martes, 16 de julio de 2013

Una pizca de Berlín

   En el número de junio de OP Machinery han aparecido estas líneas que hoy les traigo. Espero que les gusten.


UNA PIZCA DE BERLÍN



Llevados del ímpetu viajero de mi mujer, hemos visitado Berlín en este corriente mes de junio. Permítanme dejarles algunas impresiones y unos someros comentarios que tal visita ha motivado.

Lo visto comienza en el aeropuerto: pequeño y vetusto permite alcanzar el centro de la ciudad en un intervalo razonable y a un precio aún más razonable. Los berlineses llevan cuatro o cinco años esperando el nuevo aeropuerto, con un dispendio estratosférico, pero aún no se sabe cuándo estará disponible. Esta es la primera enseñanza que recibimos al llegar: estas cosas no sólo pasan en España.

La segunda impresión nos es también muy familiar. Berlín está en obras, como la España de hace cinco años. Pero hay que saber que esta febril actividad se prolonga desde la caída del muro: durante veintitrés años la ciudad ha recuperado la capitalidad del país, es la sede del Bundestag, ha albergado grandes acontecimientos deportivos y ha tratado de borrar las diferencias entre los sectores este y oeste. Mas esas diferencias son aún notorias, no sólo en la arquitectura visible en los barrios ossies. También, desde luego, en los precios, bastante asequibles, y en el nivel de vida que se puede palpar entre sus habitantes, lejano aún del de los landers occidentales.

Berlín tiene hechuras de gran capital. Lo ha sido, lo es y lo seguirá siendo. Completamente llana, recibe a la aurora cuando el sol se alza sobre los Urales y anochece cuando se sumerge en el Atlántico. Abundante en agua, el Spree divide su centro entre meandros, creando la isla de los museos, al modo de la parisina île de la Cité. Y ahí está la maravilla: El museo nuevo, el viejo, el Bode, pero sobre todo, el de Pérgamo, al menos para mí, admirador entregado del arte helénico. Visitamos en su día el sitio del Pérgamo original y hemos pasado un par de horas recorriendo y regodeándonos en el Altar ahora reconstruido, en la Puerta de Mileto, la de Ishtar…

E inmediatamente, la cabeza te lleva a otras consideraciones. Descartando el Museo Egipcio y el de Estambul, tanto este Museo de Pérgamo berlinés como el British Museum de Londres le hacen a uno pensar en el expolio del que los españoles hemos sido permanentemente acusados. A pesar de que no haya en España ni la más mínima sombra de algo parecido con las culturas precolombinas. Nosotros nos trajimos el oro y la plata, sí, y lo gastamos largamente en Europa -en beneficio de otros países europeos. Pero  el oro no dura lo que duran el arte, la cultura. Y sin embargo, alemanes e ingleses, están cobrando a diario los réditos de ese despojo del oriente medio y atrayendo turismo que se reparte largamente por sus capitales.

Visitamos también el Museo Judío, al que hay que dedicar mucho tiempo y raciocinio, y cuyo comentario merecería por sí solo una entrega.

Las obras que se ven por doquier alcanzan también este cogollo cultural, y será de ver el resultado de la actuación conocida como Humboldt Forum. Hay obra en un sector del Unter den Linden (Bajo los tilos) hermosa arteria central que conduce a la Puerta de Brandenburgo –yo me quedaría con la Puerta de Alcalá- y continúa más allá, atravesando el Tiergarten, pulmón y maravilla de la ciudad, en una recta interminable que empalma con la autopista hacia occidente.

Y las hechuras de cosmopolitismo las alcanza Berlín en el grandioso escaparate de la Kurfürstendamm –Avenida de los Electores-, donde todas las marcas que son alguien en el mundo de la moda y el consumo tienen su asiento. Los príncipes electores pertenecen a otra época, a los años del Imperio Germánico; ahora –cosas de los tiempos- los protagonistas de esa calle son los turistas que deambulan ante los llamativos escaparates, imagino que con presupuestos más bien magros.

Por supuesto, si tienen ocasión, visiten Berlín, merece la pena.





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