. Pues no, bien alto lo podía decir, allí, sentado en su vieja camioneta, en el promontorio, dominando una pequeña parte del paisaje: “Él,  Natalio, no era responsable, no podía ser responsable”. Se movió inquieto en el asiento, buscando una postura más cómoda, nadie le iba a privar de su éxito, de sus honores tan arduamente conseguidos. Volvió a removerse en el asiento sin encontrar acomodo. Entonces le pareció que la camioneta se movía. Miró la palanca de freno; estaba echada. Pero no, no se movía, ¡se balanceaba! Al instante un rumor sordo, mineral, que iba creciendo, aumentó su estupor. Trató de saltar al exterior, pero tuvo miedo. Entonces miró hacia abajo, al cauce, al valle: Una mancha fangosa, ingente, de tierra y rocas, de color rojizo, avanzaba a gran velocidad arrasándolo todo a su paso. El ruido se multiplicó, la tierra temblaba, sintió una punzada en el pecho y buscó en el bolsillo del pantalón las pastillas que siempre llevaba consigo. No las tenía. Moriré de cualquier manera, pensó, será el corazón o la maldita avalancha”. Sintió una opresión en el brazo, cada vez más fuerte, más fuerte, conocía los síntomas.
- ¡Natalio! ¡Natalio! ¡Despierta, estás soñando! ¡No debes tomar coñac después de cenar, siempre te trae pesadillas! - le reprochó su mujer.
A duras penas, se incorporó en la cama, hasta quedar sentado. Sudaba copiosamente. Fue a secarse con la manga de la chaqueta del pijama, pero estaba completamente empapada.
Poco a poco, fue recuperando la consciencia. Entonces recordó las imágenes de la televisión, la víspera, que tanto le impactaron: El Sojourner avanzaba lentamente sobre la superficie rojiza de Marte; el locutor hablaba de una inimaginable inundación millones de años atrás.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Manuel




Se llamaba Manuel y nació en España. Había llegado con las primeras brigadas de trabajadores que trajo la compañía del ferrocarril. El avance de las obras era lo bastante rápido para la época, en parte por el empleo intensivo de mano de obra, en parte por las favorables condiciones del terreno. Mientras éste fue llano se avanzó deprisa: Había quienes allanaban la trocha, cavaban trincheras o acarreaban el balasto; había quienes colocaban las traviesas y quienes tendían los raíles. Y había quienes se ocupaban de los demás trabajos en general: Acercar los materiales, mantener las herramientas, ocuparse de las provisiones y preparar el rancho y, en fin, estar a lo que mandara el capataz.
Entre éstos empezó Manuel a su llegada, ya que no tenía ninguna capacitación. Apenas había aprendido las letras y no conocía otro trabajo que el del campo. A fuerza de tirar del ronzal del burro, acomodando su paso al de éste, había adquirido un andar cadencioso, pausado, como el del animal. Y hasta algo del carácter del pollino se le había pegado, pues soportaba las mayores cargas, tanto físicas como morales, y solo, muy de vez en cuando, era capaz de soltar alguna coz, aunque sin encolerizarse. Seguramente fueron éstas las cualidades que descubrió en él el capataz pues pronto le ordenó que procurara estar siempre a la mano.
Y así pasaron semanas y algunos meses y Manuel fue haciéndose de la cohorte del capataz y la obra fue acercándose a las montañas, dejando atrás el llano y el terreno favorable. Con la cercanía de las sierras el trabajo se hizo más duro y el avance más lento. Las trincheras eran cada vez más profundas y la obra se convirtió en un rosario de túneles y puentes. Al final del último monte se abrió un nuevo y extenso valle, más prometedor. Llegaba hasta donde alcanzaba la vista, por lo que la compañía decidió buscar un emplazamiento idóneo para erigir una estación donde los convoyes pudieran repostar antes de lanzarse valle adelante.
Allí surgieron las complicaciones. Primero empezaron a escasear los suministros; después,  la paga de la gente. Esto es lo que originó la reyerta y exigió que el capataz pusiera orden en la cuadrilla. De las palabras se pasó pronto a los hechos y aquel tipo desabrido, un recién llegado, tiró de navaja. Manuel se puso en medio, para defender al capataz y recibió la cuchillada en el antebrazo izquierdo que usó a guisa de escudo. No tuvo la suerte de cara aquel día y el tajo le cortó varios tendones de modo que la mano izquierda se le quedó sin fuerza para los restos.
-No te preocupes Manuel, - le dijo el capataz-, la obra se reanudará y tú te quedarás en esta estación de factor. ¡Te lo prometo!
Manuel aceptó el trato, -¡qué iba a hacer con aquella mano inútil!-, y tomó posesión de la casita, por llamarla de alguna manera, que le construyeron al final de las vías, junto al depósito de agua, embrión de lo que sería algún día flamante estación. El capataz se despidió de él con un abrazo y un hasta pronto y Manuel los vio marchar a todos con aquella mirada mansa que se le iba acentuando más y más.
Al poco tiempo decidió que no le convenía estar solo y buscó una mujer entre los caseríos más próximos del valle. A base de promesas consiguió una y hubo de arreglar la vivienda para que aceptara venir. A los pocos meses la compañía dejó de enviarle la paga y pensó que sería el momento para abandonar la estación. Pero su mujer quedó embarazada; será después, se dijo. Entretanto improvisó una huerta, y construyó un cobertizo y un corral donde criar conejos y gallinas. En esto nació su primer hijo y de una manera que no se pudo explicar enlazó la ampliación de la huerta con un nuevo embarazo; éste con una ternera que consiguió en el valle a cambio de unos pocos conejos y muchas peonadas y, al fin, una segunda criatura. Aquí, su mujer se plantó:
-Manuel, éste no es sitio para criar los hijos. Si tú no vienes, me iré con los niños.
Manuel no se lo quería creer o fingía no oírlo, o simplemente no acertaba a tomar la decisión de salir de allí. El caso es que un día, al atardecer, cuando volvía de un largo paseo, vio a su mujer emprender el camino hacia el valle con un hatillo a la espalda y un niño en cada brazo. No fue capaz  de reaccionar. Se sentó en el suelo, viéndoles partir. Irá a casa de su madre, quizás pensaba entonces. Al día siguiente se ocupó en traer alimento para los animales, esperando que su mujer regresara. Pasaron los días y ni ella regresó ni él bajó a buscarla.
Aprendió a vivir solo o al menos eso creyó. Los días los pasaba sin grandes dificultades; el trabajo le distraía y cada vez tenía más conejos y gallinas y la ternera se convirtió en vaca. Pero un día la vaca se murió. Entonces tomó conciencia de su propia edad y las noches empezaron a hacérsele interminables. Especialmente las de luna llena. Salía al corral y entre blasfemias, con su mano derecha, la buena, apedreaba a la luna, a sabiendas de que no la alcanzaría; solo así se desahogaba, como el burro que lanza sus coces a ciegas. La casucha se le empezó a desmoronar. Harto ya, un amanecer, reunió fuerzas y con la soga con que había atado a la vaca, se colgó de la única viga que aún podía sostenerle el peso.
Se llamaba Manuel y nació en España; su casa era de barro, de barro y caña.


lunes, 11 de noviembre de 2013

I´ll never walk alone


    Traigo hoy este artículo aparecido en la revista OP Machinery, en su número 12 de mes de octubre pasado; espero que les guste.




I´ll never walk alone

El fútbol acerca culturas, borra fronteras y difumina clases sociales; permite penetrar en el alma de las personas sobre las que el reportero va a escribir. Saber de fútbol no es de derechas o de izquierdas, embrutecedor o inteligente, es solo un conocimiento útil, una herramienta de trabajo.
El fútbol atrae a millones de seguidores por su extrema simplicidad: dos grupos más o menos organizados corriendo detrás de un balón con el objetivo de introducirlo entre tres palos, reales o imaginarios, o entre dos piedras o bultos, si hay escasez. El fútbol es la teatralización de la guerra, la canalización, no siempre exitosa de unas (bajas) pasiones universales. Organiza su desarrollo dentro de un campo de batalla: bandas, uniformes, armas, pinturas en el rostro, banderas, gritos, insultos, ansias de victoria y venganza. Como la guerra, el fútbol tiene reglas. En la primera existe la Convención de Ginebra, que protege, en teoría, a los civiles y a los prisioneros…, en el segundo existen los penaltis, las tarjetas amarillas y rojas, los partidos de suspensión,…es un catalizador de la estupidez humana, del odio, la envidia, el nacionalismo exacerbado.
Los párrafos anteriores pertenecen a El autoestopista de Grozni y otras historias de fútbol y guerra (Ramón Lobo Leider, 2012) y me han parecido bastante esclarecedores. En esta cuarta semana de septiembre que atravesamos no hay un solo día sin fútbol y, claro está, sin fútbol en televisión. Lo cual es una perogrullada, pues saben ustedes que si no hubiera televisión no existiría el fútbol, en la forma en que existe hoy en día en nuestro país. Esa tremenda dependencia de la pequeña pantalla es lo que permite, vía reparto de sus dineros, que haya tan grandes diferencias entre los dos grandes y los restantes equipos. Estamos hablando de sociedades con presupuestos en torno a los quinientos millones de euros que compiten con otras que apenas llegan a los diez o quince. ¿Cómo es posible que se permita tamaña desigualdad? El presidente del club más rico lo es también de la constructora más grande y la más endeudada y que no es ajena a los escándalos de corrupción que salpican su actividad en nuestro país.
Ese hombre, que parece que dedica más tiempo a su club que a su empresa, encaja perfectamente en la descripción que abre este artículo. Lo hemos visto en una foto, con su último fichaje, del que dice que no es caro –juzguen ustedes si cien millones de euros es poco dinero-, mirándole, no diré que con expresión de arrobamiento pero sí como se reverencia a un ser extraordinario. ¿Se habrá visto él en la foto? ¿Qué habrá pensado?
El otro gran equipo, el que dice de sí mismo que es mes que un club, presume de catalanismo a pesar de parecer una torre de babel racial e idiomática. Incomprensible, al menos para mí.
El equipo del Liverpool ha popularizado el himno que cantan sus hinchas, titulado You´ll never walk alone. Ignoro lo que dice el himno, pero el título significa que nunca caminarás solo, y parece ser que cuando lo entonan miles de gargantas en su estadio, el mensaje es bastante electrizante y se consigue una perfecta comunión entre seguidores y jugadores. Yo he querido cambiar el título de ese himno por el que figura arriba, I´ll never walk alone, que traduciré como ya nunca caminaré solo. Porque, a mi modo de entender las cosas, eso es lo que en realidad quiere decir el aficionado que lo canta, que ya nunca estará solo, que fundido en la multitud que ruge, se siente más fuerte, más protegido, y sus problemas y complejos individuales pasan a segundo plano al sentirse parte integrante del grupo, de la masa, de la horda, si ustedes me permiten.
Sobre el esperpento del fútbol en España hablaremos otro día.





viernes, 8 de noviembre de 2013

De Conferencia en Conferencia



      Hechos: Primero, este fin de semana tendrá lugar la Conferencia Política del PSOE, donde piensan proponer una reforma fiscal para eximir de impuestos a los que ganen menos de 16.000 euros al año; segundo, según una reciente encuesta, el 40% de los españoles declara una ideología socialdemocrática pero sólo el 24% de los mismos españoles votaría al PSOE.

Conjeturas: ¿Piensa el PSOE que la reforma fiscal necesaria se agota en esa medida? ¿Conoce el PSOE el informe de la asociación de inspectores fiscales españoles que cifra en 90.000 millones de euros la pérdida anual de recaudación de la Hacienda española? 

Pregunta: ¿Estará relacionado el abandono del votante socialista con la interpretación que el partido hace de las cuestiones de política fiscal?

¿Ustedes que opinan?



lunes, 7 de octubre de 2013

La errata





    Cuando la mayoría de los españoles había puesto ya el grito en el cielo al ver que, según los Presupuestos generales del Estado, la Deuda Pública iba a alcanzar el 99,8% del PIB, nos hemos enterado de que no será exactamente así. Debido a una errata en su traslación resumida al libro amarillo -o al verde, o al rojo, total a los daltónicos nos da igual- la referida deuda sólo alcanzará el 98,9%; es decir, 9 décimas menos, una cantidad de aproximadamente 10.000 millones de euros.
     Es posible que ustedes, que son tan picajosos, se pregunten cómo es posible que se produzca tal errata. Piénsenlo bien: una legión de funcionarios con sus Remington, Underwood u Olivetti, mecanografiando esa ingente cantidad de páginas, repletas de cifras y datos. Pasándolos de un libro a otro, haciendo copias, preparándolo de mil maneras para que nosotros podamos entenderlo...lo raro es que no se produzcan más errores.
      Además, ¿qué son 10.000 millones de euros?  Apenas 1.663.860 millones de pesetas, ¿es para tanto?
     Ah! ¿Que ahora se trabaja con ordenadores y no con máquinas de escribir, que existe el copia y pega? Bueno, no sé, no se me había ocurrido, pero habrá alguna explicación, creánme. Un ministro de Hacienda como Montoro seguro que la tiene.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Damasco





     (Recomiendo, estimado lector, la lectura previa de las entradas tituladas Homs del 11/02/2012, y Alepo, del 11/08/2012, ambas en esta misma sección de La actualidad)

   

      Parece ser que, tras arduas negociaciones, los países occidentales integrantes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas han logrado un acuerdo con Rusia para la aprobación, en ese organismo, del acuerdo previamente alcanzado entre Rusia y Estados Unidos para el desmantelamiento del arsenal químico en poder del régimen sirio. Faltaría ahora que China también se sumara al acuerdo para que éste fuera definitivo.
    Por su parte, el gobierno sirio ya hace días que pidió ayuda económica para llevar a cabo tal desmantelamiento.
     Es una buena noticia y como tal debemos recibirla. Los ciudadanos sirios pueden estar, a su vez, satisfechos. Si el acuerdo se lleva a término nadie morirá en Siria envenenado por gas; solo morirán por bombardeos, obuses o ametralladoras.
     

jueves, 26 de septiembre de 2013

Victorias pírricas



     Les presento a continuación el artículo titulado Victorias pírricas, publicado en la revista OP Machiney, en el nº 11, de julio-agosto del 2013.






VICTORIAS PÍRRICAS


Pirro fue rey del Epiro, en el oeste griego, y desde allí trató de hacerse con el control de Macedonia, rememorando las hazañas de Alejandro; sin embargo es más recordado por sus campañas en Sicilia y la Magna Grecia, donde derrotó a la incipiente potencia romana. Mas sus batallas fueron tan encarnizadas, produjeron tantas bajas tanto entre sus enemigos como también entre sus propios hombres que, según aseguran los historiadores, no pudo por menos que decir tras una de aquellas ocasiones: otra victoria como esta y tendré que regresar a Epiro solo.
Efectivamente, los daños en las tropas romanas fueron muy elevados, pero no lo fueron menos entre las tropas griegas. En aquellos  tiempos, había un sentido patrimonial del reino; el rey era el dueño de almas y haciendas, según expresión acuñada en nuestro Siglo de Oro casi dos mil años después, pero, en cualquier caso, para emprender una campaña de conquista hacía falta una buena suma de oro y disponer de cierta potencia demográfica. Si uno perdía lo uno o lo otro, no quedaban recursos para volver a la lucha. Y Pirro perdió muchos soldados en sus batallas, incluso en las ganadas; de ahí viene esa frase que nos recuerda a aquél rey. Hoy en día –al menos eso pensaba yo- esa forma de ver las cosas ya no es admisible, y es precisamente la vida y el bienestar de los ciudadanos el objetivo de toda política en cualquier estado moderno que se precie; condición que no se ha cumplido, por ejemplo, en la Alemania nazi o en la Rusia soviética; por eso abominamos de tales formas de estado.
Escribo estas líneas en vísperas del primero de agosto, cuando Rajoy nos va a obsequiar –por iniciativa propia, faltaría más- con una sesión parlamentaria sobre el caso Bárcenas. Para cuando ustedes tengan la paciencia de leerlas –yo se las haré llegar al Director en cuanto acabe de escribirlas- todo ello será agua pasada, como habrán pasado los cálidos días de agosto, y habremos empezado a olvidar muchas cosas de las que ahora ocupan nuestra cabeza. Pero quiero, en un alarde de gratuita osadía, aventurar el resultado de esa sesión parlamentaria.
Vamos allá: Rajoy negará hasta la extenuación relación alguna con el ex tesorero, al que ni citará por su nombre. Tendremos claro que no ha existido financiación irregular en el Partido Popular en ningún momento de su historia; ningún presidente, ni ministro, ni alto cargo del gobierno o del partido, han cobrado jamás sobresueldo ninguno; nadie ha tenido jamás relación alguna con esa trama ni tampoco con la del caso Gürtel; no ha habido empresas que hayan conseguido contratos públicos ilícitamente, ganando miles de millones a costa nuestra, mediante el pago de comisión alguna; y, en definitiva, lo que haya hecho el ex tesorero ha sido cosa suya, traicionando la confianza recibida y extralimitándose en sus funciones.
Y para probarlo, baste mirar las cuentas auditadas del partido y los controles periódicos y pertinentes del Tribunal de Cuentas, ¡faltaría más! Los que nos gobiernan lo hacen movidos por el altruismo y el interés general, pues es bien sabido que ganarían más dinero si se dedicaran a sus oficios respectivos. Después se votará y se contarán los votos y asunto concluido.
Pirro perdía a muchos de sus hombres en la batalla aunque, al final, la ganara. Rajoy no va a perder ninguno, los conservará todos, y también ganará la batalla. ¿Quién va  asumir las pérdidas? Un país –o un estado, no se sabe bien qué-  llamado España será quien pague los platos rotos, pero esto es algo a lo que estamos largamente acostumbrados.
Ah!, se me olvidaba, la oposición, bien, gracias.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Cirugía




     Esta familia de los Borbones es que no aprende. Hemos sabido que al mayor van a operarle en un hospital privado, en lugar de hacerlo en uno de la red pública. La explicación que han dado es que así no se causan molestias en el hospital que les tocara por proximidad; como si hay que despejar una planta entera, por las consabidas medidas de seguridad y protocolo. ¿Es que en el hospital privado no hay que hacerlo? Encima nos toman por tontos. Seguro que los desplazados de la SS que hubieran tenido que derivar al hospital privado no se habrían molestado. Pero nada, tenemos que agradecerles el gesto prudente que han tenido, que la compañía propietaria del hospital elegido encontrará la forma de agradecerles la publicidad gratuita en los telediarios.
         Una más.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Una de espías




     Les supongo a ustedes al corriente de una historieta de espionaje entre el partido de los socialistas catalanes, los malos, y el de los populares catalanes, las víctimas. Y en medio una agencia de detectives de Barcelona y la ex novia de un hijo de Jordi Pujol.
     La tal agencia está legalmente constituida y paga sus impuestos; quiere eso decir que la labor del detective es perfectamente legal. Estamos acostumbrados a que las empresas encarguen a un detective cierta vigilancia sobre un empleado o que un cónyuge haga lo mismo sobre su otra parte. 
     Por otro lado, al juez Castro -sí, el que lleva el caso de Urdangarín y la Infanta- le han sacado unas cuantas fotos tomándose un trago con una abogada personada en ese caso. Y la derecha mediática ha puesto el grito en el cielo y hasta se ha pedido la recusación de dicho juez. Coincidencia que se da con la campaña que pretende quitarle el caso de su jurisdicción.
     Y como este blog se declara entusiasta de las contradicciones, aquí tienen varias, a saber:
     ¿Por qué un partido político no puede contratar con personas o entidades con las que pueden contratar otros ciudadanos o empresas?
     ¿Por qué se armó tanto revuelo en el caso del espionaje de la jefa de los populares catalanes, en tanto que ha pasado desapercibido el caso del espionaje del juez Castro?

viernes, 6 de septiembre de 2013

El nueve por ciento




     Pertenezco a ese 9% de españoles que no desean que Madrid gane el derecho a organizar las olimpiadas del 2020, que imagino que muchos menos serán los que se crean tal estadística. Y lo sentiré por los deportistas que pudieran tener una oportunidad en tal ocasión, pero no por los que pierdan el nueve por ciento de comisión de los 4.000 millones largos de euros -luego serán muchos más, claro- que dicen que hay que gastar todavía en la ciudad más endeudada del país.
    Soy de los que opinan que España tiene otras necesidades más acuciantes en las que invertir y que el deporte debiera estar en el lugar que le corresponde en la escala de gasto.
    Y finalmente, no me siento representado por esas personas a quienes nadie ha elegido, uno porque es hijo del rey, el otro porque su padre fue presidente del comité olímpico y el otro porque representa al deporte español, estructura democraticamente opaca donde las haya.
        

lunes, 22 de julio de 2013

Rayuela



   El mes pasado se han cumplido los cincuenta años de la publicación de Rayuela, la obra cumbre de Julio Cortázar. Mucho se ha escrito en este mes a propósito de tal obra, de su estilo novedoso, de su calidad literaria y de lo que ha aportado a la literatura en español; no voy a abundar en esos asuntos. La he leído en todas las formas posibles -incluida la que sugiere el autor- y conservo aún el ejemplar de tapas negras de la Editorial Sudaméricana.
    Pero quiero aquí presentar unas líneas que escribí a modo de homenaje y que vieron la luz en el número de mayo de 2010 de la revista Euro Equipos y Obras.

CAPÍTULO 68

Notó que la racha se ponía gacha. Harto de muriar y erguinear todo el día arrimóse a la junia con tiento; no era britaña ni cotea, sino junia cabal. De su experiencia con sioscas y tulimainas nada había obtenido sino purgaciones. Queriendo garlear con ella le preguntó por su edad: paso de las batebí zuquenas, le contestó, ofreciéndole la su tafarilla. Él la palpó y sintió un endurecimiento de sus zaquiros y cómo se le entonaba la zulara. La junia se puso baltria… ¡Evohé! ¡Evohé! Al rato comenzaron a entalar. Ostígame, man de manes, te dico chumo, le animaba ella, sin canguelo por quedar mindulada. Pasó mucho tiempo y aún toda la racha. Yimis nejo te ostigo, contestó al fin, cansado de entalar y de garlear toda la racha… Al rato despertó y le gustó lo soñado.
            Pero tenía que pasar por la ciba de quico; allí junto a la misma guxara, cerca de una suanela, bajo unos camándules, tenía un chiqui de araguía que había latreado al hijo de soxca de la bayuca; mas un fandocu habíase encontrado con el botín. Hubo de conformarse con alambriz y mínchula que metió entre guitu con un poco de urdalla. Tras gandir lo que pudo preparóse la saule y se metió en ella. Recordó su sueñó y le dio por cavilar lo xido que sería escanduciarse con una junia como aquella; tener donde alojar la argularia, palparle el ostigucio y el pirrián, sin hablar de ostigar cuando le viniera en gana, o meramente, gualdiarle las margaritiegas. Cio andariguear ñoliego, tener la propia ciba, con urnias y urriacos en la zancarria y aún un cuatropión para el asueto. Cio depender de un dornil, cio volver a la erguinería, que bien pocas peludas da y cio andar ergolimbú como su argaño. Sentar la moruga, tener una junia, un murguecillo a quien echar un bisnero y si un día hay que apurrar, que todo prora, quedar feliz de ser un buen aldrape y cio más un charrigondu, como hasta la fecha había sido.

Nota aclarativa: 
                Texto construido con préstamos de la pantoja, jerga de los canteros de Trasmiera; de la xíriga, de los tejeros de Llanes; de la mansolea, de los zapateros de Pimiango y Noreña; del bron, de los caldereros de Miranda; del barbeo, de los cesteros de Peñamellera; del ergue, de los canteros de Ribadesella; del caló, de los arrieros de Quintanar de la Orden,  y de la propia de los canteros de Munilla (Burgos). Todos ellos y muchos más, entre los siglos XVII al XX, crearon una jerigonza propia con la que pudieran reconocerse y al mismo tiempo hacerse fonéticamente invisibles para los demás, en sus idas y venidas y en sus tratos comerciales. A ellos y a todos los humildes menestrales de todos los tiempos, vaya mi sincero reconocimiento.
                El título del texto es una obvia referencia al ordinal homónimo de la Rayuela cortazariana, una de las obras señeras de la narrativa en español y donde el gran Julio creó también una nueva jerga, su famoso glíglico. Para él mi mayor admiración.


martes, 16 de julio de 2013

Una pizca de Berlín

   En el número de junio de OP Machinery han aparecido estas líneas que hoy les traigo. Espero que les gusten.


UNA PIZCA DE BERLÍN



Llevados del ímpetu viajero de mi mujer, hemos visitado Berlín en este corriente mes de junio. Permítanme dejarles algunas impresiones y unos someros comentarios que tal visita ha motivado.

Lo visto comienza en el aeropuerto: pequeño y vetusto permite alcanzar el centro de la ciudad en un intervalo razonable y a un precio aún más razonable. Los berlineses llevan cuatro o cinco años esperando el nuevo aeropuerto, con un dispendio estratosférico, pero aún no se sabe cuándo estará disponible. Esta es la primera enseñanza que recibimos al llegar: estas cosas no sólo pasan en España.

La segunda impresión nos es también muy familiar. Berlín está en obras, como la España de hace cinco años. Pero hay que saber que esta febril actividad se prolonga desde la caída del muro: durante veintitrés años la ciudad ha recuperado la capitalidad del país, es la sede del Bundestag, ha albergado grandes acontecimientos deportivos y ha tratado de borrar las diferencias entre los sectores este y oeste. Mas esas diferencias son aún notorias, no sólo en la arquitectura visible en los barrios ossies. También, desde luego, en los precios, bastante asequibles, y en el nivel de vida que se puede palpar entre sus habitantes, lejano aún del de los landers occidentales.

Berlín tiene hechuras de gran capital. Lo ha sido, lo es y lo seguirá siendo. Completamente llana, recibe a la aurora cuando el sol se alza sobre los Urales y anochece cuando se sumerge en el Atlántico. Abundante en agua, el Spree divide su centro entre meandros, creando la isla de los museos, al modo de la parisina île de la Cité. Y ahí está la maravilla: El museo nuevo, el viejo, el Bode, pero sobre todo, el de Pérgamo, al menos para mí, admirador entregado del arte helénico. Visitamos en su día el sitio del Pérgamo original y hemos pasado un par de horas recorriendo y regodeándonos en el Altar ahora reconstruido, en la Puerta de Mileto, la de Ishtar…

E inmediatamente, la cabeza te lleva a otras consideraciones. Descartando el Museo Egipcio y el de Estambul, tanto este Museo de Pérgamo berlinés como el British Museum de Londres le hacen a uno pensar en el expolio del que los españoles hemos sido permanentemente acusados. A pesar de que no haya en España ni la más mínima sombra de algo parecido con las culturas precolombinas. Nosotros nos trajimos el oro y la plata, sí, y lo gastamos largamente en Europa -en beneficio de otros países europeos. Pero  el oro no dura lo que duran el arte, la cultura. Y sin embargo, alemanes e ingleses, están cobrando a diario los réditos de ese despojo del oriente medio y atrayendo turismo que se reparte largamente por sus capitales.

Visitamos también el Museo Judío, al que hay que dedicar mucho tiempo y raciocinio, y cuyo comentario merecería por sí solo una entrega.

Las obras que se ven por doquier alcanzan también este cogollo cultural, y será de ver el resultado de la actuación conocida como Humboldt Forum. Hay obra en un sector del Unter den Linden (Bajo los tilos) hermosa arteria central que conduce a la Puerta de Brandenburgo –yo me quedaría con la Puerta de Alcalá- y continúa más allá, atravesando el Tiergarten, pulmón y maravilla de la ciudad, en una recta interminable que empalma con la autopista hacia occidente.

Y las hechuras de cosmopolitismo las alcanza Berlín en el grandioso escaparate de la Kurfürstendamm –Avenida de los Electores-, donde todas las marcas que son alguien en el mundo de la moda y el consumo tienen su asiento. Los príncipes electores pertenecen a otra época, a los años del Imperio Germánico; ahora –cosas de los tiempos- los protagonistas de esa calle son los turistas que deambulan ante los llamativos escaparates, imagino que con presupuestos más bien magros.

Por supuesto, si tienen ocasión, visiten Berlín, merece la pena.





martes, 18 de junio de 2013

Historias de la puta mili



   Aún calentitas, traigo estas líneas, publicadas en el número del mes de mayo de la revista OP Machinery.





HISTORIAS DE LA PUTA MILI

A primeros de octubre de 1970, con una asignatura pendiente -Historia de las doctrinas económicas- para acabar la carrera, dos o tres prórrogas agotadas porque no me dejaron hacer la mili por milicias, y un sorteo con mal fario que me llevó a la marina, me subieron a un tren con más de un centenar de reclutas que serían mis nuevos compañeros, con rumbo al Ferrol del Caudillo, que así se llamaba por aquél entonces.
Pasamos los dos siguientes meses haciendo la instrucción en un cuartel de la ciudad gallega, a cuyo final, se adjudicaron los destinos definitivos para los quince meses que aún nos quedaban de mili. Para unos pocos, ocho para ser exactos, de un reemplazo total de unos mil quinientos, no hubo destino. La superioridad no tenía decidido donde enviarnos, o bien, nos birló el permiso que se concedía con tal motivo. Así que permanecimos recluidos en el vasto, vacío y desangelado cuartel hasta que el mismo día de Nochebuena, Checha, compañera de la Facultad y cuyo padre era, si no recuerdo mal, Coronel de Intendencia, me anunció nuestro destino en la visita que realizó, con su padre al mismo cuartel: cuatro al departamento marítimo de Cartagena y otros cuatro, al de Cádiz. Yo era de estos últimos. Fuimos los ocho juntos hasta Madrid esa misma noche, disfrutando de una bolsa con la cena navideña que incluía turrón y una botella de sidra El Gaitero (famosa en el mundo entero); pasamos el día de Navidad en Madrid y por la noche cada grupo tomó el tren hacia el lugar asignado.
En Capitanía General nos separaron de nuevo y a mí me condujeron al Arsenal de la Carraca, que sería mi destino por los siguientes tres meses, extremo este que nunca se nos anunciaba de víspera. En este destacamento imperaba un hijo del Almirante Carrero Blanco que, inmediatamente, me llamó a su presencia y me anunció, textualmente, que, o bien me portaba como él esperaba, o me pasaría a cuchillo. El domingo siguiente, para empezar bien las cosas, cuando llamaron a formación para asistir a misa, me negué: desde ese día, mi ocupación dominguera fue barrer el patio.
Rememoro estas andanzas porque la última semana de abril, con motivo de la esperada jubilación de mi mujer, que ya entonces era mi novia y cuyas cartas diarias fueron mi sostén, hemos hecho un recorrido por la provincia de Cádiz, a la que yo no había vuelto.
De La Carraca, me enviaron al Rancho de la Bola, en El Portal, Jerez, por seis meses, y de aquí, al Instituto Hidrográfico de la Marina, en Cádiz, por otros seis. Pero entre las escasas facilidades de desplazamiento y los arrestos con que me obsequió la Marina Española (uno de ellos de dos meses), no tuve mucha ocasión para conocer esa maravilla de tierra gaditana. Y una vez que salí fue hasta Alcalá de Guadaira, para asistir a un concierto en el que destacaba Enrique Morente. Recuerdo que fuimos en auto stop, cenamos en casa del que me llevó, asistimos al concierto y alguien nos trajo en coche, a tiempo de pasar la revista matutina. Esto fue desde el Rancho, cuya cerca era muy permeable, y con la colaboración de los que estaban de guardia.
Este Rancho ya no existe, como no sean los restos de sus barracones, y la barriada del Portal se encuentra, asimismo, muy deteriorada. Se nota, y  no solo ahí, el 42% de paro registrado en la provincia, y los que me encaminaron al Rancho, estaban pelando algarrobas, que, por la cantidad, imaginé para la cena.
En la ciudad de Cádiz, me sorprendió mucho la afluencia de gente humilde en la catedral vieja, rezando. Y Cádiz misma me recordó a La Habana, y a los cascos viejos de Manila y de Panamá, compartiendo decrepitud y miseria. La ciudad está muy caída, al igual que la alcaldesa, vieja, triste y coja, a quien encontramos en el mercado central. Pero es una ciudad que cautiva, con una población que no merece la postración que arrastra.
Y disculpen por lo descarnado del título.

miércoles, 12 de junio de 2013

Lucas y los escraches

   Hoy aparece el artículo Lucas y los escraches que publiqué en OP Machinery en su número de abril del 2013.


LUCAS Y LOS ESCRACHES

Hoy, 11 de abril de 2013, me encuentro con Lucas, mejor dicho, me he hecho el encontradizo; hace tiempo que no hablamos y lo estoy echando en falta.
-Lucas, tiempo sin vernos, ¿qué hay de bueno?
-¿De bueno? …hombre, sí, aún respiramos, pero espera que pongan precio a la bocanada y verás cuantos caen.
-El gobierno ha dicho que el año que viene habrá crecimiento.
-Para los bolsillos de algunos, seguro. No, en serio, la situación está tan mal que ahora cualquier crecimiento, por nimio que sea, se traducirá en aumento del empleo, ya que más abajo no se puede caer. Bueno, o sí…, como diría Rajoy cuando se hace el gallego.
-Desde luego, no cambias, Lucas. Oye y ¿qué me dices de los escraches?
-Era eso de lo que querías que te hablara, ¿eh?
-¿Qué te ha parecido lo que ha dicho Felipe? Que habiendo niños por medio…
-Tiene razón, los desahuciados no tienen hijos, tienen prole, son bazofia; pueden ser apaleados y arrastrados por los suelos, delante de los suyos, pero eso no es violencia... sólo les falta decir que es justicia social.
-¡Hombre!
-Es así, ¿no has oído lo que ha dicho el diputado canario ese del PP? Los ha llamado perroflautas, para él todos son lo mismo, y ha dado por sentado que va a haber violencia. Y, claro, ante eso, él se defiende, y no digamos si le tocan a sus niñas, entonces les arranca la cabeza. Yo, por mi hija, mato, le ha faltado decir, como dijo la otra, sólo que aquella tenía razón y dijo lo que cualquier madre ha dicho, dice y dirá, pero, en este caso, esas palabras evidencian el canguelo que les está entrando, aunque, hasta la fecha, la única violencia que se ha producido ha sido la ejercida contra los desahuciados y sus defensores. No ha habido hasta ahora violencia contra las personas o entidades objetivo de los escraches, de modo que las palabras del diputado fortachón le definen a él y a los que comparten su ideología.
-¡Joder, Lucas, cómo estás hoy!
-Pero, hombre, si es que además parece que no quieren enterarse. Cuando todo el mundo se pregunta cómo es posible que en esta situación no estalle la paz social, no haya asaltos, revueltas, acciones desesperadas, cuando la caldera del descontento social acumula más y más presión, acciones como las de los escraches, como las de los supermercados de Gordillo y cosas así, sirven también de espita que aligera esa presión y evita o retrasa la explosión. Acaban de comunicar que en el año 2012 ha habido 115 desalojos diarios, según cifras del Colegio de Registradores de la Propiedad. Los mismos a quienes Rajoy va a otorgar los registros civiles, que para eso son colegas e igual le viene bien a él el día en que salga de la Moncloa. ¿Te imaginas ir al despacho de Rajoy a pedirle un certificado de nacimiento, pongo por caso? ¿Y preguntarle, cuánto le debo mientras se fuma un puro?
-¿Y lo de Andalucía?
-Pues de cajón de madera de pino. Yo no puedo juzgarlo desde el punto de vista legal, su encaje jurídico, etcétera, pero si no le gusta al gobierno, ni por supuesto a los bancos, ni a los contertulios de la derechona mediática, mi olfato me dice que tiene que ser una solución. Imagino que el gobierno pondrá en marcha todos los resortes a su alcance para evitar su aplicación, pero tendrá que darse prisa. Confiemos en los jueces.
-Bueno, bueno, oye, que tengo que marcharme, ¡hasta luego, Lucas!



martes, 28 de mayo de 2013

El Cuarteto de Alejandría (y 2)




   Segunda y definitiva parte de este artículo aparecido en OP Machinery, en su nº de marzo del corriente año.







EL CUARTETO DE ALEJANDRÍA (2)



Si leyeron la primera entrega sobre esta obra espero haber despertado su interés lo suficiente como para que se sumerjan en estas líneas. Al margen de las connotaciones psicológicas tan abundantes pero de cuyo comentario no me siento capaz, paso a otros aspectos que me han llamado la atención y que enlazan con la actualidad de nuestro tiempo y nuestros días.
Las continuas referencias a las ciencias ocultas, al estudio de la Hermética y la Cábala entre iniciados locales, (que despierta las sospechas del contraespionaje inglés), con esa hermandad de estudiosos gnósticos que volveremos a encontrar en el Quinteto de Avignon, identifica a los judíos y justifica una historia que al final  es de amor aunque en su inicio tenga objetivos más terrenales. Y siguiendo con los judíos, un personaje advierte que si dejas entrar en tu vida al zorro judío te comerá vivo, en tanto que el copto más representativo dirigía una conspiración tendente a cobijar al Egipto independiente bajo la protección del nuevo estado que se estaba afianzando en Palestina: esta es la contradicción que señalaba más arriba.
Pero Durrell no es mucho más compasivo con los europeos. Nos señala que el día de Francia y Gran Bretaña ha pasado, anticipa cómo la descolonización europea no acierta en sus designios -cosa que comprobaremos en el proceso de descolonización que se sucede en los años siguientes a la publicación del Cuarteto, con enormes problemas de fronteras y disputas entre los nuevos países- al no confiar en los coptos y fomentar el rigor de un nacionalismo basado en una religión fanática. Posiblemente Inglaterra pensara que podría mantener su influencia más fácilmente en un Egipto peor administrado por las élites árabes, dedicadas al expolio del país en un clima de corrupción generalizada. Después, Nasser, alejandrino él mismo, creará la República Arabe Unida, se enfrentará a la antigua metrópoli en la guerra por el Canal de Suez y será la cabeza del régimen político que ha llegado hasta nuestros días en la persona de Mubarak. Me apetece imaginar cómo hubieran sido las cosas si esa idea que Durrell pergeña se hubiera consolidado, si los coptos hubieran quedado al frente del país, en alianza con la pujante Israel. ¿Qué Oriente Medio hubiéramos visto en ese caso?
Y entretanto, aquella religión fanática de que habla se ha exacerbado hasta el extremo del yihadismo militante, y el brazo armado de Al Qaeda, cual moderno cruzado, pretende extender por la fuerza la fe verdadera. Justamente estamos viendo ahora cómo los extremistas musulmanes, alcanzado el poder democráticamente, se aprovechan para gobernar a su conveniencia. ¡El eterno dilema de si la democracia debe impedir el asalto democrático del poder por los que se apoyan en el sistema para acabar con él desde dentro! Y debiéramos preguntarnos también qué sentido tiene ese pretendido orgullo con el que el Ministro español de Defensa ha señalado que la única ayuda que ofreceremos a los franceses en el conflicto de Malí sea un Hércules de transporte. ¡Claro, mientras tengamos al ejército francés que nos haga el trabajo sucio no necesitamos mancharnos las manos! Porque el avance yihadista por el norte de África es incontestable, al margen de los intereses particulares de Francia en el uranio de Niger.
En fin, son mil seiscientas páginas en la edición de Edhasa que yo he leído, y les juro que no se aburrirán; eso sí, es literatura, verdadera literatura, una novela escrita con una enorme riqueza de léxico, que habla de todas estas cosas que se comentan y que tiene pasajes de una enorme riqueza. Sólo hace falta una atención constante, pero el placer de su lectura les arrastrará y pervivirá mucho más allá de las horas que dediquen a sus páginas.